Más libros de la semana de Literatura

“Cuadernos perdidos de Japón” de Patricia Almarcegui

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Cuadernos perdidos de Japón

Cuadernos perdidos de Japón

Almarcegui Patricia

ISBN

978-84-18504-31-0

Editorial

CANDAYA,S.L

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Cualquier lector de Patricia Almarcegui ha podido comprobar a menudo que en sus libros no sólo hay práctica del viaje, sino teoría al respecto. En realidad es natural: igual que no puede existir un poema en el que no se agazape, conscientemente o no, una poética, en todo libro de viajes hay una forma de mirar, una “filosofía” del viaje, un “estilo” de moverse. Pero lo de Almarcegui es especialmente deliberado, y en sus páginas se baraja la erudición y la documentación con sus propios pasos, sus propias experiencias, sus propios hallazgos. Ya lo explicamos por aquí al comentar su Conocer Irán, y vuelve a suceder, más fragmentario, en estos Cuadernos perdidos de Japón, donde la autora, muy atenta a los detalles (y esos detalles son, con frecuencia, micromachismos, o en ocasiones no tan “micro”…), nos ofrece algunas de las entradas de sus diarios de tres viajes a Japón, en 2008, 2018 y 2019, barajadas con notas de otro orden, seguramente de otros cuadernos y de otras épocas, en las que apunta reflexiones, siempre breves, sobre estética, o reproduce citas ajenas (muchas de ellas realmente impactantes) o nos introduce en su intimidad, la estrictamente privada suya o la familiar, protagonizada esta última por el apagamiento, la enfermedad, la despedida.

Como contagiada del célebre laconismo japonés (algo que no deja de ser un lugar común, pues en todas las culturas -y también en ésa- hay casos de formas microscópicas de literatura y novelones de varios tomos) aquí es más lacónica (que no menos significativa), pero continúa leal a sus propias líneas maestras, las que la han convertido en una voz literaria tan especial: lo de la “conciencia de género” se da en estos tiempos ya por consabido, y Almarcegui reserva siempre en sus libros espacio que ceder generosamente a otras voces anteriores a la suya, mujeres que quisieron y reclamaron poder viajar y escribir, a la vez que comenta las pequeñas o grandes afrentas que ha de soportar por ser mujer (o, en estos diarios, se hace eco del asesinato de dos turistas argentinas en Ecuador). También está el asunto de la ruptura de la cronología: las entradas no se disponen por su orden en la línea del tiempo sino obedeciendo a una estructura y una melodía internas que convienen más a lo que quiere ser dicho. Hay pequeñas digresiones generales o privadas. Y hay documentación, muchas referencias librescas o artísticas, aparte de información histórica, socio-económica y política, ofrecida no al modo de un ensayo sino al de la anotación a vuelapluma, la contextualización, algo que recordarse a una misma para entender lo que está viendo en el presente. Y hay también una mirada poética, no ya por lectora activa de poesía sino por poeta: aquello tan romántico (no en el sentido de “amoroso”, sino en el otro) que decía Nietzsche de que “cuando miras el abismo, el abismo también te mira a ti”, Almarcegui lo dulcifica: “Cuando veo una flor, ella también me ve a mí”, y en esa decisión hay también todo un programa que tiene que ver con lo lejano pero cercano, con lo universal, con lo inmutable, con lo efímero y lo eterno.

Japón es un país de paradojas (de contrastes, diría el topicazo), ya se sabe: modernidad acelerada y veneración por las tradiciones, velocidad frenética y quietud extrema, zen a toda costa y estrés en todos lados, templos de madera y rascacielos de cristal, oratorios y skylines, paciencia de siglos y suicidios laborales, educación exquisita y violencia extrema, devoción por la naturaleza y tecnología punta para un urbanismo que, por falta de espacio, es vertical. La prostitución es tan ilegal como omnipresente (y Almarcegui le dedica varias entradas). Y en Japón esos micromachismos de los que hablábamos son bastante poco “micro”, y son, claro, más brutales cuanto más remotos, pero más graves cuanto más actuales, por violentamente anacrónicos… Todo eso, y bastante más, es lo que se encuentra en estas 110 páginas de literatura viajera y de reflexión, de una mirada sobre Japón que no es una mirada entregada o rendida, sino una mirada amable pero siempre crítica, incisiva, vigilante. Lo dice ella en un sentido y un momento muy específicos, pero serviría para más: Almarcegui fue en Japón una “mujer en alerta”.

