Mónica Rodríguez: “A través del lenguaje, podemos alcanzar lo inalcanzable”
“Cueto Negro” (Lóguez) de Mónica Rodríguez ha sido elegido por unanimidad Mejor Libro Juvenil en los XI Premios Kirico, que este año se enmarcan en los premios Las Librerías Recomiendan. Se trata de una novela de corte realista que narra los momentos memorables en que Cecilia, la protagonista, dice adiós a la inocencia de la infancia. […]
“Cueto Negro” (Lóguez) de Mónica Rodríguez ha sido elegido por unanimidad Mejor Libro Juvenil en los XI Premios Kirico, que este año se enmarcan en los premios Las Librerías Recomiendan. Se trata de una novela de corte realista que narra los momentos memorables en que Cecilia, la protagonista, dice adiós a la inocencia de la infancia.
Tras un primer proceso colectivo de votación entre 40 libros, se eligieron tres libros finalistas e intervino un jurado compuesto por Mercedes Brugarolas de Letras Corsarias (Salamanca), Marina Díaz de Turuletras (Madrid), Javier Soler de Entre Libros (Linares, Jaén), junto a las librerías asesoras de Kirico: Lola Gallardo de Rayuela Infancia (Sevilla), Rocío Valverde de Librería Jarcha (Madrid), Cristina Sanmamed de La Pecera de La Puerta de Tannhäuser (Plasencia, Cáceres) y Miguel Iglesias de Letras a la taza (Tudela, Navarra).
El jurado ha querido destacar que la escritura de la consagrada autora Mónica Rodriguez se caracteriza en “Cueto Negro” por la capacidad de crear una atmósfera envolvente en la que el lector puede apreciar y sentir junto a la protagonista de la historia esa nueva mirada, desconocida hasta entonces, del mundo que la rodea. En un fin de semana decisivo en su vida, Cecilia comienza a reparar en gestos, miradas, diálogos de sus padres y de otros adultos que antes escapaban a sus sentidos.
Es una obra llena de sensualidad que se estrena con la aparición del deseo sexual, un deseo hermoso, inmenso, intenso, que lo llena todo y que marca un antes y un después en su vida. Pero también esta novela es capaz de poner en el papel lo terriblemente patológico de ese deseo. Mónica se atreve a mostrar el dramático tema de los abusos sexuales en la infancia a través de hechos que ocurren a personajes secundarios.
Con más de cincuenta libros publicados y numerosos premios, Mónica Rodríguez Suárez (Oviedo, 1969) se dedica por entero a la literatura desde 2009. En esta entrevista, la autora nos desgrana algunos de los aspectos más destacados de la novela ganadora.
PREGUNTA: Tanto en “Cueto negro” como “En un gorrión en tus manos” abordas el despertar del deseo como camino de transición hacia la edad adulta. ¿Te interesa especialmente ese momento vital? ¿por qué?
RESPUESTA: Sí, el despertar del deseo, y del amor, que no siempre van de la mano, me interesa mucho porque creo que es una etapa clave en el crecimiento, el comienzo de nuestra andadura como adultos. El amor y el deseo surgen en la adolescencia (incluso antes) con una poderosa fuerza. No podemos sustraernos a ellos, ni podemos hacer nada por no sentirlos. El cuerpo manda, obliga. Desde ese mandato empezamos a ver el mundo con otros ojos, a buscar otro tipo de relaciones, a lanzarnos al placer. Y en ese camino todos somos vulnerables.
P: Uno de los factores que llevó al jurado a elegir “Cueto Negro” fue la necesidad de resaltar el abordaje de temas realistas en la literatura juvenil. Como escritora, ¿compartes esa necesidad?
R: Por supuesto, creo que es esencial que la literatura (y más aún la literatura para jóvenes) aborde todos los temas y de todas las maneras posibles. Creo que la literatura realista permite a los lectores jóvenes, quizás de un modo más directo, verse reflejados en sus emociones y conflictos cotidianos, que, a pesar de los cambios de la sociedad, siguen siendo los mismos de siempre, matizados por la época, el entorno social y las características de cada uno. La literatura es una gran compañera de viaje (siempre recuerdo el haiku de Kobayashi Issa, un poeta japonés del siglo XVIII-XIX: “De no estar tú, demasiado enorme sería el bosque.”). La literatura es un consuelo, un doble camino hacia fuera y hacia dentro de nosotros.
