“Abre los ojos” de Pepa Blanes
RESEÑA DE ABRE LOS OJOS, de PEPA BLANES
Escrita por
Carmen Juan y Sara J. Trigueros, de la Librería 80 Mundos (Alicante)
- INT. NOCHE. ESCALERAS TRANVÍA SUBTERRÁNEO.
Las libreras han salido de la librería con la última publicación de Fuera de Ruta en la mano. Ojean la publicación mientras las escaleras mecánicas bajan. Leen las notas biográficas. A Pepa Blanes la conocen de sobra. A las ilustradoras también, pero aun así pasan las páginas para comprobar que, incluso fuera —todavía— de contexto, merecen la pena. No se describen. Da igual, porque vais a terminar comprando el libro.
La combinación entre Pepa Blanes y Fuera de Ruta prometía y cumple. Abre los ojos se sale del formato físico habitual de los libros publicados por esta editorial valenciana, aunque no tanto de los libros sobre cine. Edición en tapa dura con diez ilustraciones, una por capítulo, realizadas por cinco artistas visuales cuyo reconocimiento es incuestionable. También se sale, en cierta manera, de lo que estamos acostumbradas a leer en ese pequeño pero cuidadísimo catálogo del que ya forman parte Fernando Peinado, Johannes Bröckers, Alberto Vizcaíno, Rodolphe Christin y Noam Chomsky, que por cierto aparece citado en numerosas ocasiones en el presente ensayo.
TÍTULO: TODO ES UN PROBLEMA DE CLASE
- EXT. NOCHE. SUBURBIOS DE UNA CIUDAD CUALQUIERA.
Las libreras llegan al destino. Cine de verano. De barrio. En él hay reunido un grupo heterogéneo: personas de diversas edades, razas, clases y preferencias afectivas. El espacio está completo, pero una mujer las reconoce.
MUJER
Pasad, aquí cabemos todas.
Aunque no todo fuera un problema de clase, que lo es, desde luego se puede —y se debe— abordar, para Pepa Blanes, desde un punto de vista interseccional. Si bien la mayoría de los capítulos aparece la clase trabajadora, a las problemáticas inherentes a la misma le va sumando distintas marginalidades. Y lo hace desde la autocrítica, poniendo en el punto de mira, v. gr., tanto el empoderamiento como las limitaciones de la clase obrera desde el comienzo, en el capítulo titulado «De la choni a la madre sin futuro». ¿Es, pues, lo que consideramos el éxito tal cosa o se trata, más bien, de la repetición de las mismas estructuras que se vienen criticando desde hace décadas? Aplíquese esta pregunta a cuestiones de género. O de raza. Para cuando terminen con esto, si les gustó, piensen, o anoten como lectura recomendada, Hombres (blancos) cabreados (Barlin Libros, 2019).
No obstante, aunque esté siempre presente, el discurso no se agota ahí. Si «Hollywood le dice a la gente cuál es la reacción que hay que tener ante un cuerpo trans», como apunta en «La representación trans en el cine», será, pues, crucial, si no vital, reflexionar sobre la proyección negativa del colectivo cuando no hay ningún otro referente. En el capítulo mencionado, se hace un revisionado del cine de los últimos treinta años, quizá porque es en ésos donde es más fácil encontrar películas en las que estos referentes no sean abucheables, dignos de lástima o terminen bajo tierra. No en vano, la autora cierra afirmando que «una vida no precaria también es posible entre las personas trans».
Que el cine pertenece a Occidente queda muy claro en «Así aprendimos la importancia de las estatuas» y «Orientalismo en el cine», centrados en la percepción del otro: la autopercepción en el primer caso, en tanto que individuos incapaces de acceder a los espacios de poder, y la percepción que nosotros realizamos de ellos en el segundo capítulo, como refleja la archiconocida y lacrimógena Slumdog Millionaire. La inoculación en las masas de la idea de quién es el enemigo se retrata de forma magistral en «De El Rey León a James Bond», la saga basada en los libros de este agente secreto que, a su vez, se centra en la dicotomía bien/mal articulada como un nosotros/ellos (o, mejor, nosotros versus ellos). James Bond podría resumir la política internacional de occidente de al menos el último medio siglo, pero también dialoga bien con «El cine que le gustaría a Marx». Aquí encontramos un ellos, pero no un nosotros, por lo que a través de filmes como Parásitos asistimos a la atomización de una clase obrera que nunca ha dejado de estar presente.
Para cerrar de forma circular, diremos que también hay interseccionalidad en «La sonoridad en Tomates verdes fritos», que por cierto tiene una de las frases más brillantes del libro: «el debate académico se soluciona con decisiones pragmáticas».
TÍTULO: SESIÓN GOLFA
- EXT. MADRUGADA. BARRIO OBRERO.
Acaba la película. Las libreras regresan a casa caminando. No hay peligro. O, si lo hay, lo conocen, y eso hace que se sientan más seguras.
En 2021 la sesión golfa forma parte del imaginario, que no de la realidad. Sin embargo, lo que Pepa Blanes nos propone en este ensayo es que abramos los ojos y consumamos el producto audiovisual leyéndolo —como es— un espejo de lo real. Revisen, pues, la generosa filmografía que aparece al final del volumen, pero con atención total.
Y una cosa más. El debate académico se soluciona con decisiones pragmáticas. No dejen de repetírselo.
CRÉDITOS
El trabajo bien hecho debe estar reconocido.
Prólogo, epílogo e ilustraciones:
María Guerra
Paula Ortiz
Cristina Jiménez
Elisa Ancori
Sara Bellés
Laura Rico
Ilu Ros
Equipo técnico (Diseño de cubierta, asesoramiento lingüístico y maquetación):
Modesto Granados
Carmen Pardo
Laura Rico
Edición:
Fuera de Ruta
Esta reseña:
Carmen Juan y Sara J. Trigueros, Librería 80 Mundos (Alicante)