Más libros de la semana de Literatura

“El final” de Attila Bartis

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El final

El final

Bartis, Attila

ISBN

978-84-17517-98-4

Editorial

Editorial Sexto Piso

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La última novela del húngaro de origen rumano Attila Bartis, El final, fue escrita originariamente en 2015, después de casi quince años de silencio literario, y en 2020 ha sido traducida al español por Sexto Piso. Hasta ahora sólo estaban traducidas a nuestro idioma otras dos novelas suyas: El paseo (1995) y La calma (2001), ambas en la editorial Acantilado. Habrá que esperar quizá a que alguna editorial traduzca sus libros de relatos y ensayos, pero de momento tenemos esta nueva y estupenda novela, un acontecimiento literario de altura, una de las apuestas editoriales más interesantes de los últimos meses. Se trata de una novela intensa, quizá para lectores de largo recorrido, en donde el autor disecciona asuntos tan universales como el amor –el de verdad, el que una vez nace y se asienta dura ya para toda la vida–; los celos; el miedo a la vida y el miedo a uno mismo; y la cobardía, esa que limita, constriñe y ahoga, y que tan pesada carga resulta.

Los personajes de Bartis han sido aplastados por la vida, pelean, luchan, se aman y se hacen daño por igual en una constante y desaforada búsqueda de la belleza y de la felicidad, o al menos de un sucedáneo lo más parecido posible a ésta. Viven en un universo estrecho, gris, en donde parece que no es posible el color, como en una fotografía en blanco y negro. El lector se descubre a merced de estos personajes, de sus esfuerzos ímprobos por vivir, en una constante lucha consigo mismos y con el mundo que les rodea y que a menudo solo conduce a una inevitable autodestrucción. La fotografía como expresión artística está muy presente en esta novela –el autor es también fotógrafo–, y constituye la tabla de salvación a la que se aferra el protagonista para hacer frente a la vida, para aguantar, para tener la certeza de estar vivo: “(…) uno no es simplemente libre y ya está, sino que hay que confrontar ese hecho día a día. No olvidarse de que la libertad no es una simple evidencia.”

Se trata de una historia atravesada por el dolor de principio a fin, un dolor intenso, que nace de las entrañas, un dolor al que en cambio no se desprecia, sino que se mima, se cuida y hasta se alimenta para que dure toda una vida, y el lector tiene que aprender a manejarlo también, tiene que saber qué hacer con él y con esa tensión contenida que impregna toda la novela y que se torna presencia en todas las relaciones que los personajes mantienen entre sí, relaciones a trompicones, con diálogos que son como espasmos, como latigazos, que hieren pero no fulminan del todo.

Bartis ha necesitado de la historia de Hungría para contarnos la vida de sus personajes, para explicarlos, porque es algo inherente a ellos, algo que les define absolutamente: algunos de ellos participaron en su juventud en la revolución húngara que estalló en Budapest en el 56 y que luego se extendió por todo el país. Esta participación activa marcará sus vidas y las de sus hijos; el comunismo y la política autoritaria que János Kádár practicó durante décadas sobre el pueblo húngaro es algo que el autor no puede obviar. El hombre no nace solo en una isla en mitad de un océano, resguardado, protegido, sino que nace en sociedades complejas; el lugar, la historia, la familia, condicionan su vida en mayor o menor medida y es imposible escapar del todo, es parte de su individualidad: el hombre inmerso en su sociedad, la sociedad embebiendo al hombre, su alma.

No obstante hay lugar para la belleza en este libro, Bartis utiliza en ocasiones un lenguaje poético, sanador –que en medio de tanta grisura resalta más, brilla más–, pero se trata siempre de un lirismo contenido, sin excesos ni barroquismos, fugaz pero muy real. Y es aquí donde el lector sabe que debe dejarse llevar, que, con todo, la historia respira, fluye y, no sabiendo adonde le lleva ésta, continúa a su lado, porque el lector de esta novela, una vez comienza, sólo puede hacer una cosa: llegar hasta el final. Definitivamente ese final puede resultar sorprendente, luminoso, esperanzador.

Nada está escrito, es posible que, a pesar de todo, la vida acabe ganando la partida.

