“Alegría” de Manuel Vilas
“Alegría” es, posiblemente, la palabra más hermosa del idioma español, y no sólo por su significado, insuperable (“la alegría es mejor que la felicidad”, leemos en la página 66), sino por su sonoridad, que produce o despierta aquello que designa. José Hierro puso esa palabra como título a su libro de 1947, un libro herido y sin embargo luminoso, y su primer verso (“Llegué por el dolor a la alegría”) va al frente del nuevo libro de Manuel Vilas, titulado igual, y sobre ese poemario del autor cántabro reflexiona el escritor aragonés en el penúltimo apartado de esta nueva novela personal.
Hay que acuñar definitivamente el concepto de “novela de no ficción” para referirse a esa buena batería de narraciones que últimamente nos asaltan y, generalmente, nos encandilan, y en las que los autores utilizan su experiencia “real” para tejer tramas o, cuando menos, situaciones, relatos, enseñanzas. Es la vida la que, en buena medida, escribe esos libros, en los que el autor ejerce de “antólogo de momentos”, de “montador de secuencias”, de “editor de la realidad”.
“Que los recuerdos mueran con dignidad, ése es mi cometido”, afirma Vilas, un poco en esa línea, y para los muchos lectores de Ordesa (recomendado en su día en ‘Las Librerías Recomiendan’) supondrá una enorme alegría saber que este libro es una continuación natural de aquél, pero aún más exaltado, más intenso, más sabio, más enloquecido y a la vez más centrado, con un rumbo más claro hacia ninguna parte, pero lleno de revelaciones, de delirios lúcidos, de realismo metafísico y de buena poesía.
Alegría es, en cierto modo, la crónica de todo lo que le pasó a cierto autor que escribió Ordesa, obteniendo un éxito unánime, y eso le permite no sólo abundar en lo que se decía en el primer libro, sino de algún modo rectificarlo, ampliarlo, matizarlo o incluso corregirlo. Pero es también un libro de viajes (más de interiores que de paisajes), un libro tan familiar que es casi una saga, un libro de amor que tiene algo de epitalamio (el género poético que celebra una boda). Y es un banquete de dolor y de humor, de celebración de la vida, de sorpresa y pánico y júbilo. Uno de esos libros que importan, y que, desentendiéndose de tramas o personajes de ficción, van directamente al corazón de lo que cuenta, sin rodeos, sin cautelas, dispuesto a sacrificar todo lo que uno pueda ser en el altar incierto de la literatura.