Francfort despliega la épica del libro (José Andrés Rojo – El País)
Las cifras abruman. Además de las consignadas en la ficha de la feria, en una noche se instalan más de 100.000 metros cuadrados de moqueta, se colocan 18.000 metros de cables de corriente eléctrica, se instalan unas 13.000 bombillas y si las paredes que separan los diferentes stands se colocaran una detrás de otra se desplegarían a lo largo de 17 kilómetros. Abruman las cifras, pero luego lo que verdaderamente abruma es la frenética actividad de los profesionales de este negocio. Porque es aquí, en esos 13 pabellones, en la sala reservada a los agentes, en las reuniones y fiestas que no dejan de celebrarse, donde pasa a primer plano el carácter mercantil del libro. Reina el negocio, que pasa…
Las cifras abruman. Además de las consignadas en la ficha de la feria, en una noche se instalan más de 100.000 metros cuadrados de moqueta, se colocan 18.000 metros de cables de corriente eléctrica, se instalan unas 13.000 bombillas y si las paredes que separan los diferentes stands se colocaran una detrás de otra se desplegarían a lo largo de 17 kilómetros.
Abruman las cifras, pero luego lo que verdaderamente abruma es la frenética actividad de los profesionales de este negocio. Porque es aquí, en esos 13 pabellones, en la sala reservada a los agentes, en las reuniones y fiestas que no dejan de celebrarse, donde pasa a primer plano el carácter mercantil del libro. Reina el negocio, que pasa por un buen momento, como afirmó ayer el director de la feria, Jürgen Boos, en la rueda de prensa de presentación del evento, y todo el glamour de la literatura y el prestigio cultural del soporte pasan a segundo plano. De lo que se trata es de vender y de comprar.
Esta vez el país invitado es la India. Valga de nuevo el baile de cifras: 24 lenguas oficiales, 120 dialectos y lenguas regionales, y una tirada anual de 80.000 títulos nuevos (de los cuales 20.000 son en inglés) para unos 600 millones de lectores de una población de más de 1.000 millones de habitantes. En la feria contarán con unos 4.000 metros cuadrados para que 200 editoriales (hay unas 15.000 en la India, aproximadamente) muestren sus propuestas. Visitarán Francfort más de 70 autores, algunos de ellos ya conocidos para el lector español, como Amitav Ghosh o Vikram Chandra. Y se podrá ver que en el inmenso subcontinente asiático conviven tradiciones milenarias con una sociedad hipermoderna en la que la tasa de crecimiento de su economía, la cuarta del planeta, es del 7%.
Cataluña en 2007
El próximo año el país invitado es Cataluña, que presentará en la feria mañana un ambicioso programa que pretende llevar su cultura no sólo a Francfort sino también a otras ciudades alemanas, y no sólo en los días de octubre sino durante más tiempo. Su participación ha generado polémica sobre la inclusión o no en la representación institucional de autores catalanes que escriben en castellano. Ahora, lo que ha sorprendido en medios profesionales es la cuantía del apoyo económico otorgado a esta iniciativa desde el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.
Los seis millones de euros para el desembarco catalán en Francfort y Alemania superan la cantidad con la que han contado, a través de la Secretaría de Comercio Exterior, todas las iniciativas editoriales realizadas hasta ahora fuera de nuestras fronteras (el costo de la presencia de España como país invitado en la Feria de Francfort en 1991 fue de 1,2 millones de euros, pagados por el Ministerio de Cultura). El encantamiento de los profesionales durará si la entidad de las ayudas permanece e inaugura una nueva etapa de apoyo exterior al libro mucho más generosa. Otra cosa será si se aplicó una vara distinta de medir y el reparto de fondos hubiera sido, en este caso, muy poco equitativo.
Al margen de esta cuestión, la feria procura en cada edición convertirse también en un espacio de debate sobre las cuestiones más urgentes relacionadas con el libro. Y está claro que una de sus vocaciones fundamentales es la de crear lectores. La educación, en resumidas cuentas, como insistió ayer Boos. Así que, en esta oportunidad, distintas iniciativas (conferencias, debates, seminarios, un ambicioso encuentro con personalidades relevantes de la política y la cultura), entre las que destaca un foro para combatir el analfabetismo funcional (tanto en Alemania como en la India), se llevarán a cabo bajo el lema Educación para el futuro.
Cierto es que se trata de comprar y vender, y ayer la presidenta de la Unión Internacional de Editores, la argentina Ana María Cabanellas, señaló que los cerca de 69.000 millones de euros que mueve el sector en el mundo superan la facturación de la industria de venta y alquiler de vídeos, la de la venta de CD y juegos de ordenador, y la de la venta de productos musicales por Internet. Las sombras de ese balance optimista saltan a primer plano cuando se sabe que "un tercio de todos los libros se publican en el mercado norteamericano, otro tercio en Europa y algo menos en el área asiática del Pacífico", dijo. "Las publicaciones en el mundo árabe, en la África subsahariana y en Latinoamérica suman un 5%". Hay muchas zonas, pues, donde el libro prácticamente no existe y, en algunos casos, si existe lo hace gracias a la piratería (se refirió a México, donde las ediciones piratas superan a la suma de las realizadas por el Estado y las empresas privadas).
El libro es una mercancía peculiar y por eso Francfort es una suerte de cita legendaria donde se miden las inteligencias y sensibilidades de los editores más brillantes y sofisticados. ¿Quién se quedará con la mejor pieza? ¿Quién publicará en otros ámbitos a ese autor que ha revolucionado su propia lengua? ¿Quién negociará el título que venderá más la próxima temporada? Hoy empiezan los tira y afloja en esos 13 pabellones, en los que se han organizado una infinidad de actos a los que acuden, entre otros, Günter Grass, Donna Leon, Martin Walter o Zadie Smith y donde los libreros y editores alemanes entregan su prestigioso Premio de la Paz, que este año recibirá el sociólogo alemán Wolf Lepenies.