Ester Vallejo, Librería Jurídica Lex Nova (Madrid)

“La sangre de la aurora”, de Claudia Salazar Jiménez

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La sangre de la aurora

La sangre de la aurora

Salazar Jiménez, Claudia

ISBN

978-84-120030-9-3

Editorial

Malas Tierras Editorial

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La sangre de la aurora, de Claudia Salazar Jiménez (Editorial Malas Tierras), ganadora del Premio de las Américas en 2014 a la mejor obra de ficción publicada en español, es una impactante novela contada a tres voces. Una novela corta pero tan intensa que te deja sin respiración en muchos momentos.

Marcela es una guerrillera que cree que existe un futuro mejor para su país. Un futuro más justo para el pueblo empobrecido, oprimido y desposeído. Cree firmemente en la revolución que le presenta el líder carismático. Melania, una periodista con hambre de verdad y con olfato para descubrirla cueste lo que cueste. Y Modesta, una campesina de vida sencilla que sufre las injusticias a las que le somete el patriarcado, primero, y la violencia después. Una mujer dura y honesta, con fortaleza para seguir luchando por su vida siempre.

Una guerrillera, una periodista y una campesina que tienen, sin saberlo, los destinos cruzados y nos recuerdan que no importa en qué bando estemos las mujeres en un conflicto, siempre nos llevaremos la peor parte.

Ambientada en el Perú de Sendero Luminoso, la autora consigue convertir los golpes en poesía. Una poesía cruel, una poesía fría y dolorosa, pero una maravillosa poesía.

Alodia Clemente, Librería La Rossa (Valencia)

“Literatura” de Daniel Remón

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Literatura

Literatura

Remón, Daniel

ISBN

978-84-322-3762-1

Editorial

Seix Barral

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La novela con la que se lanza a la piscina editorial el guionista Daniel Remón (Madrid, 1983) es un experimento muy curioso. Se trata de una autoficción oblicua o parcial que adopta la forma de cuento infantil, aunque lo que al cabo se despliega ante el lector es la rotunda victoria de la magia sobre la realidad, y de ahí, supongo, el título. El autor quiere o, mejor, necesita contar cosas de su familia, espantar fantasmas, homenajear a sus padres fallecidos, saldar cuentas, hacer un balance general de la primera mitad de su vida, mostrar una gratitud panorámica ante todo…, pero sucede que hay un niño implícito escuchando, y éste, con su afán de ficción y de sueños, no le permite en casi ningún momento ponerse muy “adulto”. Ya cierto personaje literario nos enseñó hace ochenta años y para siempre que “los adultos nunca entienden nada por sí mismos”, y aquí es la presencia de Teo la que obliga al autor a contenerse y rectificar cada vez que intenta escribir algo grave o algo atribulado: es ese niño, sobrino del autor, el que con su sola existencia y su activa atención impide que el narrador se derrumbe: no puede hacerlo porque el relato no puede apagarse antes de su desenlace. Y así es como vence la literatura sobre la realidad, o la vida sobre el mundo.

Las reseñas que publicamos en ‘Las Librerías Recomiendan’ quieren ser una invitación a la lectura, no una tertulia ‘a posteriori’ con los que ya han leído, de modo que no podemos decir mucho más, sólo asegurar que Literatura atrapa y encandila, a poco que uno mantenga una pequeña curiosidad sobre las cosas que importan. Su punto de partida es la “lista de ingredientes” con los que Teo exige que su tío construya el cuento (un coche rojo, una bruja buena, la maleta del capitán Garfio, una bruja mala, un montón de dinero…), y lo que se desarrolla es, por tanto, una “improvisación” en la que el niño recibe lo que deseaba, el autor vuelca su intimidad y su memoria y el lector asiste a todo ello con interés creciente, con complicidad.

