Cuestionario librero nº 30: Jonás Trueba
La que ha mantenido el cine español con la literatura no ha sido, históricamente, una relación demasiado feliz: no hay muchas adaptaciones memorables, son idiomas que en general se han mirado de reojo, y uno ha recurrido a la otra (y viceversa) más por interés que por gratitud, sin entenderse bien, sin verdadera complicidad. Por […]
La que ha mantenido el cine español con la literatura no ha sido, históricamente, una relación demasiado feliz: no hay muchas adaptaciones memorables, son idiomas que en general se han mirado de reojo, y uno ha recurrido a la otra (y viceversa) más por interés que por gratitud, sin entenderse bien, sin verdadera complicidad. Por eso es tan reconfortante que un director joven como Jonás Trueba, al modo de la ‘Nouvelle Vague’, haya llenado de libros sus películas y lo haya hecho con naturalidad, sin mitomanía, por pura celebración. Si los libros están en nuestra vida, los libros están en nuestra obra, desde el aturdido poeta que protagonizaba Todas las canciones hablan de mí hasta la conversación que abre la maravillosa La Virgen de agosto. Él mismo publicó Las ilusiones, un cuaderno de rodaje de Los ilusos que derivaba en novela, y ahora prepara una edición del cancionero completo de su amigo Rafael Berrio. Antes de que se marchara a Francia para estrenar allá su última película, lo citamos para que respondiera al cuestionario librero, esta vez con pregunta final de Cristina Sanmamed y Álvaro Muñoz Guillén, de La Puerta de Tannhäuser (Plasencia, Cáceres).
[Fotografía: Jonás Trueba, en Madrid, 1 de julio de 2020. Fotografía de Juan Marqués]
¿Cuál fue el libro que inoculó en ti el veneno de la lectura?
En todo caso, sería un veneno que se ha ido renovando a lo largo de mi vida, con varios libros que han sido especialmente inspiradores en diferentes etapas vitales, que te devuelven la fe en la literatura una y otra vez… El primero que me viene a la cabeza puede ser La historia interminable, porque lo leía con mi madre a pachas, por las noches antes de dormir.
¿Hay algún personaje de novela al que te gustaría parecerte (o te hubiera gustado cuando lo leíste)?
En la primera adolescencia me obsesioné mucho con Philip Marlowe, intenté incluso ir por ahí con gabardina, con escaso éxito (un poco como le pasaba al Woody Allen de Sueños de seductor…).
¿Cómo eliges tu siguiente lectura? ¿Qué peso tiene la selección de la librería o la recomendación del librero / de la librera en tu decisión de compra?
Me suele pasar que un libro que me lleva a otro. Con los ensayos, que es lo que ahora leo más, es muy fácil que aparezca un libro citado que te llama especialmente la atención y vas a por él. De alguna forma los propios escritores que vas leyendo se convierten en tus mejores consejeros. Luego siempre he tenido amigos que son buenos lectores y me recomiendan. Creo que los libreros no han pesado tanto en mis selecciones, mentiría si dijera lo contrario. Aunque desde que mi tío Jesús abrió su librería, La Buena Vida, sí que que se ha convertido en un referente, porque pasan muchos libros por él y me descubre cosas, igual que Pilar Torres, que trabaja con él de librera y está a todas.
Sé valiente, por favor: ¿qué lectura “insoslayable” tienes todavía pendiente?
Pues casi todas, porque además soy un lector lento. Pero siempre me estoy planteando cuando empezar por la serie de los “Episodios nacionales”, de Galdós.
¿Sabes de algún libro extranjero que habría que traducir con urgencia, o alguno descatalogado o muy desconocido que haya que reeditar para bien del mundo?
La biografía de Chéjov de Donald Rayfield. Lo bueno es que nos la tradujo Daniel Gascón para Plot Ediciones, hace ya mucho tiempo… ¡Confío en que por fin la podamos sacar pronto!
