La devoción por las letras invade Cartagena
"Increíble todo esto. Si fuera para un concierto de Shakira se entendería, pero es que… ¡es un congreso de la lengua!", se lamentaba un apretujado participante una hora y media antes en los atiborrados accesos de control al IV Congreso Internacional de la Lengua Española que ayer arrancó en Cartagena de las Indias, Colombia. Un congreso de la lengua, sí, pero en pleno Caribe, y con los Reyes de España, el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, ex presidentes, ministros, sabios académicos, orquesta en directo…Pero sobre todo él, Gabriel García Márquez, de blanco inmaculado de pies a cabeza, el gran homenajeado, a sus 80 años, por ser el escritor vivo en español más importante. Y como tal fue recibido, con cinco…
"Increíble todo esto. Si fuera para un concierto de Shakira se entendería, pero es que… ¡es un congreso de la lengua!", se lamentaba un apretujado participante una hora y media antes en los atiborrados accesos de control al IV Congreso Internacional de la Lengua Española que ayer arrancó en Cartagena de las Indias, Colombia. Un congreso de la lengua, sí, pero en pleno Caribe, y con los Reyes de España, el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, ex presidentes, ministros, sabios académicos, orquesta en directo…
Pero sobre todo él, Gabriel García Márquez, de blanco inmaculado de pies a cabeza, el gran homenajeado, a sus 80 años, por ser el escritor vivo en español más importante. Y como tal fue recibido, con cinco minutos de apoteósicos aplausos.
No llevaba Gabo la famosa guayabera que le inmortalizó hace 25 años cuando recibió el Nobel, pero aún así el aire era bien caribeño, como todo en el centro de convenciones, tan abarratado con sus 1.500 invitados. Obras de enladrillado en la acera de enfrente; en el puerto, un submarino sumergido y centenares de personas pegadas a las puertas de vidrio del recinto esperando no se sabe bien qué. Y, por doquier, 2.300 policías. 600 de ellos venidos ex profeso.
Entre esas mil caras del Caribe está la de la pobreza y la desigualdad, que casi nunca se cita en los grandes eventos en Cartagena de Indias, pero a la que sí hizo referencia el escritor y periodista argentino Tomás Eloy Martínez, en uno de los primeros discursos inaugurales. El autor de Santa Evita hizo aflorar el drama del 80% de la población que vive en la pobreza y el 5% de los latinoamericanos que aún no saben leer ni escribir. Duro contraste ante una lengua "flexible y abierta y tan rica que en los momentos más grandes de desolación -exilio, pérdida de un gran amor…- siempre me ha permitido encontrar la palabra para expresar ese sentimiento".
Otra riqueza de la lengua es puramente económica, como destacó el director del Instituto Cervantes, César Antonio Molina, que cifró en un 15% su aportación al Producto Interior Bruto. Y se refirió a un nuevo informe que habla ya de un billón de euros a la economía española en la última década.
La lengua, mágica, pasó sin embargo sin transición, siempre de la mano de Cien años de soledad, la obra de ese "tsunami" de la literatura, como lo calificó Belisario Betancur, presidente del comité de honor del congreso. Lo demostró Antonio Muñoz Molina. Desde que leyó la primera línea de la obra maestra de Gabo quedó "sumergido en un manual para contar atrapado por el sobresalto de lo nuevo y el hechizo de los encuentros primitivos y familiares". Muñoz Molina, confesó que descubrió su vocación literaria en la obra cumbre del realismo mágico y el boom literario que le cobijó. "Es un clásico que abrió las puertas y ventanas de la imaginación a todo el mundo", había apuntado ya antes Tomás Eloy Martínez.
Los aires de realidad irreal volvieron al evento cuando el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton hizo su aparición a la manera de una estrella del rock. Y se reforzaron con el rey Juan Carlos, quien recitó todos los motivos por lo que se agasajaba, de una sola tacada, a Gabo: sus 80 años, los 60 de la publicación de su primer cuento, La tercera resignación; 40 de la de Cien años de soledad,
cuya edición conmemorativa se le entregó ayer a su autor, y 25 del premio Nobel. Uribe, en cambio, reconoció al Gabo político cuando dijo: "Usted no ha ayudado en la pacificación del país y cuando no funcionó nos avisó de su escepticismo".
El Rey afirmó que Cien años de soledad "es en sí mismo un ejemplo vivo de la unidad del español en su diversidad"; una lengua en expansión pero que para consolidarse requiere una mayor presencia en la ciencia y en organismos internacionales, "donde no se la reconoce como merece por el contingente de sus hablantes", según Víctor García de la Concha, presidente de la Real Academia Española y del comité científico del congreso.
Se acababa el acto y sobre los asistentes llovía confeti amarillo a modo de mariposas bailarinas al son de una canción de los niños vallenatos dedicada a Gabo y sus Cien años. En las calles, murales con expresiones sacadas del diccionario: "la vaina delgadita" (contrariedad laboral); "aventurar maraña" (arriesgar el físico en un asunto)… Sí, un muy serio congreso de la lengua, pero en pleno, puro Caribe.
Fuente: El País