“De plantas y animales” de Ida Vitale
Es Ida Vitale poeta, y no deja de serlo en este curioso y aparentemente desordenado bestiario escrito en prosa, en el que uno disfruta perdiéndose en la sensación de no saber qué fue antes, si la elección del objeto natural descrito o la bella palabra elegida para hacerlo: “… la inclinación por algunos elementos de la inabarcable naturaleza pudo haber llegado inducida por el lenguaje”, “el interés por ellas [las plantas] no era sino parte del interés por las palabras en general”…
Queda manifiesto el entorno natural en el que la escritora creció, y cómo éste fue definitivo en su verso y en su prosa. Tía botánica y maestras de infancia empedraron el camino del amor a la naturaleza con lecturas que ya siempre la acompañarían. (El maravilloso viaje de Nils Holgersson, de Selma Lagerlöf se convirtió en su lectura favorita).
Son estos textos mucho más que zoología y botánica. En ellos se mezclan recuerdos, memorias, magníficas citas literarias, reflexiones, datos científicos, narraciones mitológicas. Este inusual y caprichoso bestiario, sin embargo, se hila con la agudeza y la fruición con la que Vitale interroga y mira el mundo. Una mirada siempre comprometida, crítica, tierna, y sembrada de paciencia y buen humor. Es el humor esencial para sobrevivir, dice la poeta, “reflejándose simplemente en una actitud de tolerancia que debe empezar por uno mismo”. Y es que abundan los capítulos en los que uno no puede dejar de sonreír, como ante un encuentro con una cabra que le hizo darse cuenta de su corta vista y la consecuente necesidad de lentes, o la adopción comprometidísima de una paloma…
Con poca intención aleccionadora, aunque no exenta de la lógica y necesaria crítica a la desatención generalizada a la naturaleza que nos rodea (y el merecido adjetivo de “necios” ante tanta distracción), incluye este volumen hasta un (bello) capítulo con los opositores y reacios al mundo natural.
Una acaba de leer con ganas de seguir, pues es esa forma de leer lo escrito despojado de elementos superfluos, parece que va podando ramas hasta quedarse con el destilado, con lo esencial, y aunque se agradece este paseo de naturalismo literario, casi da igual de lo que escriba, leer a Ida Vitale es, invariablemente, un placer.
Librería Diagonal (Segovia)