Juan Marqués, ‘Las Librerías Recomiendan

“Todos mis anhelos” de Eva Puyó

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Todos mis anhelos

Todos mis anhelos

Puyó Sanz, Eva

ISBN

978-84-16461-40-0

Editorial

Xordica

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Claridad, sencillez, elegancia…

La preceptiva literaria de Eva Puyó se concentra, como anota ella misma en la novela, en alcanzar estos tres objetivos con su escritura. Y lo consigue plenamente. Una técnica que es lenta y meticulosa, como lo era su padre, y a la vez fresca y sencilla como la comida que preparaba su madre. Catorce años hemos esperado sus lectores desde que apareció Ropa tendida, su primera y única obra publicada hasta la fecha, para poder leer de nuevo a esta autora que domina el arte de contar con esa facilidad tan difícil de lograr y tan rara de encontrar .

Poca ficción y mucha literatura: “Como escritora, pienso que hay que estar atenta a descubrir lo que se oculta detrás de las cosas. Pero también hay que saber distinguir la verdad que simplemente se muestra”.

La materia sobre la que se teje Todos mis anhelos es la enfermedad y muerte de su padre y la vida de su madre en los primeros meses de viudedad. Los personajes son reales: la autora, sus padres, sus hermanos, sus amigos (y “los amigos son, con frecuencia, nuestros educadores en la vida”). El tiempo, finales de la primera década de este siglo. El espacio, Zaragoza. Se trata de una especie de crónica familiar provinciana, emparentada con los escritos de Annie Ernaux o Natalia Ginzburg, en la que no se buscan respuestas sino caminos, la literatura es aquí memoria más investigación con cierto sentido del humor que integra al lector en un relato que le implica como historia común universal.

“No dejes que te manipulen los hijos”Estas palabras de su padre dirigidas a su madre son el núcleo del último capítulo, o coda. Junto con la frase que da título a la obra, Todos mis anhelos…, cuyo posible significado da sentido a todo el relato, resumen las palabras de una vida, palabras escuchadas o palabras contadas. Secretos que a veces conocemos, pérdidas de memoria que nunca recuperamos.

Y si hay que buscar un tema que subyace de fondo y que recorre todas estas páginas, ése es el cuidado de los demás que nos permite continuar adelante en el hilo de la vida.

Chema Aniés, Librería Anónima (Huesca)

“La casa del tiempo” de Laura Mancinelli

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La casa del tiempo

La casa del tiempo

Mancinelli, Laura

ISBN

978-84-18264-89-4

Editorial

Periférica

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Plácido, pintor falto de inspiración, decide volver al pueblo de su infancia, y una vez allí, sin saber muy bien por qué, acaba comprando la casa de la que fue su maestra. Aquella figura que se convirtió en una figura clave, y puede que idealizada, de su infancia.

La casa del tiempo se lee como un paseo por la campiña italiana, sin prisa, disfrutando del paisaje y de todo lo que evoca los sentidos: los colores de los bosques de acacias, el olor a romero, la luz de los campos de arroz que aquí tan bien conocemos. También como un viaje al pasado, el de casi todos los que añoramos aquella casa que fue importante para nosotros en la niñez, esa que, al volver, nos supone una mezcla de melancolía, puede que hasta de tristeza, pero que a la vez también nos reconforta y nos hace sentir que pertenecemos a un lugar.

Este libro es una oda a las cosas sencillas de la vida. Tal vez, en la edad adulta, uno trate de volver al que fue y se dé cuenta de que en lo cotidiano están los mejores recuerdos. Plácido tiene firmes en su memoria las manos de su maestra, aquel libro que no le dejó leer, aquel tomillo plantado en la puerta… Y al final es consciente de que su inspiración está en eso, en sus conversaciones en la fonda con su amigo y un buen vino, en el momento en que, cada día, antes de entrar en aquella casa, observa al gato y a la luna en forma de hoz y piensa en si es él quien ha elegido la casa o la casa la que lo ha elegido a él; en los rituales el pueblo, el reencuentro con la sencillez y la belleza de lo cotidiano.