Este libro es también no sólo un “hijo” del confinamiento de la pasada primavera, en el sentido de que fue escrito en aquellos días de cuarentena general, sino un relato que incluye esas mismas circunstancias, y ya son varios los que empiezan a publicarse y circular. Aparte, naturalmente, de los ensayos específicamente relativos al tema, oportunistas por definición y por lo general de un interés perfectamente provisional (esto es, anti-literario y, si se nos apura, anti-científico), ya hemos leído los diarios de Jordi Doce (La vida en suspenso) y Miguel Ángel Arcas (Cuaderno de Choisy), el modo en que Andrés Trapiello aborda y aprovecha la pandemia en Madrid (reseñado aquí por Daniel Rosino, de la Librería Walden) o, con un acierto muy especial, ciertas páginas de Lo que no se ve, de Jesús Montiel (comentado también aquí).

Volviendo a Literatura, hay que entender que se trata de un cuento que va naciendo “espontáneamente”, y cualquiera que haya contado un cuento a un niño por su cuenta, sin leer, sabe que en esa situación no hay vuelta atrás: cada decisión, por disparatada que sea, exige seguir hacia adelante, y es por tanto fácil embrollarse, abrir hilos que no se podrán cerrar, caer en la tentación de hacer desfilar a personajes vistosos pero comprometidos que acabarán desapareciendo sin explicaciones o desaprovechándose… Es el juego que propone Remón: el relato se va tejiendo “en streaming“, sin vuelta atrás, a la aventura…, y a la vez que se reivindica la fantasía y se defiende entre líneas su necesidad, por otra parte, y sin ninguna incoherencia, se sugiere que otra de las grandes ventajas de las literatura es su “gratuidad”, que se haga por gusto, sin obligaciones…, por amor: “Lo que escribe da lo mismo que sea esto o aquello. Sólo una cosa importa, y es que lo escribe, cuando perfectamente podría no hacerlo. No tiene prisa”.

Juan Marqués, para ‘Las Librerías Recomiendan

“Humo” de José Ovejero

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Humo

Humo

Ovejero, José

ISBN

978-84-18526-06-0

Editorial

Galaxia Gutenberg

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“Convivimos, calladamente la mayor parte del tiempo. Hacemos lo que tenemos que hacer; sin justificarnos. Sin mentir. No puedo imaginar una familia mejor”

Ya podéis encontrar en librerías Humo, la última novela de José Ovejero. Es de esos libros que te traslada a un espacio indeterminado, un lugar/no lugar donde los datos básicos de cualquier trama resultan irrelevantes porque el pálpito de la historia no está en ellos. Recuerda, inevitablemente y con gusto, a otros libros situados en no lugares como El niño que robó el caballo de Atila, Rendición o La carretera. Pero en este caso la búsqueda de la belleza (y hasta de la felicidad) en lo sensitivo tiene cabida y protagonismo en medio de un ambiente hostil y peligroso.

Una mujer (que podría llamarse Andrea pero no se llama nada) y un niño que apenas pronuncia unas pocas palabras conviven en una cabaña abandonada, de cuyos anteriores inquilinos tampoco tenemos noticia. Sabemos que no tienen un pasado común, que no son familia y que no saben sus nombres. Sabemos que han sobrevivido a algo que desconocemos y que parece ser terrible. Sabemos que han aprendido a convivir y han encontrado sus rutinas y sus gozos, que podrían ser menores pero que lo son todo.

Sabemos, por las columnas de Humo, que la ciudad más cercana arde. Sabemos que hay otros supervivientes (que no aliados) pero no sabemos de dónde vienen o a dónde van. Puede que ellos tampoco.

Sabemos que no tienen apenas provisiones ni modo de conseguirlas, que sobreviven como mejor pueden y que llegan a entenderse sin palabras. Sabemos que se salvan el uno al otro, o lo intentan, y que a ambos les salva la belleza.

Ovejero escribió la novela antes de que estallara la pandemia, pero pareciera escrita para estos tiempos, en los que resulta difícil encontrar armonía en el desastre. Hasta el constante zumbido de las abejas que rodean la cabaña recuerda al ruido incesante de noticias, broncas, dimes y diretes. Y en el ruido y en la tragedia y en el peligro: ahí también se abren paso la vida y la belleza.

Almudena Amador, Llibreria Ramon Llull (Valencia)

“El fantasma y la señora Muir” de R.A. Dick

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El fantasma y la señora Muir

El fantasma y la señora Muir

Dick, R. A.

