“Los llanos” de Federico Falco
“Trabajar cansa” escribe Cesare Pavese en, quizás, su poema más conocido. Ese título, como toda su obra, está construido sobre el universo del Piamonte: las montañas, el campo apretado sobre las laderas, el silencio de los que trabajan la tierra, la plaza desierta del pueblo, lo que no alcanza para todos. El de Pavese es también el paisaje del que vinieron los antepasados de Federico Falco (Gral. Cabrera, 1977) para asentarse en los llanos: pampa extensa sin un solo árbol como reparo, todo ese espacio a llenar.
En Los llanos –finalista del premio Herralde de novela– se narra el tiempo del duelo y la reconstrucción. Tras una separación, el narrador decide mudarse al campo con el solo objetivo de cultivar una huerta. En el dolor del cuerpo tras un día entero de puntear la tierra, en la atención fijada en los movimientos de la luna que anuncian el momento de sembrar, encuentra un modo para que lo que sucede en él “deje de existir todo el tiempo”.
El estado de conciencia del duelo es fragmentario, las estrategias de supervivencia pueden ser extrañas y, ante la falta, el cuerpo suele agitarse de modo inconsciente. La escritura de Falco conmueve porque no se resiste, no quiere encauzar ni disimular con artificios de estructuras narrativas el dolor, la ansiedad, la soledad, sino que los somete a una larga exposición –a una sobreexposición, si se tratara de una fotografía– sobre el horizonte de la llanura, el paso del tiempo, las lluvias, las heladas, la sequía, los encuentros con otros que viven desde siempre en el campo o que, como él, llegaron escapando de una desesperación. Así, accedemos a todos los matices de esa errante búsqueda de sentido tras un momento en el que la vida que conocimos desapareció para siempre.
Como el propio Pavese, en este libro Falco teje el paisaje y los símbolos de los hombres y mujeres de su infancia al mismo tiempo que construye su propia huella, su propia forma del deseo, literario y existencial, que a veces puede ser una misma cosa.
Paula Vázquez, Lata Peinada (Barcelona y Madrid)