“Un poco de compañía” de Andrés Trapiello
En 2019 se cumplen veinticinco años de la primera publicación de Las armas y las letras. Literatura y Guerra Civil (1936-1939), un libro fundacional para entender nuestro pasado reciente y un primer hito para una normalización que, poco a poco, aunque no sin retrocesos o malentendidos, va consiguiéndose. Para celebrarlo la editorial Destino, que ya se hizo cargo de la tercera salida, muy ampliada, en 2010, publica ahora una edición conmemorativa, y lo hace cuando todavía está muy viva en nuestras librerías la monografía de Andrés Trapiello sobre El Rastro, un libro que ya fue recomendado en nuestra página por la librería alicantina Libros 28. Que, tratándose del Rastro, estuviese publicado por una editorial barcelonesa y, en nuestro caso, lo reseñase una librería muy alejada de Madrid no es nada raro, ya que lo que aquel libro vino a demostrar, entre otras muchas cosas, es que el Rastro, en realidad, no está en Madrid sino en nosotros, dado que hay tantos rastros como personas, todas hechas de cachivaches, cacharros, cosas averiadas y descoloridas en busca de redención.
Y en 2018 Trapiello publicó también los poemas de Y, y los diarios de Diligencias… Los escritores muy fecundos despiertan frecuentemente sospechas: lo de publicar tanto tiene mala prensa, pero ¿por qué no hacerlo cuando se tienen tantas cosas que decir, y todas tan pertinentes? ¿Por qué no publicar a ese ritmo cuando se tiene a tantos lectores demandando y esperando nuevos libros?
En cuanto comenzó a publicarse la colección “Baroja y yo”, de la editorial Ipso, era fácil intuir alguno de los nombres que irían desfilando por el catálogo para dar cuenta de su relación con don Pío, uno de los pocos autores que podrían sostener una colección así, pues es difícil concebir a un lector español que no se haya sumergido en “lo barojiano”, que es algo realmente único y mágico, una perspectiva de la vida y, por tanto, una literatura que es enigmática en su sencillez, poética en su tosquedad, divertidísima en su resignación. El misterio de Baroja, su mundo, da para mucho, y los veinticuatro libritos que hasta hoy han aparecido van enfocando diferentes lugares de la obra o de la vida del escritor, a la vez que proponen formas de leerlo o de entenderlo.
El que acaba de publicar Andrés Trapiello es precioso y exacto desde su mismo título. El leonés ya ha dedicado a Baroja cientos de páginas en el citado Las armas y las letras, y en Los nietos del Cid, y en Viajeros y estables, o, al hilo de relecturas o apariciones de inéditos barojianos, en sus diarios… de modo que sería posible e interesante ir rastreando cómo ha ido cambiando o al menos matizando Trapiello su valoración de la obra de un escritor que, como resulta obvio, es simplemente decisivo para entender, si no exactamente su literatura (que tendría maestros e influencias más importantes en lo que importa, que es el fondo), al menos sí el estilo del propio Trapiello, la forma de su prosa, su tono, su sintaxis, su actitud ante la página (que no ante la vida)…
La introducción de este opúsculo, su primer capítulo y la conclusión constituyen una puesta al día perfecta, aparte de una lección de sabiduría lectora, de discernimiento definitivo de lo que tiene valor imperecedero. Alguna vez nos ha tentado releer toda la obra de Trapiello para ir extrayendo una especie de diccionario de sus opiniones literarias, aislar esos aforismos o intuiciones que campan por todas partes en sus libros y que en un número pasmoso de ocasiones agotan el asunto. Lo que dijo sobre las greguerías ramonianas en tal volumen del diario, o su dictamen, como de pasada, sobre la poesía de Neruda en tal columna… valen muchas veces más que gruesos trabajos académicos sobre los mismos escritores. Es la ventaja de la literatura sobre la universidad, o del talento sobre el trabajo, o de la inteligencia sobre la erudición…: al poder permitirse libertades, bromas, maldades, excesos, injusticias, deformaciones… se consigue ser más preciso, y pocos entre nosotros (queremos decir que nadie) tienen el don de la exactitud tan agudizado como Trapiello. Ese diccionario, insistimos, iría rastreando el modo en que ha ido mutando levemente el juicio de Trapiello sobre Baroja a lo largo del tiempo y de las revisitas, pasando del entusiasmo, la admiración abierta y esa adicción juvenil que tantos compartimos en su día, a cierto escepticismo respetuoso, algunos peros de peso, siendo ahora una de esas pasiones lejanas que, no habiendo mediado conflicto o ruptura, desembocan en un afecto melancólico. A Baroja se le relee de vez en cuando con el mismo espíritu con el que, muy de tanto en tanto, escribimos a los viejos amigos preguntándoles cómo les va la vida.
Y del mismo modo que él afirma que Baroja es un escritor de salida, no de llegada, éste es obviamente un libro al que hay que entregarse sólo si se ha pasado antes por Baroja (lo cual, además de lógico o de obvio, parecería exigible), pues, aparte de algunos datos inéditos en forma de cartas hasta hoy desconocidas, está claro que tiene algo de recapitulación, de balance final, de puesta a punto. Trapiello declara en él su admiración sin ocultar sus reservas, pero incluso estas reservas son, curiosamente, netamente barojianas.
El libro se presenta este lunes, 27 de mayo, a las 19.30, en la librería madrileña Cervantes y Compañía.