ISBN

978-84-17553-75-3

Editorial

Impedimenta

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Dice el diccionario de la Real Academia Española, en una de sus diversas acepciones, que “fantasma” es “la imagen de una persona muerta que, según algunos, se aparece a los vivos”. Esos “a los que se aparece” tendrían la facultad, el poder, la sensibilidad extraordinaria de ver lo que la inmensa mayoría de los humanos no ve, y en lo que, por tanto, no cree.

Cuando una novela anuncia ya desde el título el protagonismo evidente de un fantasma, nos advierte del carácter fantástico de la misma, lo que puede provocar cierto reparo o un rechazo inmediato a los alérgicos al género. Ni fantástica ni gótica, a pesar de, o mejor expresado, precisamente por el fantasma del que trata esta novela: un fantasma de ojos azules, malhumorado y estirado, pero de corazón afable.

La otra protagonista es la señora Muir, que se nos presenta como una mujer menuda y apocada al principio de esta hermosa historia. Al quedar repentinamente viuda y con dos hijos pequeños, la joven Lucy Muir atisba, en el breve paréntesis de soledad concedido por el duelo, la posibilidad de una forma de vida distinta, más acorde con su forma de ser y sentir. Hasta entonces, Lucy se había visto arrastrada por las decisiones indiscutibles de suegra y cuñadas respecto a cada aspecto de su vida. Convertirse en la esposa del único hombre de la familia hacía de ella una intrusa que debía ser instruida y manejada con rectitud, a lo que su juventud y carácter dulce no oponían resistencia.

Tras la muerte de su marido, decide tomar las riendas de su futuro con un ímpetu y una determinación inusitadas que, probablemente, tengan más que ver con el ansia de rebelión contra su familia política que con sus aún inciertos intereses. Resuelve así abandonar la casa familiar ante la escandalizada oposición de sus cuñadas, como primer paso para afrontar una nueva vida de independencia. Se traslada con sus hijos a una casita sospechosamente barata en un pueblo costero de la que el agente inmobiliario se empeñaba en apartarla, sin éxito. Porque Lucy ya ha comenzado a hacer valer sus opiniones, a imponerse con el esfuerzo que sea necesario. Desde que entra en la casa, el fantasma del difunto capitán Gregg, dueño anterior de la propiedad, aparece con frecuencia interfiriendo en sus quehaceres y también en sus pensamientos, a pesar de las reprimendas y la inicial irritación de la viuda, hasta que, poco a poco, se establece entre ambos una relación extraña como sólo puede ser la relación entre un mortal y un espíritu. El fantasmal capitán cuida a su manera de la señora Muir y ésta acepta sus consejos y puntos de vista, a regañadientes a veces, pero sabiendo en el fondo la honestidad con la que se los ofrece. Lucy Muir representa a la mujer valiente y decidida que, rompiendo rígidas y absurdas normas sociales, se atreve a dirigir su vida salvando los obstáculos con los que se encuentran las mujeres de su época en un mundo hecho por y para hombres. Ella y su hija Anna defienden su libertad incluso en contra de Cyril, el hijo y hermano con aspiraciones eclesiásticas, de moral retrógrada, cargado de viejos prejuicios y convencido del papel secundario e insignificante de la mujer. La relación con Lucy va apaciguando el carácter exaltado del capitán Gregg y sólo al final de la historia advertimos cómo un fantasma puede esperar, con eterna paciencia, la llegada de su amada.

Resulta imposible acercarse a esta novela sin tener en cuenta las referencias de la maravillosa película de J.L. Mankiewicz a la que dio pie. Con cierto recelo, además, si se conserva el muy grato recuerdo de Gene Tierney y Rex Harrison, y el poco margen a imaginar rostros y lugares. Pero enseguida se disipan las dudas; de forma espontánea, el lector se relaja y convierte la lectura en un agradable disfrute, en el reconocimiento de una escritura fresca y libre de prejuicios, irónicamente osada y deliciosa. (Y si todos los fantasmas fueran así, de porte y maneras parecidos a los de nuestro capitán, quién no querría ser uno de esos elegidos a los que, de vez en cuando, se les aparece uno).