P: En “Cueto Negro” la nieve se convierte en una metáfora. Blanca y deslumbrante, cortante y fría. ¿Qué preocupación concedes a la creación de atmósferas? ¿Sueles recurrir para ello a escenarios de tu propia vida?
R: Le concedo mucha importancia a la creación de atmósferas. El entorno –la luz, el paisaje, los sonidos, los olores, es decir, todo lo que nos afecta a los sentidos– influye enormemente en nuestra vida, en nuestros actos y motivaciones, aunque sea de modo inconsciente. No se vive un primer amor del mismo modo en una montaña nevada que en un lugar de veraneo. Quizás por ello, me gusta escribir de manera sensual, es decir, apelando a los cinco sentidos. Quiero que el lector huela, oiga, toque y vea cada escenario. Que se meta en la piel del protagonista, en sus ojos, en sus manos. En su corazón.
En relación con los escenarios de mi propia vida, no siempre los utilizo, me gusta mucho investigar otras posibilidades, pero precisamente en estos dos libros de Lóguez están presentes dos de los escenarios que más me han marcado en mi infancia: Luanco y Pajares. Creo que por eso también son grandes protagonistas en ambos libros. Disfruté mucho recuperándolos (son escenarios que amo) y con ellos, no solo el paisaje sino también el paisanje de mi infancia y mi adolescencia.
P: El lenguaje poético, muy cuidado, es una seña de identidad. ¿Qué importancia le concedes?
R: Para mí lo más fascinante a la hora de leer y de escribir es encontrarme con un lenguaje diferente del coloquial, un lenguaje que vaya más allá, que sea capaz de contar lo que las palabras no cuentan, un lenguaje rico como un bosque o, como dice Marina Colasanti, palpitante como una vena. Creo que es a través de ese lenguaje como podemos alcanzar lo inalcanzable, lo secreto. Esto no quiere decir que no pueda ser un lenguaje sencillo, busco (y pido) un lenguaje sencillo y a la vez profundo, un lenguaje claro y a la vez repleto de posibles significados, un lenguaje que diga, pero que también calle. Una misma historia contada con ese lenguaje calará más profundo, porque apela al lector, a su subjetividad, y le interroga. Porque es capaz de tocarnos y emocionarnos. Encontrarlo es un reto.
P: “Cueto Negro” supone el despertar del deseo en Cecilia pero, al mismo tiempo, el terrible descubrimiento de una situación de abuso sexual. ¿Qué te llevó a mezclar ambas ideas?
R: El deseo tiene muchas caras, es una pulsión inevitable y hermosa, pero que también puede convertirse en un mostruo. Quería que mi protagonista, en su descubrimiento personal, se encontrara con la parte terrible del deseo. El despertar del amor y de todo lo que conlleva le abre los ojos a un mundo que hasta ahora estaba oculto. Comienza a ver cómo el deseo, invisible hasta entonces, está presente en las acciones de los adultos, lo ve en sus padres y lo ve en aquella terrible visión de la ventana. Ya nada volverá a ser lo mismo. No existe posibilidad de regresar a la infancia, porque el deseo le ha abierto los ojos a un mundo de placer y también de horror.
P: La adolescencia es un momento crítico en la lectura. ¿Qué más podríamos hacer para estimular a los lectores jóvenes?
R: Creo que hay mucho por hacer en las escuelas e institutos, que son los lugares que permiten igualar las oportunidades de todos los chicos independientemente de su origen. Ahora mismo, que los más jóvenes lean se consigue gracias al esfuerzo individual de unos pocos profesores.
Desde las instituciones se debería apoyar la lectura creando bibliotecas escolares con personal exclusivo dedicado a ellas. Creo que deben favorecerse los espacios pero también y sobre todo los tiempos para la lectura. En el instituto tienen tanta materia y se ven tan exigidos por el sistema de evaluación de acceso a la universidad que apenas tienen tiempo para leer. Debería establecerse ese tiempo en el horario escolar, dejando al menos media hora diaria de lectura desde primaria hasta bachillerato, tiempos que se podrían ir adaptando a las edades y necesidades.
