"Río revuelto", de Joan Didion
Al igual que muchos lectores, llegué a Joan Didion con El año del pensamiento mágico, un libro de memorias que narra la pérdida de John Gregory Dunne, escritor y pareja de la autora. Dunne, de raíces irlandesas, provenía de una familia adinerada, y junto a la periodista, hija de unos inmigrantes en busca del sueño americano, crearon un universo en el que la literatura era el pilar sobre el que giraban sus vidas.
Con Noches azules quedé compungido. En ella Didion narra cómo fue vivir la muerte de Quintana, hija única y adoptada por la pareja, cuyo nombre hace referencia a la ciudad mexicana favorita de ambos. El texto es doloroso a la vez que bello, como uno de esos cuadros que al contemplarlos colapsa el entendimiento.
En Noches azules se puede apreciar la fragilidad y la entereza de Joan Didion, el amor materno, la dificultad de encajar la pérdida, la soledad impuesta. De nuevo surge la literatura. Y de nuevo es insuficiente para retener la vida de los seres queridos. Y de nuevo la escritura es terapia para interiorizar, racionalizar y compartir la experiencia.
Como periodista, Didion estuvo ligada al Nuevo Periodismo, término acuñado por el recién fallecido Tom Wolfe. Fue ahí, con las técnicas de la narrativa aplicadas a la no ficción, donde Didion se fraguó su prestigio como cronista. El ángulo en el que colocó su mirada le permitió colarse en las cabeceras más prestigiosas de Estados Unidos. Los que sueñan el sueño dorado recoge parte de este trabajo.
Hace pocos meses Gatopardo editó Río revuelto, su primera novela, que junto al documental Joan Didion: el centro cederá, vuelve a poner a la escritora de Sacramento en la mesa de novedades de las librerías.
Fueron siete años y el rechazo de doce editoriales lo que tardó Río revuelto en ver la luz. Didion trabajaba en Vogue durante el día. Y por las noches, frente a la máquina de escribir, daba forma a los McClellan, los protagonistas de esta novela, una familia californiana con menos virtudes que flaquezas.
Río revuelto se desarrolla en un periodo de más de treinta años. En ese espacio temporal, la escritora despliega sus habilidades incipientes de narradora y plantea esta historia con Lily como centro gravitatorio. La pasión, las convenciones sociales, el fin del amor, la familia, el vacío existencial son algunos de los motivos que se van acumulando en sus más de trescientas páginas.
La voz narradora, dotada de gran fuerza psicológica, engarza uno a uno a sus personajes, hasta dar forma a esta novela con ecos de Fitzgerald, sostenida en largas noches de alcohol a los pies del porche de un rancho, mientras California se está transformando, bajo un ambiente que de caluroso acaba en decadente, y que confirma que la ficción del sueño americano es una ecuación que siempre está por resolver.
Si bien Río revuelto no quedará entre los títulos imprescindibles de la Gran Novela Americana, Joan Didion demuestra sus buenas dotes como narradora de largo aliento, además de dejar claro que es una gran conocedora del espíritu de su época. En la plasticidad del texto laten ya su sensibilidad y su agudeza. Didion ya era Didion en su primera novela.
David García Martín, La Buena Vida. Café del Libro (Madrid)