"Moriría por ti y otros cuentos perdidos", de Francis Scott Fitzgerald
La editorial Anagrama acaba de publicar Moriría por ti y otros cuentos perdidos, de Francis Scott Fitzgerald, una recopilación de textos descartados por editoriales, otros recientemente encontrados, proyectos para cine, “arranques fallidos”… escritos en su mayoría entre 1920 y 1940. Los fanáticos de Fitzgerald encontrarán aquí lo que buscan: textos autobiográficos en los que rastrear su vida con Zelda, su relación con Hollywood, sus problemas con la bebida… Textos destinados no ya a un tipo de lector, sino de persona: los insatisfechos de la vida, los que necesitan la absoluta perfección de la belleza, los que una vez la encontraron y por supuesto perdieron y no pueden, de ninguna manera, conformarse con nada menos que el “rayo verde”. No encontraremos aquí sus mejores textos, pero tratándose de quien se trata, eso sigue poniendo el listón muy alto. Como ejemplo, este diálogo contenido en el relato que da título al libro:
“–Deja que te pregunte una cosa.
–Esta noche, no, Atlanta. Todavía no me he recuperado del shock.
–¿Qué shock?
–El shock de descubrir que sólo eres una mujer como cualquier otra”.
En “Día libre de amor” nos damos de bruces con esto:
“–¿Vive usted aquí? –pregunté, sorprendida
–No… Estoy de visita –respondió él titubeando–. He venido a visitar a un joven.
–Que yo sepa, aquí no vive nadie.
–No, no vive nadie. El joven es… o, más bien era, yo”.
Como siempre, recorrer sus páginas es algo así como pasear por un sendero tranquilo en el que a la vuelta del recodo más transitado te encuentras un abismo. O un diamante. El gran conocedor del dolor que produce el espejismo del sueño americano, el que escribió como nadie sobre la futilidad, la juventud y su pérdida. Y que quiso reinventarse y dejar de escribir sobre muchachas hermosas y jazz y al que no le permitían hablar del desgaste del alma humana y tuvo que vivir en la lucha entre contar lo que quería contar o contar lo que el lector seguramente quería leer y así pagar las facturas. Esta cuidada edición nos llega con una introducción inicial y una particular para cada texto, a cargo de Anne Margaret Daniel, que nos los sitúa en su tiempo y en la biografía del autor. Mención aparte merece la traducción de Justo Navarro, quien ya firmara la modélica de El gran Gatsby, también publicada en Anagrama y actualmente agotada. Un lujo.