Creo que también sería bueno que existiera una asignatura separada de lengua donde se leyera y escribiera esclusivamente. Dar ese tiempo y espacio a los jóvenes en esta sociedad acelerada es responsabilidad de todos. A nivel individual también podemos hacer mucho ofreciéndoles ejemplo leyendo, poniendo libros a su alcance, charlando con ellos y respetando sus lecturas. También deberían aparecer más referentes de adultos, jóvenes y niños leyendo en películas, series, juegos, redes sociales, etc.
Lóguez, una editorial honesta y comprometida
El jurado de los XI Premios Kirico también quiso destacar que el premio a “Cueto Negro” suponía un premio a una editorial pionera en la literatura infantil y juvenil, Lóguez, que se caracteriza por su honestidad y su compromiso; unos valores que Mónica Rodríguez también les atribuye.
Tal y como explica la autora, “Lóguez es una de las editoriales de más calidad de España. Me siento muy honrada de que haya publicado estos dos títulos (“Un gorrión en mis manos” y “Cueto Negro”). En ambos libros vi claramente que en Lóguez tendría un aliado, que posiblemente otras editoriales pondrían pegas. Lóguez se diferencia precisamente por esa honestidad y compromiso. Es una editorial valiente, arriesgada, que mima y cuida cada libro.”
Para conocer un poco mejor a esta editorial, que comenzó a publicar en 1977, hablamos con su editora, Maribel G. Martínez.
PREGUNTA: Sois una editorial pionera en la literatura infantil y juvenil en España. ¿Cómo habéis vivido todo el proceso de explosión de este sector? En vuestra opinión, ¿qué es lo mejor y lo peor que esto ha traído?
RESPUESTA: Como todos los que se dedican a la edición de libros, tendemos a ser exigentes con el trabajo que hacemos y sentimos preocupación por la sobreoferta de libros dedicados a niños y jóvenes. Obviamente, un mercado liberal no puede limitar la oferta, pero este desmesurado crecimiento conlleva inevitablemente la devaluación implícita en los libros dedicados a estas edades. Sin embargo, esto trae también consigo la revalorización de la Literatura Infantil y Juvenil y consiguientemente de sus creadores.
P: Mónica Rodríguez ha publicado con vosotros dos de sus libros más valientes. ¿Qué valores creeis que aporta Mónica con su escritura a la literatura juvenil?
R: Su innegable capacidad creativa y la calidad de su prosa que, con permiso de Mónica, no es valentía sino más bien dos exponentes de su gran dimensión literaria y humana.
P: El jurado ha querido destacar “vuestro compromiso y honestidad” a la hora de abordar ciertas cuestiones. No sabemos hasta qué punto es fácil apostar por temas realistas en la literatura juvenil.
R: La editorial se creó en condiciones difíciles durante el postfranquismo y, desde un principio, hemos intentado mantener dos importantes premisas: la coherencia en nuestro intento por aportar una renovación temática y por la calidad de las obras que hemos ido publicando. El camino no ha sido ni es fácil.
P: Las libreras más veteranas de Kirico recuerdan cómo fuisteis pioneros en el tratamiento de la sexualidad, con libros que quizás hoy no se podrían publicar. ¿Nos falta por madurar como sociedad?
R: Que nos falta madurar como sociedad se refleja en la reaparición de ideas y planteamientos políticos que considerábamos superados y que cuestionan gran parte de lo que algunos intentamos aportar para que nuestra sociedad sea tolerante y respetuosa en todos los ámbitos de la vida.
P: ¿Qué significa para vosotros el término calidad asociado a la literatura infantil y juvenil?
R: El concepto de calidad es tan amplio y subjetivo que cada editor seguro que tiene el suyo y lo considera el más válido. Nosotros nos remitimos a lo que publicamos y a la valoración de los lectores.
P: La adolescencia es un momento crítico en la lectura. ¿Qué más podríamos hacer para estimular a los lectores jóvenes?
R: Sabemos que se produce una fuga masiva de lectores cuando se llega a la adolescencia y ese volver la espalda al libro solamente creemos que puede ser contrarrestado con una apuesta mucho más importante, incrementando las medidas de apoyo a la lectura, a las librerías y a las bibliotecas.
Sonia Domínguez / Lola Gallardo