Olivia Lahoya Cuende, Librería Estudio (Miranda de Ebro, Burgos)

“Amarillo”, de Félix Romeo

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Amarillo

Amarillo

Romeo, Félix

ISBN

978-84-86702-88-5

Editorial

Plot Ediciones

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La renacida editorial Plot publica Las cuatro novelas que dejó escritas Félix Romeo (Zaragoza, 1968 – Madrid, 2011) y, ante ellas, lo primero que siente uno es la pena de comprender que nunca tendrá nadie un ejemplar de este libro firmado por su autor. Pero después se lee el magistral prólogo que su amigo Daniel Gascón ha escrito para esta recopilación y regresa la pura alegría provocada por el talento y el cariño, por la complicidad y la sagacidad crítica: es una introducción clara y profunda, es humilde y es autoexigente, es perspicaz en la lectura y brillante en su exposición, dice cosas muy nuevas y muy buenas… Gascón ha conseguido escribir de Romeo a la manera de Romeo, y le ha salido perfecto.

Por otra parte, Plot recupera, exento, el mismo libro que ya apareció allí en 2008, Amarillo, que es, para muchos, el mejor libro que dejó escrito Félix Romeo, en el que más y mejor volcó su propia personalidad, aunque el libro estuviera consagrado a retratar a su amigo Chusé Izuel (autor de los cuentos de Todo sigue tranquilo, que Caballo de Troya, de la mano de Jonás Trueba, reeditará en febrero). Igual que Dibujos animados, el debut editorial de Romeo, abrió el camino para muchos autores que empezaron a escribir novelas parecidas, en tonos muy semejantes, Amarillo también fue un libro fundacional que ya podemos leer con perspectiva. Es narrativa, por supuesto, pero no es una novela, sino un reportaje, una crónica, un retrato, una investigación mucho más psicológica que detectivesca. Un género literario, en fin, que después se ha venido practicando mucho: novelas sin ficción, libros testimoniales, ‘memoirs’ parciales y radicalmente subjetivas, introspectivas, digresivas, libérrimas…, cuadernos dictados por la necesidad de escribir, de saldar cuentas, de homenajear, de espantar a un fantasma… Y libros que, como Amarillo, se detienen a reflexionar sobre sí mismos, que se preguntan qué están haciendo, que cavilan explícitamente sobre sus intenciones, no totalmente claras ni siquiera para sus propios autores: «No quiero hacer una biografía», se dice Romeo en algún momento, y hacia el final va más lejos al declarar que estamos ante un libro que trata de «la imposibilidad de escribir libros sobre la vida que sean reales»… Pero éste lo es, y mucho, aunque claro que hay algo de conjetura a la hora de penetrar en la identidad y los actos de Izuel, y claro que con los recuerdos y los reproches anda mezclada no la imaginación, pero sí la especulación, el análisis de los temores compartidos, una difusa mala conciencia de Romeo ante el suicidio de su amigo.

Muy sencillo, pero muy complejo, Amarillo no sólo es un libro radicalmente especial, sino que es un libro lleno de talento valiente. Romeo asume riesgos, no tanto al exponer su propia intimidad como ante la literatura. Consigue tejer un libro muy parecido a la vida, un libro que se hace caso “en streaming”, en el que el autor habla de su propio presente, en el que da cuenta de cuándo deja de escribir por cansancio, en el que se vuelve atrás, se rectifica, se duda, se va y se viene. La mente es así, y la memoria es así, y está bien que la literatura tampoco lo sepa todo, que apenas pueda explicar nada del todo. Romeo expone y recuerda y aventura, y el lector asiste fascinado a ese reencuentro entre los amigos, a esa comunicación en la que sólo puede hablar uno. La vida manda, y Romeo no deja de reñir a Izuel por haber renunciado a su participación, a su voz, a su futuro.

Es muy curioso: un libro sobre dos vidas absolutamente ajenas es, nos damos cuenta al releerlo ahora, uno de los libros de nuestra vida.

Juan Marqués, ‘Las Librerías Recomiendan‘.

