Leer en voz alta para animar a leer
Este breve artículo dirigido a padres propone la lectura en voz alta
como un medio eficaz de promocionar la lectura en casa. Se ponen de
relieve las aportaciones benéficas que tiene este pequeño ejercicio
cotidiano de abrir un libro y dejar que el cuento se construya con
nuestra voz.
¿Me lees un cuento?
¿A quién no le gusta que le lean? El “cuento de antes de dormirse” o
las horas interminables de cuentos cuando uno está en la cama con
paperas o con una gripe con fiebre son algunos de los recuerdos más
bonitos que se tiene de la infancia.
A los niños en realidad les gusta que les lean cuentos o que les
enseñen libros ilustrados. Son momentos de proximidad y recogimiento.
Normalmente uno se…
Este breve artículo dirigido a padres propone la lectura en voz alta
como un medio eficaz de promocionar la lectura en casa. Se ponen de
relieve las aportaciones benéficas que tiene este pequeño ejercicio
cotidiano de abrir un libro y dejar que el cuento se construya con
nuestra voz.
¿A quién no le gusta que le lean? El “cuento de antes de dormirse” o
las horas interminables de cuentos cuando uno está en la cama con
paperas o con una gripe con fiebre son algunos de los recuerdos más
bonitos que se tiene de la infancia.
A los niños en realidad les gusta que les lean cuentos o que les
enseñen libros ilustrados. Son momentos de proximidad y recogimiento.
Normalmente uno se sienta cómodamente con el niño, y el que o la que
lee se entrega totalmente. Muchos niños esperan con ilusión esos
momentos en los que se les lee un cuento, por ejemplo antes de ir a
dormir. No es lo mismo que un niño esté solo en su habitación
escuchando la cassette de un cuento o con un adulto que se lo lea. La
cassette va sonando, y no se puede hacer preguntas sobre lo que se
escucha, a diferencia de cuando alguien te lo lee en voz alta. El miedo
o las sensaciones que el niño quiera expresar en ese momento no
encuentran ningún interlocutor. El niño está solo.
Leerle cuentos a un niño
fomenta la capacidad de concentración. Un niño al que se le lean
cuentos regularmente puede concentrarse bien por lo general. De este
modo, a los niños les gusta aprender y escuchar con atención, hacer
preguntas y divertirse con lo que les leen.
Leerle cuentos a un niño
sirve para ampliar el vocabulario. Los niños a los que se les leen
cuentos a menudo tienen un vocabulario bastante amplio. Claro que leer
cuentos a los niños no debería hacerse sólo teniendo en cuenta este
aspecto. ¡Tiene que ser divertido!
Leerle cuentos a un niño
no debe acabar con el inicio de la escolarización. Cuando los niños
abandonan la guardería no significa que “ahora que aprendes a leer,
tienes que leer tú solito”. A los que van a la escuela también les
gusta que les lean algún cuento. Ya lo dirán si no les apetece.
Empiecen lo antes posible a leerles cuentos y hagan que eso se
convierta en un hábito. Más adelante, decidan juntos qué leer y no
pierdan esta costumbre.
¿Y qué
pasa cuando su hijo ya es demasiado mayor y ya no quiere que le lean
nada? Pues, entonces motívenlo para que sea él el que lea a otros; a
los hermanitos, a los abuelos… El programa Lesescouts (Scouts
Lectores) de la Fundación Lesen (leer) (www.StiftungLesen.de) ofrece
seminarios para escolares que deseen transmitir su gusto por la lectura
a otros niños..
Predicar con el ejemplo
A los niños, les encanta imitar a los adultos. Eso también se da en el
trato con los libros. Si los padres leen y tienen muchos libros, eso
incita la curiosidad y el gusto por aprender a leer. Si los libros
forman parte de la vida diaria de sus padres, éstos tendrán más
probabilidades de que a su hijo también le apetezca coger un libro.
Ir juntos a la librería o a la biblioteca
Inviten pronto a sus hijos a ir con ustedes a mirar libros. Visitar una
librería bien abastecida, o una biblioteca municipal, es una buena
forma de invitar a leer. Lo importante es que el ambiente sea agradable
y que a lo niños no les dé miedo tocar los libros. Pueden explicar al
niño que en las bibliotecas generalmente debe hacerse menos ruido que
en otros sitios, para que se pueda leer en silencio.
La
asistencia a actos en los que los propios autores leen en alto sus
libros, cada vez más habituales en las bibliotecas, son un buen modo de
motivar a la lectura.
Regálenle libros a su hijo o dénle dinero para que se los compre
Coger libros de la biblioteca en préstamo es práctico y barato. Si
tienen la suerte de que su hijo devore los libros, agradecerán tener
una biblioteca cerca. Claro que es bastante diferente que el libro sea
suyo y, por suerte, los libros infantiles y juveniles de bolsillo no
son tan caros. Regalar un libro por el cumpleaños, por Navidad, por
estar muy resfriado, por un viaje, en vacaciones o, simplemente, de vez
en cuando, debería ser algo habitual. A menudo, las tiendas de segunda
mano o Internet ofrecen libros en buen estado a buen precio. Si desean
motivar a su hijo a comprarse libros él mismo, regálenle vales, dénle
dinero extra para que se los compre o páguenle directamente la mitad de
su precio.
¿Su hijo reniega de la lectura?
Lo han probado todo, pero no consiguen que su hijo se aparte de la tele
para leer un libro. Pruébenlo entonces con un libro sobre un programa
de televisión o con una novela de una película que le haya gustado.
También en el ámbito de los nuevos medios hay juegos de calidad
emocionantes que fomentan la capacidad de lectura.