Un hombre vulgar (451) de Miquel de Palol

Ésta es una de las aventuras más singulares con las que me he cruzado últimamente. Sebastian Bosch llega a Twerpdyen con el encargo de restaurar un órgano barroco y nos encontramos con la intriga de la desaparición de una niña, de la que Bosch podría ser el culpable, también de una relación sentimental y sexual, además de con el posible punto final a una vida profesional de la máxima especialización, sumado al misterio sobre la biografía de Bosch y, sobre todo, el encuentro con un arte antiguo a través de ese organo y la tradición cultural de Twerpdyen.
La lógica sería que la armonia de la novela funcionase con un engranaje adecuado y atractivo de sus componentes, sin embargo la pericia de Miquel de Palol es mucho más osada, ya que la novela pasa por ser en muchos momentos hermética, desequilibrada e, incluso, antipática. Las líneas argumentales atrás expuestas son olvidadas o tratadas superficialmente buscando centrar el ritmo emocional de la lectura en la relación de Sebastian Bosch con su oficio. Que este proyecto consiga completar un libro de una valía extraordinaria es un logro que no puede pasar desapercibido.