“La encomienda” de Margarita García Robayo
La encomienda
García Robayo, Margarita
ISBN
978-84-339-9951-1
Editorial
Editorial Anagrama
Acercarnos a la prosa de la cartagenera Margarita García Robayo es siempre una invitación placentera y afectable. Sin duda, con este último texto, la colombiana se asienta entre las voces más privilegiadas del castellano.
En La encomienda (Editorial Anagrama), García Robayo ahonda en el relato minucioso de los hechos cotidianos, cual relojero en un proceso continuo de vinculación y deconstrucción de un mecanismo que sólo ella sabe manejar. No es la primera vez, dirán sus lectores asiduos, pero en este caso la hipérbole argumental nos arrastra hasta la médula del texto, nos altera, transita y consigue distorsionar los límites entre los personajes, la propia escritora y el lector.
La verbalización en primera persona es utilizada con una colmada ejecución digna de ser mencionada. Porque no, no es autoficción lo que tenemos entre las manos, pero la ficción es refutada constantemente por la objetividad de los hechos, la cercanía de las experiencias de la propia autora expuesta página tras página. Y sí, es ella, pero podríamos ser cualquiera de los que nos acercamos a su obra: espíritus indolentes obsesionados con la escritura, viviendo en el límite de lo económicamente razonable, mutando y mutados para no ser auténticos bichos raros y huyendo de un pasado que nunca quisimos darle el valor que tiene.
Soy habitualmente muy cauto, por otro lado, de no dar demasiada información sobre la trama de los libros que reseño, y ésta no será una excepción (“Todo lo que se cuenta se daña”, nos dice la autora). Se puede destacar la cirugía que realiza Margarita de las tan hirientes relaciones familiares, sobre sus secretos, los enormes monumentos de falacias que se erigen para esconder un jardín nada destacable. Lo superfluo y nimio que resulta el orden autoimpuesto hasta que cualquier hecho inesperado, pequeño, irrazonable, penetra en nuestras vidas y nos siembra la semilla del desasosiego. Lo estático contra lo prescindible. La madre y la hija, en definitiva.
Pero Margarita no reduce el lienzo a un mero viaje por los lugares comunes de una relación familiar. Nada más lejos. En la obra hay auténticos pleitos en contra de la implacable sociedad del bienestar, una que no se puede mirar al espejo cada mañana porque es una patraña de egos enfermizos. Es una agenda de víctimas –ella misma y su madre– de un gremio compuesto por Homo Sapiens, el de hoy y el de ayer, las cuales no hallará nunca ni la más remota de las recompensas o respuestas. Un reflejo de que lo colectivo agoniza mientras se alimenta de la estulticia del individuo.
Es sin duda una lectura recomendable para muchos tipos de lectores, pero aquellos con mirada crítica, los que yo llamo “realistas”, se sentirán como pez en el agua.
Porque “la gente que tiene mucho amor propio es porque no se ha mirado lo suficiente”.
Bienvenida, Margarita, de nuevo a mi biblioteca.
Vicente Velasco Montoya, La Montaña Mágica (Cartagena, Murcia)