“Todavía” de Sergio Suárez
Sergio Suárez es uno de los mejores amigos que tiene en este mundo quien escribe estas líneas. Una vez reconocido eso al frente de esta reseña, creemos que ya podemos decir un poco lo que nos parezca, y la verdad es que lo que nos parece es que Suárez acaba de lanzarse a la entretenida piscina de la literatura con un libro precioso, una delicia en miniatura (o, mejor, una delicia en forma de miniaturas encadenadas). Se trata de un diario, sus cuadernos, aunque el subtítulo lo anuncie con modestia y timidez: “Apuntes de diario. (2011-2015)”. Lo que leemos, exactamente, es una buena selección hecha por el profesor José Muñoz Millanes de las siempre breves entradas que Suárez anota cada día, y en ellas, como es ritual en los diarios, hay un poco de todo, pero decantado siempre hacia los otros, hacia los cómplices, hacia el padre, hacia los amigos.
La realidad de Sergio Suárez no se conforma con las tres dimensiones universales. Aparte de lo alto, lo ancho y lo profundo, el diarista madrileño opera dentro de la memoria, de la literatura, de la música (con preferencia por la portuguesa), de las ciudades deseadas y los cuerpos visitados, de la familia y, ante todo, de la amistad, que, más que otra dimensión, es más bien el quinto elemento de su mundo. Este libro es un enaltecimiento de la amistad, que se vive con una mezcla de adicción y entrega. Aunque también hay incursiones en ese territorio más ambiguo y fronterizo donde los sentimientos empiezan a adquirir otra naturaleza, el protagonista del libro es la amistad, una amistad abierta, desinteresada y limpia, una amistad tan generosa que sabe recibir, una amistad tan sincera que sabe esperar o incluso retirarse, pero que, gozosamente, da lo mejor de sí cuando es constante y se ve plenamente correspondida, en las conversaciones largas, en los paseos o, muy especialmente, en los viajes compartidos. Así, por ejemplo, y a juzgar por el número de entradas dedicadas a esa investigación entre neoyorquina y oscense, las que dan cuenta de las pesquisas que llevaron a Víctor Casanova Abós a escribir esa ‘quest’ fascinante que fue Marcelino. Muerte y vida de un payaso, un libro tan especial como poco visible.
Versos de poetas (y de algún intruso que dice serlo), hallazgos en librerías, pájaros en Cercedilla, mañanas de trabajo en un colegio mayor, tardes de baño y lectura o el apagamiento lento y definitivo del padre del autor van trenzando esa crónica “en streaming” de los años de Todavía, en palabras tan próximas y parecidas a la vida que en verdad se hacen una sola, la del título. Es la magia del diario: la vida siendo registrada mientras sucede, casi en presente real, con las emociones aún despiertas, escribiendo algo con la misma sonrisa que ha producido o despertado aquello que se cuenta…, y todo acaba componiendo, en perspectiva, un gran testimonio de alegría interior, no matizado por la melancolía sino, al contrario, multiplicado por ella, porque cuando la melancolía es relativa y está hecha de fados y de cultura y de sueños, es más una estupenda compañera de viaje que un lastre indeseable. Y, dado, en fin, que, “aunque el amor se acabe y aunque exista la muerte” (que decía Eloy Sánchez Rosillo), lo que aquí predomina es la manifestación de una felicidad consciente de serlo, nos alegra muchísimo colocar este libro, sin dudarlo, en la sección de no ficción.
[Dos de los personajes principales del libro, Lola Larumbe y Manuel Borrás, lo presentan el jueves 27 en la Librería Rafael Alberti de Madrid: ver aquí la invitación]
Anónimo
22 marzo, 2020 at 10:48 pm
Pura sensibilidad hacia las personas,la naturaleza y el mundo
Un corazón grande maravillosp