Ha sido agradable descubrir a la ya desaparecida Laura Mancinelli con esta novela que también esconde misterios y momentos de ternura y humor, y que me ha dejado una sensación de cierta melancolía feliz, si es que eso tiene sentido.

Maria José Graciá, Librería El Puerto (Sagunto, Valencia)

“Diario del río Misisipi” de John James Audubon

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Diario del río Misisipi

Diario del río Misisipi

Audubon, John James

ISBN

978-84-18067-24-2

Editorial

Nórdica Libros

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Introducirse en la vida y obra de John James Audubon (nacido Jean-Jacques Audubon) requiere por parte del lector un ejercicio y esfuerzo por alejarse de encorchetados compartimentos-estancos culturales actuales. Hablamos de uno de los padres de la ornitología moderna, además de ser también parte fundamental de la historia del “Naturalismo” decimonónico (eso sin contar sus innegables habilidades en la pintura botánica). Por ello nos encontramos en esta edición publicada bajo el título de Diario del río Misisipi, pergeñada exquisitamente por Nórdica Libros, con el recorrido a través de un espacio y un tiempo distantes a nuestras maneras de entender la relación con una naturaleza aún por descubrir.

Empieza el recorrido embarcándose desde Cincinnati acompañado por el capitán John Aumack y un joven Joe Mason, que acabaron por ser testigos y colaboradores de este viaje por aquella vieja parte de la Luisiana francesa. A lo largo de todo el diario y sus variadas anotaciones podemos palpar la insoslayable fungosidad de la espera. Recorremos con él esos días tediosos y de silencio en los que nada ocurre hasta los instantes de frenesí ante la aparición de esas aves que tanto deseaba catalogar, pintar, diseccionar. Eso sí, siempre confiando en su certera puntería, con la cual aspiraba a no provocar daños que dificultaran cualquiera de los anteriores objetivos.

Porque la única manera que tenía Audubon de profundizar en la naturaleza aérea de aquellas tierras salvajes era con la muerte. Por ello cuando he señalado frenesí es porque así se desprende de las largas jornadas en las que cazaba casi un centenar de aves para posteriormente realizar un trabajo que le quitaba prácticamente cualquier hora de reposo mencionable. Y (no es por hacer ningún tipo de spoiler) si había que cocinar, se cocinaba, porque la naturaleza también residía en el paladar de aquellos hombres de principio del siglo XIX.

En definitiva, este Diario del río Misisipi es la enésima aventura equinoccial del hombre blanco por tierras indómitas y repletas de salvajes, y hombres rudos, hombres de frontera atraídos por las nuevas tierras, una suerte de Pilgrims en busca de una tierra prometida que, tal y como bien refleja Audubon, no compartían el entusiasmo por la naturaleza de nuestro protagonista.

Un diario publicado de manera excepcional, con sus excelsas ilustraciones en las páginas finales (más de 70) que legó a la historia demostrando su afán inquebrantable por dejar un atisbo de conocimiento a la sociedad de su momento. Por ello representa un más que interesante estudio del surgimiento a la vida de las ciencias modernas y un testimonio de un mundo que desapareció irremediablemente bajo el yunque una sociedad que se encontraba en pleno proceso de mutación y transformó su entorno al capricho de otras aventuras menos loables.

Juzguemos, pues, a Audubon, tras la contemplación de sus penurias, riesgos, adrenalina y arte, como ese individuo necesario para comprehender un pequeño trozo de una historia.

Vicente Velasco Montoya, La Montaña Mágica (Cartagena, Murcia)

“Bohemios del valle de Sesqua” de W.H. Pugmire

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Bohemios del valle de Sesqua

Bohemios del valle de Sesqua

Pugmire Wilum Hopfrog

ISBN

978-84-122813-1-6

Editorial

LA BIBLIOTECA DE CARFAX

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“El miedo es una de las emociones más antiguas y poderosas de la humanidad, y el tipo de miedo más viejo y poderoso es el temor a lo desconocido”… Esta cita de Lovecraft resume a la perfección el núcleo candente en torno al cual gravita su propia obra. Para el autor de Providence, el terror venía dado por la creación de una atmósfera determinada como principal impulso narrativo, una atmósfera que transitaba entre lo onírico y lo malsano, más que por el entramado argumental o los personajes. En sus decenas de relatos, el terror se aleja del género humano y su planeta insignificante y sus panteones, para ir directamente al encuentro de la otredad, de lo weird, del horror cósmico de un universo hostil e infinito.

