“Para morir los dos basta con que uno muera” de Jorge Villalobos
PARA MORIR LOS DOS BASTA CON QUE UNO MUERA
VILLALOBOS, JORGE
ISBN
978-84-18082-57-3
Editorial
Valparaíso Ediciones
Jorge Villalobos (Marbella, 1995) ganó hace dos años el Premio Hiperión de poesía con El desgarro, un libro herido como pocos que hayamos leído, lleno de dolor autobiográfico pero también hermoso a su manera, algo así como una catarsis tras tanto padecimiento, un libro tremendo que, al decirse, tal vez buscaba cerrar una larga época oscura, iniciada en la propia niñez y marcada por las muertes y las enfermedades. Conforme avanzaba el libro los propios poemas se preguntaban si ese mismo libro que estábamos leyendo no sería excesivo en intensidad, en confesionalidad, en desesperación o en miedo, con lo que el círculo terapéutico se redondeaba, culminando un aullido del que la poesía no sólo salía realmente airosa, sino más bien enaltecida.
Tras ese gran libro, este 2020 ha llegado No es nada personal, una colección, casi una plaquette, de poemas diversos en todos los sentidos (extensión, tono, calidad…), y donde brillaba un verso bonito, bien visto: “tú eres todo lo que quiero escribirte”, que ahora vemos reproducido, con una leve variante, en su nuevo libro, Para morir los dos basta con que uno muera: “Tú eres todo lo que quiero decirte, tú eres el tiempo que tengo y conozco”.
Viniendo de El desgarro, nos alegra recibir un libro como éste, donde Jorge Villalobos no iguala su propia calidad, pero donde ofrece un tema mucho más amable, menos sobrecogedor, aunque el amor se afronta, desde el mismo título, con todas sus amenazas. Pero el flirteo deliberado con la ñoñez que hay en ese mismo título general indica también que el autor ha tenido realmente la voluntad de descomprimir su propio tono, cantar el amor juvenil y todavía ingenuo como están moralmente obligados a hacerlo los veinteañeros (que por ello saben del amor mucho más que sus abuelos).
Se nota bien, con todo, todo el tiempo, todo el cariño y toda la verdad privada que Villalobos ha invertido en este poemario, que contiene un buen número de aciertos parciales dentro de esa melodía como de encanto que el autor ha querido dar al conjunto, un tanto peliculera, melosa adrede, donde el tú es tan idolatrado “que romperé distancias y estaremos / juntos mientras estemos separados”. Poemas-carta extensos, acumulativos, a veces anafóricos, calculadamente desbocados… que crean una gran y única declaración de amor, que fundan un universo para dos. El libro, pues, rezuma ternura, y se hace difícil leerlo sin una constante sonrisa de complicidad ante quienes nosotros, todos nosotros, fuimos algún día. Pero el libro es, insistimos, muy consciente de sí mismo, y en él hay muchas lecturas sepultadas, guiños a la tradición y metapoesía explícita y jugosa, como en estos versos, con su punto garcilasista y su impugnación de la poética fría: … “este poema / es todo los que nunca te escribí, / este poema es su sola intención porque / quiero escribirte un verso a tu medida, / a la medida de lo irracional / que resulta querernos si lo piensas, / esto solo, ¿por qué debe ser más? / Este poema es su sola intención: tú”.
Juan Marqués, para ‘Las Librerías Recomiendan‘.