"Mudar de piel", de Marcos Giralt Torrente
«Qué raras las familias: cuanto más pequeñas son, qué imprevistos y fuertes son los lazos que tejen al bies», dice Marcos Giralt Torrente en uno de los cuentos reunidos en Mudar de piel. Ese universo de lazos imprevistos y rarezas que es la familia no podría estar mejor contado que en este estupendo libro de relatos, que nos ofrece un abanico de familias imperfectas, incompletas, con un repertorio de personajes que ocupan las distintas posiciones: hay padres y hay hijos, hay maridos presentes y maridos ausentes (y maridos que son las dos cosas a la vez); hijos únicos, hermanos y huérfanos, muchos de ellos sin nombre. Y también hay madres y hermanas, y parejas, y mujeres solas que sacan adelante a sus hijos. Pero Mudar de piel es también un catálogo de sentimientos diseccionados con la precisión de un entomólogo que nos pone delante de un espejo y nos enfrenta a nuestros propios miedos, a nuestras propias culpas.
Mudar de piel es la continuación natural de El final del amor y de Tiempo de vida. Los espléndidos relatos que lo forman —como “Transición”, “Sombras que reverberan”, “Mudar de piel” o el estupendo “Baker y margaritas”, el mejor del libro en mi opinión— están llenos de matices y de aristas, de silencios y de ausencias, de «esclusas mediante las que acotamos nuestros afectos» y de caminos que «una vez transitados, no tienen vuelta atrás», de atmósferas nada cómodas que nos sacuden y nos remueven y donde lo “no contado” es tan poderoso como lo narrado.
Marcos Giralt Torrente es un agudo observador de la realidad que se detiene en los detalles pequeños, en los actos cotidianos a los que no solemos conceder importancia, y los convierte en material literario. Los nueve relatos reunidos en Mudar de piel son nueve historias condensadas, reducidas a su esencia, a lo importante, nueve pequeñas novelas que hablan de la soledad, la incomunicación, el amor y el desamor, la incapacidad de querer o los distintos modos de hacerlo, el perdón, las contradicciones y las heridas que dejamos en quienes queremos… es decir, de la condición humana y la complejidad de nuestros sentimientos. De la vida.
La prosa de Marcos Giralt Torrente es magnética y muy personal: basta con escuchar una frase en voz alta para saber que es suya, y ésa es una cualidad reservada sólo a los grandes escritores. “Las palabras suelen llegar más lejos de lo que el corazón se atreve”, dice en uno de sus cuentos. En Mudar de piel las palabras llegan lejos, muy lejos, y el corazón se queda con ganas de que los relatos de este libro no acabaran nunca.
Eva Cosculluela, Los Portadores de Sueños (Zaragoza)