Wilum Hopfrog Pugmire, décadas después, recogió el testigo de Lovecraft y supo entender como pocos el sentido de su obra. Su mayor tributo fue la creación de un universo ficticio similar al que construyó el escritor de Providence, poblándolo con la misma extrañeza y las mismas tinieblas, con los mismos sueños y los mismos nombres malditos. Si Lovecraft pergeñó el Valle de Miskatonic y todas las ciudades ficticias que lo jalonan (Dunwich, Innsmouth…), Pugmire materializó su propio rincón encantado, un lugar donde vertió su amor por la poesía y por las figuras de Oscar Wilde, Baudelaire, el propio Lovecraft o Arthur Machen. El Valle de Sesqua se convirtió en ese rincón mágico, que transporta los recuerdos y los sueños del tiempo. En este paraje que atrae a los locos y los ceba con su alquimia impía, el autor hizo transitar personajes inmensos y rotos, así como a los avatares de dioses nacidos del acto de apareamiento atroz de estrellas negras y lunas muertas. Simon Gregory Williams, William Davis Manly o Sarah Paget-Lowe son sólo alguno de esos personajes, sonámbulos en la vigilia, náufragos sin mar. Escucharon la canción del valle y, como Odiseo de regreso a Ítaca, no podían hacer otra cosa que ir en pos de su voz.  Los encontrarás a los pies del monte Selta, resplandecientes de júbilo, atrapados en las ensoñaciones de Sesqua, un ente vivo que sueña y respira, un portal a realidades más antiguas que en la que vivimos. Los encontrarás arrodillados, oferentes como bestias domesticadas, lamiendo las manos del Hombre Oscuro Nyarlathotep, sellando pactos más antiguos que el orden de los mundos.

Pero Pugmire no fue sólo un pastiche de Lovecraft, sino que supo dotar a su obra de un aliento único, poético e intensamente musical. Libre de todos los prejuicios que asolaban la obra de este, los relatos de Pugmire te impregnan con una sensualidad casi empalagosa, se te pegan como el sudor en verano, te embrujan como una bruma que te besa en los ojos y te abre la puerta de los abismos.

Sus mitos no hieden al miasma de la tumba y el túmulo, sino al romero de los montes, a beleño y mandrágora. Brillan con las tradiciones gitanas y las canciones antiguas chilladas al alba en idiomas alienígenas, con las verbenas salvajes donde los vivos bailan con los muertos. Sus historias son magia negra y el reverso repujado de una carta de tarot.

Sergio García, Librería Dorian (Huelva)

“Puta” de Nelly Arcan

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Puta

Puta

Arcan, Nelly

ISBN

978-84-17386-76-4

Editorial

Pepitas de calabaza

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Raquel Vicedo, nuestra querida librera nómada (Madrid-Asturias-Logroño-Alicante…), pero constantemente vinculada a Cervantes y Compañía (Madrid), nos habla desde los (fascinantes) sótanos de esa librería para recomendarnos un libro guerrillero y mucho más hondo y complejo de lo que las cuatro letras de su título, tan citadas: “Puta” de Nelly Arcan, publicado por Pepitas de Calabaza y traducido por la propia Raquel.
 
Podéis encontrar el libro en todas estás librerías:
https://www.todostuslibros.com/libros/puta_978-84-17386-76-4

“Al final del miedo” de Cecilia Eudave

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Al final del miedo

Al final del miedo

Eudave, Cecilia

ISBN

978-84-8393-287-2

Editorial

Páginas de espuma SL

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Relatos como agujeros, cuchilladas con las que Cecilia Eudave acomete la realidad, trasluciendo qué hay más allá, qué se oculta tras estas vidas monótonas y desprovistas de significado, en un siniestro juego de dobles y espejos.

Unos descarnados protagonistas nos llevan de su mano, parpadeando ante la excesiva claridad y nitidez que inunda su plana existencia.

La mujer se despierta y sabe perfectamente que no recuerda nada de su vida, y que no volverá a recordar nada, los amigos se adentran en la noche buscando el peligro en un misterioso local clandestino, la pareja viaja en su coche y se ve inexplicablemente atareada en deshacerse de un cuerpo atropellado… Lo corriente, lo convencional, alterado abruptamente, por accidentes tan inesperados como deseados.