Algún vicio inconfesable sobre libros (subrayar, tirar a la basura, robar, gastarte lo que no tienes, esconder los libros que compras para que no te riñan en casa, hacer listas y hasta estadísticas con los libros que lees, leer hasta el ISBN y el colofón…)
Cada vez más suelo marcarlos doblando esquinas de páginas y también subrayo o incluso hago florecitas en el lateral cuando algo realmente me gusta… Hace unos años trataba de dejarlos impolutos, pero ya no… Suelo transcribir partes en mis propios cuadernos de notas, y algunos fragmentos los copio en un documento y los categorizo por ideas, como en un abecedario personal…
Define tu perfil de librero/a ideal: tímido/a, parlanchín/a, con un ordenador en la cabeza, sabelotodo, a la última, clásico/a…
Me gustan todo tipo de libreros, incluso los que son de entrada más hoscos o incluso antipáticos. Tampoco me gusta que me avasallen con preguntas o recomendaciones. Me gusta escucharles cuando les hablan a otros clientes, por ejemplo, mientras voy hojeando libros y estanterías…
¿Qué tiene que tener una librería para que te apetezca volver a ella?
Me gusta que tenga fondo y no sólo novedades, aunque sé que no es fácil la mayoría de las veces. Pero también te puedes enganchar a una librería por su manera de disponer los libros en las mesas y estanterías, que no siempre tiene que ser lo obvio o más comercial. El espacio, la luz y el sonido también son importantes. La sensación de que puedes quedarte allí tranquilamente, sin sentirte observado.
Recomiéndanos, por favor, un clásico (o varios), y un libro reciente.
Un clásico, La montaña mágica. Es un libro que podría releer cada verano. Tiene algo atemporal a pesar de ser tan de su momento, periodo de entreguerras y con esa sensación del desastre que se cierne sobre la civilización… Quizá por eso no deja nunca de hablarnos. Un libro reciente: Tensión y sentido, de Mariano Peyrou. Porque es una invitación a leer poesía pero sobre todo a leer sin prejuicios, con exigencia, y así poder llegar a disfrutar más
[Y la pregunta 10 la lanzan Cristina Sanmamed y Álvaro Muñoz Guillén, de la librería La Puerta de Tannhäuser (Plasencia, Cáceres):]
“¡Hola Jonás! Cuando escribiste tu novela Las ilusiones, con Editorial Periférica, la acción se situaba en un Madrid post 15-M y su protagonista ansiaba rodar una película que lograra reflejar y contar la realidad que vivía la joven sociedad española esos años. Ahora que nos situamos en un momento en el que el coronavirus ha puesto del revés al mundo, ¿qué diferencias y similitudes podría haber entre “las ilusiones” de aquella época y las de ahora? y ¿de qué manera se enfrentarían a esta situación, esos mismos jóvenes protagonistas de Las Ilusiones?
Es verdad que escribí ese libro en el momento más fuerte de la crisis, pero no lo hice con vocación política ni generacional. Era mi manera de sobrevivir sin caer en el pesimismo absoluto. Recuerdo que iba a la biblioteca del Reina Sofía, prefería escribir allí en lugar de en casa. Supongo que me ayudaba estar cerca de los que andaban por allí estudiando, confiado en el futuro a pesar de todo. Fueron años de crisis y de poner algunas cosas en claro; en mi caso que las películas que yo quería y necesitaba hacer, sólo las iba a poder hacer dependiendo de mí mismo y de unos pocos buenos amigos. Así se hizo Los ilusos, y fue un poco catarsis en nuestro grupo de amigos, una especie de reinvención. Nos hicimos fuertes en la crisis, creo que igual que vosotros, Álvaro y Cristina, que le echasteis valor en esos mismos momentos y conseguisteis abrir una librería en plena crisis y hoy es un lugar de referencia. ¡A ver cuándo puedo visitaros! Ahora que llega otra crisis, la verdad es que aún no sé bien a lo que atenernos, pero pinta muy mal… Para nuestra generación es como vivir en una crisis perpetua, así que supongo que llueve sobre mojado y ya estamos calados, pero nos hemos acostumbrado a resistir y hemos sabido fabricar algunas herramientas. Me preocupa más los que ahora tienen 20 años…