Entrevistas

Cuestionario librero 42: Álvaro Pombo

Ha llegado un momento en el que una de las cosas que más valora de una librería, dice, es que tenga un buen sillón. Álvaro Pombo (Santander, 1939) se define como “sedentario” y dice llevar “una vida de estufa”, pero es -eso lo decimos nosotros- una vida muy fecunda y despierta; acaba de publicar El […]

Ha llegado un momento en el que una de las cosas que más valora de una librería, dice, es que tenga un buen sillón. Álvaro Pombo (Santander, 1939) se define como “sedentario” y dice llevar “una vida de estufa”, pero es -eso lo decimos nosotros- una vida muy fecunda y despierta; acaba de publicar El destino de un gato común, ya ha entregado otra novela a Destino y se dispone a redactar (y dictar) una ambiciosa recreación de 1936 en su ciudad natal. El autor de los Relatos sobre la falta de sustancia o de esa obra maestra que es Contra natura, merecedor del Premio Planeta en 2006 y del Premio Nadal en 2012, es un hombre divertidísimo, lúcido y atento, despistado y memorioso. Lector de filosofía y teología, amante de los gatos y sillón ‘j’ de la Real Academia Española, Pombo, que tampoco anduvo muy lejos de ser senador, ha aceptado responder nuestro “cuestionario librero”, con pregunta final de  Noelia Solís y Héctor Monterrubio, de la Librería Ícaro (Segovia):

[Fotografía: Álvaro Pombo, en Madrid, 13 de octubre de 2020. Fotografía de Juan Marqués.]

¿Cuál fue el libro que inoculó en ti el veneno de la lectura?

Imposible mencionar un sólo libro: pero para hacer lo imposible, mencionaré: Una biografía de Robert Louis Stevenson que se titula El cazador de tesoros. Y quizá La isla del tesoro también. Fueron muy importantes para mí los “Silbatos de a penique”.

¿Hay algún personaje de novela al que te gustaría parecerte (o te hubiera gustado cuando lo leíste)?

Me hubiera gustado, en tiempos, parecerme a Adrian Leverkühn, el músico de Doctor Faustus de Thomas Mann.

¿Cómo eliges tu siguiente lectura? ¿Qué peso tiene la selección de la librería o la recomendación del librero / de la librera en tu decisión de compra?

Tienen mucha importancia en la elección de mis próximas lecturas, algunas reseñas de los periódicos, pero, sobre todo, la novela o el poema o lo que sea que esté escribiendo en cada momento. Ahora tengo que aprovechar el tiempo, hay mucho que leer, leo para escribir.

Sé valiente, por favor: ¿qué lectura “insoslayable” tienes todavía pendiente?

Finnegans Wake, de James Joyce.

¿Sabes de algún libro extranjero que habría que traducir con urgencia, o alguno descatalogado o muy desconocido que haya que reeditar para bien del mundo?

No se me ocurre ningún libro extranjero en este momento que haya que traducir con urgencia.

Algún vicio inconfesable sobre libros (subrayar, tirar a la basura, robar, gastarte lo que no tienes, esconder los libros que compras para que no te riñan en casa, hacer listas y hasta estadísticas con los libros que lees, leer hasta el ISBN y el colofón…)

Subrayar profusamente los libros y doblar las esquinas superiores de las páginas que me gustan más.

Define tu perfil de librero/a ideal: tímido/a, parlanchín/a, con un ordenador en la cabeza, sabelotodo, a la última, clásico/a…

La librera que mejor conozco es Lola, la propietaria y emprendedora librera de la librería Alberti. Tiene que ser una persona como Lola, que es muy simpática y vital, pero que a la vez está muy al tanto de las publicaciones literarias y filosóficas que van saliendo.

¿Qué tiene que tener una librería para que te apetezca volver a ella?

Me gustan las librerías de fondo, como es, ya lo he dicho, la librería Alberti de Lola. Y me gusta poder sentarme en las librerías, que haya algún sillón o algo para poder hacerlo.

Recomiéndanos, por favor, un clásico (o varios), y un libro reciente.

El clásico que os recomiendo es el Retrato de una dama, de Henry James. Y el contemporáneo, Expiación, de Ian McEwan.

[Y la pregunta 10 la lanzan Noelia Solís y Héctor Monterrubio, de la Librería Ícaro (Segovia):]

“Usted posee una gran formación en el ámbito de las letras, con un tiempo de estancia en el Reino Unido. Además, tiene una dilatadísima carrera en el mundo de la narrativa y de la poesía. Aprovechando todo ese bagaje nos gustaría preguntarle qué medidas, educativas o de otro tipo, podrían ponerse en marcha para fomentar la lectura en España”.
Yo creo que la clave está en convertir un hecho espiritual, como es leer, en una acción. Los niños necesitan acción, sentir que actúan, y leer les parece, en principio, poco emocionante. De modo que tal vez se les podría incitar más bien a escribir pequeñas redacciones, o a contar cuentos o crónicas, explicar en público lo que han hecho en las vacaciones, con detalles: has estado en la playa, sí, pero cómo era la arena; tenías una pelota, sí, pero ¿de qué color?… Tener lectores o espectadores les motivaría. Y así podrían acabar entendiendo que la literatura es algo que les concierne, que sirve para cosas que les pueden importar, y también comenzarían a familiarizarse, de forma natural, con un universo simbólico, filosófico, poético… Lo cual les llevaría a la curiosidad por saber cómo viven los demás, y eso está en los libros. De modo que, como esos niños que aprenden a correr antes que a andar, yo enseñaría a escribir antes que ponerles a leer libros a destiempo.