“Madre soltera” de Marina Yuszczuk

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Madre soltera

Madre soltera

Yuszczuk Marina

ISBN

978-84-121457-2-4

Editorial

EDITORIAL LAS AFUERAS

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“Quiero poemas nuevos, quiero poemas nuevos, / quiero que todo sea nuevo porque lo es”… Repasando la poesía publicada en España a lo largo de 2020 sentimos de repente la necesidad de recuperar y recomendar y hasta reivindicar este Madre soltera, de la argentina Marina Yuszczuk, uno de los libros más singulares, curiosos, valientes en lo literario y osados en lo confesional que pudimos leer, y también, de paso, uno de los mejores libros sobre “maternidades”, esa tendencia editorial tan clara últimamente, y que, por lo que vemos que se anuncia (y por lo que sabemos que se anda escribiendo), no va a apagarse próximamente.

Es curioso porque el comienzo de este libro está en su centro, y además es un centro que se anuncia: al llegar al corazón del libro, exactamente a su mitad, el poema “XXXV” arranca con un aviso explícito: “Ahora presten atención, porque llegamos al centro del libro”, y lo que sigue es un largo poema en prosa en el que asistimos al nacimiento de ese niño que justifica y co-protagoniza el libro. Pocas veces hemos leído la descripción de un parto de un modo tan directo y, a la vez, lúcido: “Me sentía entregada a algo muy serio y vertiginoso, como una montaña rusa a la que vas subiendo muy de a poco y cuando te querés dar cuenta te estás tirando a toda velocidad en un carrito”… El niño que nace en ese poema es la consecuencia del embarazo “por error” que se había anunciado en las primeras palabras del libro (un “error” que es tal vez causa de “un deseo tan profundo que no se sabía, y el cuerpo se adelanta y lo realiza”…), y es ese niño que crece y aprende y alegra y desespera a la autora y protagonista del libro en poemas donde es la vida misma la que late y duerme y pide de comer. ¿Antipoesía? Más bien lo contrario: poesía pura, poesía viva, poesía acuciante expresada de un modo prosaico pero a la vez hiperpoético: es la lección de Yuszczuk: “Una se esfuerza por decir su verdad, por mantener cierta fidelidad a la experiencia, pero yo parto de la base de que todo lo que está pasando no se puede escribir. Y sin embargo quiero decir algo. Vivo en el mundo de la infancia de mi hijo, en un año sin lenguaje”.

El libro está lleno de aciertos, de pequeñas joyas, de poemas a veces aparentemente triviales (“Como loca”, dice, sin más, uno) pero que, bien lo sabemos, contribuyen decisivamente a retratar honestamente esa mezcla de alegría y desesperación, abnegación y gloria, que es la paternidad. Cuando se afirma que “La noche es el infierno”, ¿seguro que se está hablando exclusivamente de una casa con niño pequeño? Se tiene “el cielo a mano”, “la vida es una lucha contra el mal”, “la imaginación / a veces es un plan” y una siente que “mi función es mantener la paz / o ser la paz / para mi hijo / ser una calma con los brazos abiertos / lista para recibirlo / cuando me necesite”.

Contradictoria, ambigua, pendular… la maternidad es la gran fiesta de los sentimientos encontrados: lo que sentimos que nos salva definitivamente es a la vez aquello que parece destruirnos, lo que nos enaltece es lo que nos anula. Son años de paréntesis, de “cuarentena”, de “confinamiento”, y, una vez sumergidos en esa locura maravillosa, no se ve la salida:

“Este es un poema para todas las madres que están cansadas, para que sepan que pensé mucho en ustedes este año. Estoy sola y perdida, me pregunto si cada una de ustedes también está sola y perdida. ¿A veces no les da la sensación de que nunca van a descansar? Pero sí, vamos a descansar, la vejez es una hermosa promesa”.

Juan Marqués, para ‘Las Librerías Recomiendan

“Panza de burro” de Andrea Abreu

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Panza de burro

Panza de burro

Abreu, Andrea

ISBN

978-84-121353-3-6

Editorial

Editorial Barrett

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Andrea Abreu López (Tenerife, 1995) publicó el año 2020, de la mano de Sabina Urraca, en la colección “Editora por un libro” de la editorial Barrett, su primera novela bajo el título Panza de burro.

