“El asedio de Troya” de Theodor Kallifatides
El asedio de Troya
Kallifatides, Theodor
ISBN
978-84-17971-53-3
Editorial
Galaxia Gutenberg
Al cumplir los ochenta años, el escritor griego-sueco Theodor Kallifatides vio cómo de repente subía decenas de peldaños en la escalera del prestigio internacional gracias a un pequeño e inmenso libro, apenas un opúsculo, que en verdad justificaba tanto aplauso. Ese libro, por supuesto, era y es Otra vida por vivir (recomendado aquí en su día con sincero entusiasmo, y que acaba de ganar el Premio Extraordinario de la librería zaragozana Cálamo), y no sabemos muy bien qué más añadir sobre él a todo lo que ya se ha dicho. Sólo lamentar que a veces en la crítica literaria, en la promoción de libros, en las ferias y a la hora de intentar vender… abusamos de adjetivos superlativos, laudatorios, hiperbólicos… de modo que cuando se publica de verdad un libro importante, y aquél lo era, no llama necesariamente la atención. Con Otra vida por vivir, felizmente, no ha ocurrido tal cosa, y es un libro que ha de seguir creciendo, circulando y encontrando lectores por todo el mundo, porque es una verdadera lección de humanidad, convivencia y nobleza. El libro de un caballero.
Era el primer título que se traducía al español de un autor que en Suecia ha desplegado una extensa y conocida obra. Y ahora aparece no alguno de esos libros de décadas, sino el penúltimo libro que Kallifatides, de regreso al idioma sueco (Otra vida por vivir fue escrito en griego, por razones que se explican inolvidablemente en el propio libro), ha publicado en su país de acogida, después de Otra vida… y antes de uno nuevo que acaba de aparecer. Regresa al sueco, pero a la vez regresa a su casa original, ya que, como revela el título, El asedio de Troya es, por decirlo rápido, una reformulación de la Ilíada, en la versión que una profesora cuenta a sus alumnos en 1945, para entretenerlos de los bombardeos ingleses sobre su pequeño pueblo griego, invadido desde 1941 por los alemanes.
El solapamiento de las dos guerras es lo que Kallifatides, principalmente, quería destacar, con la constatación amarga de que Homero sigue vigente, en el sentido de que la humanidad no parece haber progresado mucho en los tres mil quinientos años que van de un conflicto a otro. El arrobo con que los adolescentes escuchan a su maestra (entre los que no es difícil intuir un testimonio autobiográfico), y la fuerza con la que la literatura los alcanza, ya no en hexámetros sino con la recreación, sirve de paso para digresiones sobre la situación de la mujer en la Antigüedad y a la altura de 1945, sobre el valor y la muerte, sobre la dignidad y el orgullo, o, por encima de todo, sobre el absurdo incomparable de las guerras, sobre la crueldad y sus consecuencias.
Y a los lectores de El asedio de Troya nos ocurre exactamente lo mismo que a sus protagonistas: no podemos dejar de leer, no queremos parar de saber qué va a ocurrir en el campo de batalla, por mucho que ya lo sepamos. Atrapados por la magia de las buenas historias, queremos escuchar la Ilíada una vez más, sobre todo si se nos cuenta con la meritoria sencillez y la sabiduría bondadosa de Theodor Kallifatides, un estilo fácil y difícil que es el resultado de décadas de trabajo y de pasión (“Mamá tenía una voz bonita y un gran talento para ser feliz”, “Hasta en el infierno hace a veces buen tiempo”, “Los dos ejércitos se abalanzaron el uno contra el otro igual que las olas se abalanzan contra las rocas”, “Lo bueno de la gente que se emociona con facilidad es que es igual de fácil de consolar”…), y que ahora nos llega, además, con la acreditada intermediación de la traductora Neila García (Premio Nacional de Traducción por su traslación de la poesía de Edith Södergran).
[P.D. Una anécdota significativa, y casi reconfortante: quien ha escrito esta reseña andaba leyendo El asedio de Troya mientras subía a un tranvía municipal en la muy noble ciudad de Zaragoza. Absorto como iba en la lectura (y acostumbrado a Madrid, donde uno valida al entrar a la estación, y ya se desentiende al subir a los vagones), se le olvidó sacar la tarjeta y pagar así su viaje, y siguió escuchando al sabio Néstor, luchando con el valiente Agamenón, sufriendo con la irresistible Helena… Y entonces, por supuesto, apareció un revisor, directamente surgido del Hades, y con aladas palabras pidió explicaciones. Las recibió, muy desconfiado, pero cuando vislumbró el título del libro, exclamó un comprensivo y hasta cómplice “Ah, los clásicos… Cómo atrapan, ¿verdad?”. Y ante la perceptible decepción de los testigos, que como salvajes aqueos pedían sangre en forma de sanción, aquel buen hombre, sin duda el favorito de los dioses, permitió validar el billete en ese momento, haciéndose cargo de lo que había ocurrido. En resumen: que casi me obligan a pagar una multa de 50 dorados euros por culpa del talento literario de Kallifatides. Pero Homero, siempre infalible, acudió al rescate.]
Juan Marqués, ‘Las Librerías Recomiendan‘
Theodor Kallifatides
29 febrero, 2020 at 4:01 pm
Muchas gracias señor dice un escritor feliz y agradecido!
Raúl
21 diciembre, 2022 at 11:51 am
Con reseñas así es difícil no interesarse por el libro. Ando leyendo “La guerra que mató a Aquiles” y añado este título a mi lista de siguientes lecturas.
Muchas gracias.