“La familia” de Sara Mesa
Volvió a hacerlo. Me parecía imposible, pero Sara Mesa volvió a hacerlo y, esta vez, lo hizo de de manera tan brutal y absoluta que no me cabe en la cabeza una novela mejor. Me refiero, obviamente, a La familia, la novela firmada por Sara Mesa y editada por Anagrama que toda familia debería leer para dejar de serlo. Uno de los libros del mes más recomendados por librerías.
Intento explicarme.
Como saben, Sara Mesa es una extraordinaria escritora de relatos, ensayos y novelas. Una escritora que construye con palabras ambientes llenos de vida que actúan como espejos precisos que nos obligan a mirarnos sin trampa ni cartón. Espejos hechos de lenguaje y, en consecuencia, de realidad, que nos impelen a reconocernos sin posibilidad alguna de fuga. Espejos sin fisuras, sin “rendijas” (“la rendijita” se titula el último capítulo de esta excelente novela), sin espacios para el escaqueo. Ya lo hizo en Cuatro por cuatro, en el poco nombrado ensayo sobre el Silencio administrativo, en la Mala letra. Lo hizo en Cicatriz poniéndonos frente y dentro de un torturador admirablemente culto; lo consiguió en Cara de pan forzándonos a convertirnos en vecinas cotillas y prejuiciosas; lo clavó (perdonen el vulgarismo) con Un amor recordándonos que no es mejor la gente de los pueblos por serlo (no puedo evitar sentir los ecos de La buena gente del campo de Flannery O’Connor en esta maravillosa novela); y lo hace ahora con La familia.
La familia es una novela serena, sin tragedias grandilocuentes, sin víctimas amoratadas, sin estereotipos, porque el espejo de precisión que nos presenta Sara Mesa refleja personas, seres humanos, y no moldes hechos para encajar nuestros sentimientos de lectores o lectoras ojipláticos. Es una novela llena de pequeños detalles y de cotidianidad, con un padre y una madre “normales”, con dos hijos y dos hijas (una que no lo es pero como si lo fuera), con un pisito que no está en un barrio miserable ni en una zona residencial de lujo, con un vecindario vivo, con una historia “vulgar”. Una novela que no habla de “una familia”, aunque haya nombres propios y edades y caracteres, sino de La familia, porque Sara Mesa no le tiene miedo a los grandes temas de la Literatura Universal y los afronta con una inteligencia desbordante y un lenguaje inmaculado.
La familia comienza con “La casa” y la casa comienza advirtiendo “Mírala desde el ojo del sueño”. Por esa casa y por Aquilino ya merece la pena leer esta novela. Pero hay mucho más porque La familia, esta novela, la novela, que recomiendo encarecida y visceralmente, es la última obra de una escritora que narra desde fuera tras haber buceado los entresijos y haberse pringado con ellos, una escritora que no juega con las formas porque no le hace falta y porque quiere que el fondo se muestre con nitidez, una escritora que maneja el lenguaje con esmero artesanal y que, si por mí fuera, se convertiría ya mismo, sin esperar más, en Premio Nacional de las Letras de este país.
Lean La familia, lean a Sara Mesa. Y, después, hablamos.
¡Gracias por tu escritura, Sara!
Izaskun Legarza Negrín, Librería de Mujeres Canarias (Santa Cruz de Tenerife)