Dejar a Pippi en libertad
Pippi Calzaslargas es, sin duda, un singular personaje, ya clásico e imprescindible en la historia de la literatura infantil. Para nosotros, dejar a Pippi en libertad significa, entre otras muchas cosas, volver a sus páginas por primera o por enésima vez, entregarnos a una lectura en compañía (con niñas y/o niños, muchísimo mejor) y empaparnos […]
Pippi Calzaslargas es, sin duda, un singular personaje, ya clásico e imprescindible en la historia de la literatura infantil. Para nosotros, dejar a Pippi en libertad significa, entre otras muchas cosas, volver a sus páginas por primera o por enésima vez, entregarnos a una lectura en compañía (con niñas y/o niños, muchísimo mejor) y empaparnos de esos aires de libertad y ese olor a infancia, a independencia y a autenticidad que caracteriza estos relatos de la autora sueca Astrid Lindgren.
ICONO DE LA DIFERENCIA. ESTÍMULO DE IGUALDAD
Pippi es una niña que vive en la compañía de un mono, un caballo y ningún adulto. Es alegre y muy inquieta, se viste como quiere, piensa por sí misma y va descubriendo el mundo a golpe de aventuras y de aventurarse, sin mucho más control que el que ella misma se impone. Pippi es pecosa, pelirroja, con dos trenzas tiesas, usa medias a rayas y unas botas con cordones de colores diferentes. Es una niña valiente y tiene una fuerza extraordinaria. Podríamos no parar de describirla, el caso es que, lo hagamos como lo hagamos, digamos lo que digamos, no hay duda, Pippi está lejos, muy lejos del rol de niña vulnerable y frágil, necesitada de aprobación social.
Pippi es profunda y simbólicamente diferente y sin embargo, en vez de ser rechazada, encanta y seduce. Una clave que ha hecho que millones de niñas y niños del mundo la reciban con los brazos abiertos. Quizá esto hila con la idea de que el respeto a la diversidad y a la diferencia en todos los órdenes, de raza, de cultura, de género, de formas de hacer y de sentir es lo único que puede igualarnos.
RESCATAR A NUESTRA NIÑA
Pippi tiene ya la friolera de 75 años. Es un personaje literario atemporal y adelantado a su tiempo. Pippi Calzaslargas se publica y se lanza al mundo en 1945 por primera vez, con no pocas dificultades y rechazos por parte de las editoriales. Astrid Lindgren siempre aseguró que, aunque fue una historia que había escrito como regalo a su hija en su décimo cumpleaños, ella no se inspiró en su hija, sino en la niña que en ella habitaba aún. No nos cabe duda de que consiguió rescatarla. Ella estaba convencida de que el éxito de su personaje radicaba también en que fuera niña, pues chocaba mucho más con los roles estereotipados de género que si hubiera escogido a un niño.
Está claro que en más de una ocasión y por más de un motivo, el personaje de Pippi teje un hilo de conexión con la esencia natural de niñas y niños, los rescata y los pone en valor, representando una liberación para ambos. También lo vemos cuando, como si fuera un Peter Pan, Pippi no quiere crecer. Ella sabe de la importancia de ser niña, de lo que perderá cuando deje de serlo y así lo cuenta:
“-Pippi, hace ya un año que vives en Villa Mangaporhombro -dijo de pronto Annika cogiéndola del brazo.
-Sí, el tiempo vuela y nos hacemos viejos-repuso Pippi -. Este otoño cumpliré diez años, y creo que entonces mis mejores días habrán pasado ya.” (1)
DERRIBANDO TÓPICOS EN LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL
Las palabras de Astrid Lindgren reflejan el profundo respeto a la infancia en el que está envuelto su trabajo como escritora.
“…un libro para niños puede contener episodios que resultan divertidos tanto para niños como para adultos. También se pueden escribir cosas que los adultos no entienden, que van dirigidas exclusivamente a los niños. Pero los guiños al mundo adulto por encima de la cabeza de los niños están totalmente prohibidos, son una desfachatez para los pequeños lectores” (2)
Con declaraciones como estas, no nos podemos extrañar de que haya creado personajes tan profundamente ligados al mundo infantil. La lectura de Pippi Calzaslargas abre ventanas y deja entrar aire y frescura. También abre puertas, las de la intriga, porque no se sabe nunca qué piensa Pippi ni cómo actuará y eso hace que queramos seguir leyendo. A menudo, podemos toparnos con preocupaciones por parte del mundo adulto con respecto a la literatura entendida como enseñanza y así se piensa, algunos con pesadumbre, otros con ánimo, que niñas y niños reproducirán los roles que están escritos. Y si son las niñas las que pueden reproducirlos, la preocupación aumenta. Pero lo cierto y eso lo saben las lectoras y lectores, es que la literatura es placer y un fin en sí mismo. Por eso y ante las amenazas de no publicación de sus obras por imaginar a una niña atípica y diferente, Astrid Lindgren afirmaba: “Los niños no imitan a Pippi, saben que ella es única” (1).
Pippi pertenece al mundo de la ficción, no anima a niñas y niños a ser como ella es, sino que va más allá. Por eso, el título escogido en esta entrada, Dejar a Pippi en libertad, es dejar leerla, sentirla, porque también es dejar que niñas y niños puedan sentir sus propias diferencias sin ser juzgados socialmente por ello.
(1)- Pippi Calzaslargas. Todas las Historias. Ed. Blackie Books 2015, pág.185
(2)- Astrid Lindgren en Revista Clij nº31, Septiembre de 1991. Entrevista de Isabel Carvajal
Lola Gallardo, Rayuelainfancia