Cuestionario librero nº 5: Antonio Lucas
Compatibilizando desde hace veinte años el día a día del periodismo y el tiempo sin tiempo de la poesía, las cosas que pasan y las cosas que quedan, Antonio Lucas (Madrid, 1975) se ha destacado concretamente en la crítica de arte (no en vano es hijo del pintor murciano José Lucas), en el género […]
Compatibilizando desde hace veinte años el día a día del periodismo y el tiempo sin tiempo de la poesía, las cosas que pasan y las cosas que quedan, Antonio Lucas (Madrid, 1975) se ha destacado concretamente en la crítica de arte (no en vano es hijo del pintor murciano José Lucas), en el género de la entrevista o en de la semblanza (algunas de éstas reunidas en Vidas de santos). Poeta multipremiado (El Ojo Crítico, Ciudad de Melilla, Loewe…), publica ahora Los desnudos (Visor), que también sale al mundo con galardón: el Premio Generación del 27.
- ¿Cuál fue el libro que inoculó en ti el veneno de la lectura?
- Recuerdo la lectura de Las aventuras de Tom Sawyer, de Twain, como el primer libro con el que tuve la sensación de estar haciendo algo por mi cuenta con un libro, cuando quería, el tiempo que quería. Al terminarlo tenía apetito de buscar más historias que leer, y ya se convirtió en costumbre. La poesía, sin embargo, llegó cinco años después. Y el libro que me hizo quedarme fue Residencia en la tierra, de Neruda. No sabía qué era aquello exactamente, pero me entusiasmaba ese chorro de imágenes hecho con palabras en las que todo parecía posible.
- ¿Hay algún personaje de novela al que te gustaría parecerte (o te hubiera gustado cuando lo leíste)?
- Si vale un personaje real, a los 17 años querría haber vivido como Rimbaud aunque dudo que hubiese sabido hacerlo.
- ¿Cómo eliges tu siguiente lectura? ¿Qué peso tiene la selección de la librería o la recomendación del librero / de la librera en tu decisión de compra?
- Las siguientes lecturas siempre son azarosas. A veces salen del libro en marcha, otras de promesas pendientes, en ocasiones por lo que llega a las mesas de novedades, también por la sugerencia de alguien en quien confías, o por lo que escuchas en algún lugar. También por algunas libreras o libreros amigos cuando hablan con entusiasmo verdadero de algún libro. Cuando percibo ese tono de admiración que a veces despliegan sé que hay que acercarse.
- Sé valiente, por favor: ¿qué lectura “insoslayable” tienes todavía pendiente?
- La montaña mágica, de Thomas Mann, y Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar.
- ¿Sabes de algún libro extranjero que habría que traducir con urgencia, o alguno descatalogado o muy desconocido que haya que reeditar para bien del mundo?
- No sé si con urgencia, pero sí hacerlo cuanto antes: la correspondencia entre Rilke y André Gide, creo que el libro lleva tiempo descatalogado.
- Algún vicio inconfesable sobre libros (subrayar, tirar a la basura, robar, gastarte lo que no tienes, esconder los libros que compras para que no te riñan en casa, hacer listas y hasta estadísticas con los libros que lees, leer hasta el ISBN y el colofón…)
- Hubo una época en que gasté lo que no tenía y mi padre debía salir al rescate “avanzándome” regalos de cumpleaños. Eso funcionó hasta que echamos cuentas y con 26 tenía ya cumpleaños adelantados hasta los 38. Eran momentos en que ‘padecí’ una ludopatía por las primeras ediciones que aún asoma alguna vez. Pero ahora, cuando el asunto está a punto de consumarse, me asomo a lo que aún queda por pagar de hipoteca y regreso a tierra.
- Define tu perfil de librero/a ideal: tímido/a, parlanchín/a, con un ordenador en la cabeza, sabelotodo, a la última, clásico/a…
- Un poco de todo eso y, además, con una osadía de lector que no tema sugerir libros a los que quizá yo no me habría acercado. Tengo la suerte de contar con libreras y libreros cerca que, sin pretenderlo, son faros de costa.
- ¿Qué tiene que tener una librería para que te apetezca volver a ella?
- Ese cruce entre brasa de hogar y cuarto a solas donde uno se quedaría sin extrañar demasiadas cosas de fuera.
- Por último, recomiéndanos, por favor, un clásico (o varios), y un libro reciente.
- En poesía, La tierra baldía de Eliot y los poemas de Emmy Hennings. En novela, Las olas, de Virginia Woolf, y Desierto sonoro de Valeria Luiselli. En ensayo, Contra el fanatismo, de Voltaire, y Seguir con el problema, de Donna Haraway.
- Y la pregunta número 10 la lanza Javier García Clavel, de la Librería Atenea (Murcia):
- “¿Están adelgazando las páginas culturales porque no interesa la cultura, o es porque la gente interesada en la cultura ya no le encuentra mucho sentido a esos suplementos? ¿Qué remedios pondría para una cosa o para la otra?”
- La pregunta es muy pertinente, Javier. Desde hace unos años el espacio dedicado a la cultura en los medios de comunicación es cada vez más rácano. Y en esa estrechez, también menos exigente. No creo que sea un problema de desinterés de los lectores, oyentes o espectadores de los medios sino un ánimo erróneo de muchas de las empresas. La cultura, dicen, no es rentable. Una excusa incierta: la cultura es más que rentable porque una lectora o lector sensible, con sentido crítico y con inquietud, es un lector asegurado a largo plazo. Y ese tipo de público es el que entiende el espacio cultural en los medios como parte de una oferta necesaria, incluso como parte de su proyecto intelectual. Otro debate es el de la necesidad de repensar esas páginas o espacios culturales, los suplementos y demás. Ahí sí, la revisión debe ser profunda. Esta situación global sobrevenida hará que los periodistas tengamos que sentarnos a reinventar todo aquello que dábamos por hecho, confiando en una inercia que daba síntomas de agotamiento. No podemos, ni debemos, dar cuenta de la realidad y los movimientos culturales como si nada hubiese pasado.