“Bestia” de Irene Solà
Más de tres años después de su publicación, resuena todavía el poderoso embrujo que nos causó Canto yo y la montaña baila, y resuena de un modo real, muy vivo aún, en forma de traducciones a muchos otros idiomas, ecos de lectores que siguen llegando a ella, reconocimientos que se añaden, nuevas fascinaciones, más consecuencias. Desde el principio supimos que aquella extraordinaria novela (que en su día recomendamos aquí) no iba a ser un fenómeno de temporada, sino un hito duradero, un sortilegio literario que iba a actuar y perdurar durante muchísimo tiempo, y así va a ser: sin la menor mesura afirmamos que Canto jo i la muntanya balla es, ella sí, una de las mejores novelas que se han publicado en nuestro contexto en los últimos años, pero, aunque siempre pensemos en ella como un debut deslumbrante, en realidad no se trataba de la ópera prima de Irene Solà (Malla, Barcelona, 1990), sino que de alguna forma había tenido una “precuela espiritual” un año antes, en 2018, en Els dics (que Anagrama rescató, traducida, en la primavera de 2021: Los diques).
Pero la bibliografía retrospectiva de la autora todavía no terminaba allí. Haciendo espeleología cronológica, había que remontarse a un ya casi inhóspito 2012 para poder encontrarnos con Béstia, un pequeño cuaderno de poemas que, diez años después, sólo milagrosamente puede encontrarse en aquella premiada versión original catalana. Felizmente, y gracias a la traducción del poeta y editor Unai Velasco, es éste el libro que, en versión bilingüe, circula desde hace un mes por todas nuestras librerías, buscando y consiguiendo lo que él mismo siempre fue: una nueva vida.
Bestia es tan breve como encantador, militantemente naif cuando la autora quiere (“Perderte es como ir en bañador”, se lee en el único monóstico del libro) y en otras páginas tan orgánico como los mejores fragmentos de la formidable Canto yo y la montaña baila. Es decir, natural siempre. No es que cada poema sea muy distinto: es que en cada poema, por diminuto que sea, pueden convivir versos de enorme “inocencia” con arrebatos de dureza que pueden llegar a alcanzar el sobresalto, lo impactante.
Irene Solà acertó de lleno con esa brillante oscilación entre lo bonito y lo terrible, entre lo familiar y protector y lo desconocido, como amenazas que acecharan bajo el calor producido por mantas que lucen estampados de súper-héroes: “Los recuerdos son peligrosos / como huesos de pollo. / Puedes tener uno en la ducha / y resbalar, / en la cocina y quemarte, / en el coche y chocar”.
Imprevisible, vigilante y sorprendente (pero sorprendente de verdad, no sorprendente “de solapa”), este libro no es exactamente amable, sino más bien agitado, pero se lee con una sonrisa de identificación, con la gratitud que produce lo diferente que tiene alma, lo distinto que tiene corazón, y además un corazón que late con fuerza, con hambre, con una ansiedad a veces agresiva, a veces mansa.
Bestia es un excelente pasadizo de entrada al universo de Irene Solà, un universo donde lo encantador y lo salvaje se dan la mano, donde lo juvenil y lo intemporal se abrazan y se parten de risa: “Algunas noches, los recuerdos / suben como regüeldos / y, uno detrás de otro, / dejáis de ser hombres / para ser literatura”.
Juan Marqués, para ‘Las Librerías Recomiendan‘