“La danza de los tulipanes” de Ibon Martín
Mundaka, Bermeo, Murueta, San Pedro de Atxarre, San Juan de Gaztelugatxe, Gernika, el Castillo de Arteaga, el Bosque de Oma… Escuchar esos nombres nos evoca nuestra historia, lugares de gran belleza, la tranquilidad del mar o el verde de los bosques. Todos estos territorios, y muchos otros, se encuentran en uno de los espacios más bellos del norte de la Península Ibérica, la Reserva de la Biosfera de Urdaibai. La reserva es atravesada por el río Oka, el cual desemboca en la ría de Mundaka, uno de los destinos predilectos para los surfistas. La orilla de las marismas, que cambian de paisaje gracias a las mareas, es recorrida por una de las líneas de metro más impresionantes, y es en las vías de estos ferrocarriles donde comienza la historia de La danza de los tulipanes, la última obra del aclamado Ibón Martín.
Uno de los trenes de la mencionada línea arrolla a una de las periodistas más importantes de Gernika. Con ese hecho Martín va a iniciar una carrera apasionante que transcurrirá entre relaciones personales, asesinatos y algunos de los aspectos más duros, controvertidos y polémicos de las últimas décadas. Gracias a la historia personal de cada uno de los miembros del equipo de la Ertzaintza, y a las pesquisas que éstos deberán afrontar, vamos a poder conocer y reflexionar sobre sucesos muy actuales. Entre ellos están las necesidades acuciantes que llevan a mucha gente a recurrir al marisqueo ilegal, el problema del tráfico de drogas, la violencia de género y la violencia estructural u otros aspectos de gran importancia para la España actual, de los cuales no podemos hablar para no adelantar los acontecimientos que se irán descubriendo en la novela. Es destacable el fondo psicológico de los personajes, realmente bien creados, y la fuerza de las dos policías que llevan la batuta en La danza de los tulipanes. Dos mujeres muy diferentes que mostrarán a lo largo de la obra su inteligencia, su fuerza, sus emociones más humanas o su capacidad para afrontar las decisiones más duras, y, al mismo tiempo, veremos sus errores y la necesidad del trabajo en equipo.
La escritura de Martín hace que nos encontremos ante un thriller apasionante, inquietante, duro, de gran fuerza emocional, extraordinariamente entretejido y, al mismo tiempo, de gran belleza.
Ibón Martín despliega en su obra un trabajo de investigación y dedicación digno de alabar, gracias al cual podemos disfrutar de una gran lectura que va atrapando al lector según pasan las páginas hasta no poder dejar de leer. Un thriller sobresaliente, de asesinatos e intrigas, que se ve acompañado por un viaje por el Urdaibai, que el autor nos va a ir describiendo poco a poco con gran maestría, convirtiéndose el paisaje en otro de los protagonistas de la obra. Sin lugar a duda ha logrado crear una historia para disfrutar antes o durante una visita a la Reserva de la Biosfera, que de por sí ya es espectacular.
Es muy probable que la capacidad para describir el paisaje y los municipios se deba a que Ibón Martín empezó con la escritura de viajes, con la descripción y el amor hacia su tierra, Euskadi. Desde ella saltó a la novela negra con una serie con tintes nórdicos que supuso un hito en el género, El faro del silencio.
Noelia Solís y Héctor Monterrubio, Librerías Ícaro (Segovia)