“Corazón de pájaro” de Mar Benegas y Rachel Caiano
Siempre es una buena noticia que una editorial apueste por crear dentro de su catálogo una colección dedicada a acercar el mundo poético a los lectores menudos.
Así lo ha hecho Akiara Books con la colección Akipoeta, que se ha estrenado estos días en nuestras librerías con “Corazón de pájaro” de Mar Benegas y Rachel Caiano, un cuento en prosa poética, una bella metáfora sobre el descubrimiento de la poesía y del amor protagonizada por Nana, una niña de agua.
Nana nació al lado de la mar y antes de aprender a nombrar el mundo que le rodea, ya percibe un idioma secreto en todo aquello que ve: las olas, los pájaros, los árboles. Los objetos que va atesorando no son simples objetos sino universos en los que cualquier cosa puede suceder.
Por eso, Nana se llenará de palabras con las que jugar a descifrar los secretos y de preguntas que nadie sabrá responder. Tendrá que escribirlas, para que no se le escurran entre los dedos como la arena de la playa, y con su amigo Martín, el hijo del panadero, acabará descubriendo cuál es el sentido de la poesía y de aquello que llaman amor; un viaje no exento de despedidas y reencuentros, de laberintos y nuevos interrogantes.
“Corazón de pájaro” es un libro hermoso en la forma y en el fondo, que invita a detenerse en la exploración de los detalles.
Lo primero que llama la atención es la edición, encuadernada a hilo visto, con un formato alargado y un tipo de papel que acaricia las yemas de los dedos. Además, las ilustraciones de Rachel Caiano, hechas con pincel y apenas tres colores (rojo, negro y azul), son sencillas y delicadas, muy sugerentes, sobre todo en el deslumbramiento de la naturaleza.
Lo que hace Mar Benegas es jugar con las palabras y con los conceptos. Abrir ventanas a las posibilidades de explorar todas las sensaciones que se despiertan. Desvelar su método: inventar la vida secreta de las cosas pequeñas pero importantes, abrir un libro de poesía y leer, escribir con tinta invisible. Lo que hace es invitarte a crear tu propio método, jugando, observando y volviendo a jugar.
Pocas veces hemos leído una definición tan hermosa de la lectura como la que le atribuye a Nana: “Cuando aprendió a leer tuvieron que buscar libros para hacer una escalera. A ella le gustaba subir, de puntillas, hasta las ramas más altas del cerezo que había en el jardín. Allí, decía, estaban las frutas más dulces y las palabras más hermosas, que eran siempre las más difíciles de encontrar.”
Lo que “Corazón de pájaro” nos transmite es que la poesía es una casa, una forma de mirar y de entender, que puede ayudarnos a contestar algunas preguntas imposibles. A desenredar el ovillo. A saborear el pan.
Sonia Domínguez / Grupo Kirico