“Un cerezo” de Alejandro Palomas y Albert Arrayás
Un cerezo es símbolo de inocencia pero también de la belleza y de la fugacidad de la vida.
Yuki y Gea son amigos y sus casas comparten un jardín de hermosos cerezos. Allí pasan las horas jugando con Rolo, el perrito tuerto de Yuki, charlando y contando las pecas de Gea, de los planetas y de las estrellas del universo, hasta que el día del cumpleaños de Gea mientras la niña se come un trozo de su tarta de cerezas se traga un hueso…y entonces todo cambia.
El cuerpo de Gea empieza a cambiar, a transformarse, pierde sus pecas, bebe agua sin parar y se empieza a hinchar tanto que Yuki piensa que a Gea le está creciendo un planeta dentro. En esos días aparece un herrerillo azul que no se separa de Gea en ningún momento, la niña decide ponerle el nombre de Pía. Los médicos no saben qué le ocurre hasta que una radiografía desvela que a Gea ¡le está creciendo un cerezo dentro!
Yuki piensa que quizá como en El Principito, a Gea también le saldrán una rosa, una serpiente y un zorrito y se convertirá en princesa, o quizá es que su amiga en realidad es un planeta…
Este álbum del escritor Alejandro Palomas y del ilustrador Albert Arrayás, publicado por Flamboyant, es todo un planeta, redondo y perfecto en su poesía y en los símbolos que utiliza para contar la amistad de una niña y de un niño que han de enfrentarse a la enfermedad, a la muerte, a la ausencia y al recuerdo, y lo hacen con delicadeza, con belleza y con la naturalidad propia de la infancia.
Este cuento además nos recuerda la unidad que somos con la naturaleza y la importancia de la conexión con ella. El perrito Rolo, el herrerillo Pía, los cerezos, las estrellas y los planetas nos enseñan que la naturaleza forma parte de nosotros y poder disfrutar de ella es un regalo.
“Un cerezo” es el primer álbum de Alejandro Palomas y esperemos que sea el primero de muchos porque las niñas y los niños necesitan de un escritor como él para entender el mundo, para ver su belleza y para ser consuelo y esperanza. En esta historia una de las cosas que nos enseña es que tal vez la muerte no sea sólo una partida, quizá sea un regreso, un nuevo comienzo que no impide que nuestros planetas y nosotros sigamos juntos y queriéndonos.
“Desde entonces, Yuki estudia el cielo con su telescopio y contempla el nuevo planeta. Es redondo, está cubierto de flores blancas y tiene un cerezo enorme lleno de herrerillos azules. Y si mira al cielo sin el telescopio, lo que ve es la cara de Gea salpicada de pecas.”
Sagrario Santamaría Martín, Librería Taiga (Toledo)