Entre bosques de libros y una Maga de cuento

La delicadeza de este bosque no está solo en su apariencia de escaparates mimados y colores claros en su interior. Predomina el blanco y la transparencia. La delicadeza es una cierta cualidad que ganan los libros y las personas cuando entran en este lugar que transmite orden, serenidad y selección. Lara ha hecho de su librería un lugar singular, su lugar. Dispuesta a compartirlo pero no a entregarlo, dispuesta a darle vida con talleres, encuentros, exposiciones…Decidida a impulsar la lectura con los libros que le gustan y por los que apuesta. Las luces de un bosque que invitan a entrar.  

Para ser librera/o  ¿hay que tener vocación?
Hay que tener, sobre todas las cosas, pasión por los libros y la literatura, disfrutar compartiendo lecturas.
Qué es lo mejor y lo peor del oficio.
Lo mejor, las conversaciones con los lectores, las recomendaciones mutuas. Lo peor: la parte administrativa y la pelea cotidiana por elegir y mantener el fondo de nuestra librería, al margen de los dictados del mercado.
Tres requisitos necesarios para que la librería funcione bien.
Conocer el fondo, hacer recomendaciones personalizadas y cuidar con mimo cada detalle.
¿Qué autor o ilustrador te gustaría tener una tarde en tu librería?
Como autor, mi sueño es imposible: me hubiera encantado tener a mis escritores favoritos: Roald Dahl o a Arnold Lobel. De los ilustradores, han pasado algunos ya por la librería y otros están por venir.  Pero puestos a pedir, me gustaría que me visitara Shaun Tan.  Tuve oportunidad de escucharle en Bolonia y sería un placer poder conversar con él sobre su trabajo una tarde entera.
Recomiéndanos…
Un libro infantil para reírse: La noche de la visita, de Benoît Jacques, editado por A buen paso.

Uno para disfrutar con las ilustraciones: Salvaje, de Emily Hughes, publicado por Libros del Zorro Rojo.

Un libro infantil que todos deberían conocer: ¡Qué asco de bichos! y El cocodrilo enorme, de Roald Dahl.

¿El mejor lugar para leer?  Una hamaca entre dos árboles frondosos (aunque en realidad me vale cualquiera: un café, el tren, la cola de la carnicería, la parada del autobús… lo que importa es que el libro merezca la pena)
Un deseo para las librerías. Resistir siendo fieles a nuestro espíritu.