“Hey kids! Comics!” de Howard Chaykin
Iconoclasta y demoledor son dos de los adjetivos que mejor caracterizan al veterano Howard Chaykin como creador de algunos de los cómics más subversivos dentro del mainstream americano (American Flagg!, The Shadow, Black Kiss o el más reciente Estados Dividos de Histeria).
Si a ello le añadimos su intención en este HEY KIDS! COMICS! (Dolmen Editorial) de darle un buen repaso a la industria del cómic de superhéroes desde el ya lejano 1938 (la publicación del número 1 de Action Comics, con la primera aparición de un personaje que marcaría un antes y un después en la industria: Superman) hasta nuestro presente de multimillonarias adaptaciones cinematográficas del mismo, podemos imaginarnos que el resultado no va a dejar títere con cabeza.
Porque además, Chaykin sabe perfectamente de qué está hablando. Aprendiz del legendario Gil Kane, Howard conoce los trapos sucios de una industria erigida sobre el engaño, la estafa y la baja autoestima de sus creadores y del poco esfuerzo que hicieron estos por luchar conjuntamente por sus derechos o por la “mera” tenencia de sus originales, que las editoriales acumulaban y regalaban y que con el tiempo han pasado a ser valorados en mucho, muchísimo dinero por otras personas diferentes a ellos mismos y sus descendientes.
Entre las páginas de la obra desfilan el mencionado Gil Kane, Jack Kirby, Bill Finger, Stan Lee, Will Eisner y muchos otros, aunque con otros nombres creados para la ocasión (en este sentido Hey kids! Comics! a veces es innecesariamente confuso y es complicado saber quién es quién en una trama que se va desarrollando en cuatro décadas distintas en las que la apariencia física de los protagonistas va cambiando significativamente). La visión del entorno de estas leyendas es muy, muy cínica, y ciertamente Chaykin deja poco espacio para la esperanza y la humanidad de sus protagonistas, algo que es habitual en su trabajo pero que aquí, al retratar a gente “de verdad”, se echa algo en falta.
El valor de Hey kids! Comics! está en la denuncia que hace de comportamientos endémicos en una industria que aunque haya mejorado por la aparición de modelos editoriales diferentes a los establecidos desde sus inicios sigue tendiendo a identificar todos sus logros con las editoriales que los publican y no con las personas reales que los han creado. Porque la lección final es que estas corporaciones siguen adelante mientras el trabajo, el sudor y las vidas de los profesionales que les dieron sus mejores éxitos y por los que les deberían estar agradecidos han llegado a su fin, muchos entre graves carencias económicas, de salud o el desconocimiento por parte de los millones de espectadores que acuden al cine a ver la enésima iteración de sus creaciones.
Mi recomendación es que leas este cómic de llamativo título e investigues después sobre las vidas llenas de grises, blancos y negros de sus protagonistas, a veces igual o más heroicos que los personajes que inventaron, a veces fracasando por completo al intentar emularlos. Ojalá hubiera más tebeos como este. Y más historietistas como Chaykin.