Los sólidos cimientos de la sociedad se agrietan, y asoma la oscuridad, el deseo, la lucha, un equilibrio frágil, una tensa cuerda tendida sobre lo misterioso, lo desconocido, abismo irresistible al que los protagonistas se aproximan sin pavor, topos cavando túneles hacia la oscuridad, estirando los límites de su mundo hasta sentir cómo se rasga.

Los misteriosos agujeros de los que todos hablan, heraldos de un fin que se aproxima, son parte de su cotidianidad.  Desprovistos ya de sus ataduras, estos cuerpos, como naves abandonadas, se entregan irremediablemente a la corriente, buscando precipitarse en el oscuro remolino, golpearse y astillarse, sintiéndose tal vez así por un momento vivos, más allá del miedo.

Mariña de Toro Cuns, Numax (Santiago de Compostela)

“El Leopardo de las Nieves” de Sylvain Tesson

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El leopardo de las nieves

El leopardo de las nieves

Tesson, Sylvain

ISBN

978-84-306-2381-5

Editorial

TAURUS

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El escritor y aventurero Sylvain Tesson siguió los pasos del fotógrafo francés Vincent Munier por los parajes de la prácticamente inaccesible meseta del Tibet en busca del leopardo de las nieves, un animal hermoso y poderoso pero poco conocido y apenas fotografiado. Munier, siempre inmerso en la búsqueda de un fantasma, es uno de los pocos fotógrafos que ha conseguido verlo y captar su belleza a través de su objetivo para mostrarnos un animal salvaje, bello y sagrado y despertar en nosotros el respeto y el amor que la naturaleza de nuestro planeta merece: “Yo busco la belleza, le rindo honores. Es mi manera de defenderla”, nos dice Munier.

El resultado de esa aventura emprendida por Sylvian Tesson junto a Munier en una de sus expediciones por el Tibet es este libro que publica Taurus donde se nos habla de la búsqueda de lo inaprensible, de la virtud de la paciencia y de la espera. Éste es un libro lleno de silencio donde el ser humano se encuentra consigo mismo y con la naturaleza que lo rodea.

Tesson escribe desde lo personal y desde la reflexión filosófica invitándonos a observar, a disfrutar, a amar el mundo del que formamos parte.

¿Qué lleva a un hombre a viajar a un país prácticamente inaccesible para encontrar  y ver la belleza de un animal apenas visible? ¿A pasar horas y horas esperando en condiciones meteorológicas tan adversas y agazapado en posiciones incómodas sin apenas moverse? El frío y el dolor físico conviven con el deseo en esa espera. Tesson se queda solo consigo mismo, con sus pensamientos, recuerdos y reflexiones hasta encontrarse con lo esencial en ese camino elaborado de paciencia. Éste es un viaje lleno de poesía y silencio que transforma. “Había aprendido que la paciencia en una virtud suprema, la más elegante, la más olvidada. Ayudaba a amar el mundo antes de pretender transformarlo.”

El tiempo de la espera acaba… y al fin Tesson ve al leopardo de las nieves ¿Qué siente cuando lo ve? ¿Cuándo llega ese instante tan esperado, tan deseado? Siente algo sagrado, algo que lo transciende.

“Yo no tenía que consolarme, porque había visto el hermoso rostro del espíritu de las piedras. Su imagen, deslizada bajo mis párpados, vivía en mí. (…) Había visto al leopardo, había robado el fuego. Llevaba en mí el tizón.”

Tesson siguió los pasos de Munier por el Tibet y nosotros  también podemos seguir su rastro y las huellas de los leopardos a través de este libro y de las fotografías de Munier, en las que deslumbra la belleza de su mirada por la naturaleza. Saber que esa belleza existe nos calma y nos reconforta.

Quizás nosotros nunca viajemos al Tibet ni veamos al leopardo de las nieves pero en este mundo en el que vivimos tan deprisa, casi ciegos, y en el que lo inmediato gana la partida, nosotros también deseamos lo inaprensible. Quizás si cultivamos la espera y aprendemos el oficio de la paciencia, podamos conseguir robar el fuego para que al fin el espíritu del leopardo viva en nosotros.

“Esperar es una oración. Viene algo. Y si no viene es porque no hemos sabido mirar”.

Sagrario Santamaría Martín, Librería Taiga (Toledo)