Ardalén de Miguelanxo Prado
Si Miguelanxo Prado ya se había ganado el reconocimiento como uno de los grandes autores del cómic actual, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, gracias a obras como Trazo de tiza, Ardalén viene a confirmar sin ningún género de dudas que el título de “maestro” no le queda grande en absoluto.
Sabela es una mujer que ya ha cumplido los cuarenta, se acaba de divorciar y ha perdido su trabajo. En su búsqueda de sí misma y de su identidad, se aferra a la idea de averiguar quién fue su abuelo, un abuelo ausente que su abuela intentó borrar de sus vidas cuando se marchó a las Américas para no regresar. Su única pista son unas cartas en las que se habla de un compañero originario de otro pequeño pueblo gallego. Éste podría ser Fidel, pero su memoria es como un cajón lleno de recuerdos sin orden ni sentido y reconstruir la historia de su pasado no será una tarea fácil.
Una historia sobre la memoria y los recuerdos, analizados desde una perspectiva amplia, con un toque de melancolía e impregnada de realismo mágico.
El título, Ardalén, hace referencia a un viento que sopla desde el mar tierra adentro llevando muchos kilómetros hacia el interior olores a sal y a yodo y el recuerdo del océano. Después de explorar sus misterios en De profundis (la película y el libro ilustrado), el mar vuelve a estar muy presente en la nueva obra de Prado, al igual que el paisaje rural de Galicia, con sus bosques y sus montes, en viñetas tan vivas que casi se puede sentir la humedad y el olor de los eucaliptos.
En suma, estamos ante una obra muy rica, llena de matices, bellísima tanto a nivel gráfico como en su historia, que atrapará al lector con los misterios que oculta. Y todo, según nos confiesa su autor, amante de las paradojas, surgido como un poema sobre un náufrago que jamás abandonó tierra firme.
Ardalén es un cómic del que oiremos hablar mucho y bien. Y un regalo ideal para estas Navidades.