Conozco a Andrea desde hace bastantes años, cuando era una universitaria recién llegada a La Laguna, una poeta en ciernes, una lectora ávida, una joven organizadora de excelentes actos culturales. La he escuchado recitar su poesía y la de otras poetas, he compartido con ella múltiples lecturas, algún charco y muchas charlas. Por eso cuando me habló de la historia que iba a publicar estuve atenta y aposté sin miedo por ella, segura de que sería una buena y singular novela.

En estos momentos Panza de burro ha salido en las listas de mejores libros del año que terminó en numerosos medios informativos, a Andrea la han tupido a entrevistas, y la novela ha sido objeto de reseñas halagüeñas en las mejores páginas culturales de nuestro país. La obra será traducida a diversas lenguas y se han vendido los derechos para filmar una película y yo, que me alegro inmensamente del justo reconocimiento que ha tenido la novela, pienso que poco o nada se puede añadir a lo ya escrito, mientras siento que hay algunos aspectos que no han sido suficientemente tratados y, ni corta ni perezosa, me dispongo a exponer mi lectura, que no es, en absoluto, una lectura objetiva.

Se ha escrito mucho sobre “lo canario” en esta novela, sobre la manera en que la autora introduce formas sintácticas características de algunas zonas del archipiélago, sobre el numeroso vocabulario del habla isleña que aparece en la obra (fisquito, chafalmeja, pollaboba, etc.), sobre la subversión de normas gramaticales básicas, sobre el uso anómalo de los signos de puntuación. Todos estos aspectos formales, excepto el hecho de que una editorial peninsular apueste por una obra plagada de “canarismos”, no son novedosos y, de hecho, sería interminable la lista de obras de distintos tiempos y lugares que se han escrito experimentando con lo formal. Sin embargo, es importante señalar estas cuestiones porque, en Panza de burro, la experimentación formal y el contenido de la novela están tan bien enlazados que parece imposible contar esta historia de otra manera, lo que da cuenta de la madurez literaria de esta joven autora y de su extraordinario historial como lectora.

Las cuestiones en las que siento que puedo aportar algo tienen relación con la historia, una historia aparentemente sencilla que, se ha dicho numerosas veces, cuenta el verano de dos niñas cercanas a la pubertad en un pueblo de interior permanentemente cubierto por la “panza de burro”. Pero detrás del relato minucioso de la relación entre la narradora (sin nombre en la obra, y siempre apelada como “shit” por su amiga) e Isora, su amiga adorada, hay mucho más. Hay temas latentes y explícitos que hacen que la narración, siendo tan concreta, se sienta como universal y que lectoras y lectores de muy diversas edades, condiciones sociales, lugares de nacimiento, etcétera, nos sintamos plenamente identificadas.

Están las clases sociales y el peso que tienen en la vida de las personas.

Están la crueldad y la homofobia características de estos ambientes.

Están el descubrimiento de la sexualidad, los primeros besos (entre las dos amigas) y el miedo al futuro.

Están los problemas de alimentación, por pobreza y por ignorancia, y su relación con los mitos sobre el cuerpo de las mujeres.

Está el machismo incesante que provoca en las mujeres deudas que nunca podrán cubrir, palizas, desprecios y violaciones (la narradora es violada por un niño de su edad mientras su amiga Isora está voluntariamente con otro chico).

Está la urbanización implacable de las zonas turísticas.

Está, en definitiva, la vida. Por eso creo, siento, que Panza de burro es una novela maravillosa. Porque Andrea Abreu, contando lo cotidiano con precisión, con fechas, con músicas, con edades, con descripciones detalladas del barrio, con nubes, con sopas de col, logra transmitir el sentimiento, el asombro, el miedo vital que todas, que todos, hemos vivido en el momento de abandonar la infancia. Por eso siento que esta novela es excepcional, porque consigue llevar a quien la lee a sus propios recuerdos de un momento vital inolvidable: la entrada en la adolescencia.

Izaskun Legarza Negrín, Librería de Mujeres de Canarias (Santa Cruz de Tenerife) Continue reading…