Más libros de la semana de Literatura

“El ángel del olvido” de Maja Haderlap

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El ángel del olvido

El ángel del olvido

Haderlap, Maja

ISBN

978-84-16291-84-7

Editorial

Periférica

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A Julián Rodríguez, Julián “el de Periférica”,
por llenarme las manos de libros vitales
 y hacerme sentir una más pese a mi situación ultraperiférica.

 

En estos tiempos nuestros en los que el olvido se impone en lo individual a través de numerosas patologías que, por conveniencia ajena a quienes las sufren y por tanto no cuentan, se incluyen en un mismo saco, contribuyendo así a borrar las diferencias, las vidas y las circunstancias de quienes olvidan, y contribuyendo, en definitiva, a borrar (a emborronar) a las personas afectadas y a sus familias, resulta extraña la idea de un “ángel del olvido”. En estos tiempos, insisto, en que las reivindicaciones de memoria histórica son acalladas bajo la sombra de banderas engañosamente unificadoras; mientras unos muertos descansan en mausoleos hechos de sangre y otros en cunetas o en tierras de labor sin señal de su existencia, parece una contradicción pensar en el olvido como un ángel. Sin embargo, basta leer las primeras páginas de esta magnífica novela para entender que se trata de una historia que no busca el olvido, sino el sitio para esas personas trabajadoras, sencillas, “de a pie”, que la Historia (la grande, la oficial) ningunea, obvia, olvida.

El ángel del olvido narra en primera persona, a través de la voz de una niña que pasará a ser joven y se convertirá finalmente en una adulta independiente (tal vez la voz de la autora), la historia de una familia (su familia), de un pueblo, de un grupo de la minoría eslovena de Carintia (sur de Austria), tras la Segunda Guerra Mundial. Y en el contar desde el asombro de la niñez, el inconformismo de la juventud, la reflexión de la adultez, en ese contar, siempre, desde la observación minuciosa, afloran en la novela problemáticas como el horror de la guerra, las muertes sin sentido, las delaciones, la orfandad repentina, los enfrentamientos familiares, la huida a los montes de los partisanos, el infierno de los campos de concentración, la locura, la enfermedad, la muerte; la historia de “los nadies” que diría Galeano, y mucho más.

Mucho más porque Maja Haderlap no se centra en los horrores de la guerra, sino en la sombra que ésta deja sobre quienes la padecen. Una sombra que ennegrece los sueños, que impulsa huidas imposibles, que trampea con el alcohol como bálsamo, que cambia las líneas de las fronteras y las lenguas de la población; que se refleja en suicidios, recelos y miedos. Una sombra alargada que llega, incluso, a quienes no vivieron la guerra y se ven obligados, como nuestra protagonista, a cargar un pasado que no es el suyo y a aceptar un futuro con una mácula perenne. Mucho más porque El ángel del olvido nos pone delante la vida, con todos sus placeres y sinsabores, en la voz de una niña que crece, que pelea con su cuerpo, que siente miedo, que quiere querer y quiere, que quiere aprender y aprende, pero que nunca alcanzará el olvido. Una voz que nos cuenta el mundo, su mundo, con palabras y expresiones llenas de belleza, que leemos sintiendo que son las auténticas gracias a la impresionante traducción de José Aníbal Campos.

En definitiva, en El ángel del olvido, Maja Haderlap nos escribe la vida, y lo hace peleando con su lengua y admitiendo la necesidad de la escritura. Lo hace desde la razón, y desde las vísceras.

Lean esta novela, por favor. Cuando lo hagan hablamos.

Izaskun Legarza, Librería de Mujeres de Canarias (Santa Cruz de Tenerife)

“Otra vida por vivir” de Theodor Kallifatides

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Otra vida por vivir

Otra vida por vivir

Kallifatides, Theodor

ISBN

978-84-17747-15-2

Editorial

Galaxia Gutenberg

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Este pequeño y deslumbrante libro habla sobre la literatura, y sobre la democracia, y sobre la muerte… así que es bastante difícil no sentirse implicado en él. Y además habla sobre el lenguaje, y sobre la memoria, y sobre la emigración… y lo hace, en todos los casos, con una sabiduría arrebatadora y una belleza aplastante.

No sabíamos nada por aquí de Theodor Kallifatides, un griego de 1938 que en 1964 emigró a Suecia, donde ha vivido desde entonces, y en cuyo idioma ha construido toda su obra literaria, apostando, como hicieron otros escritores antes, por su lengua de destino, y renunciando a la de origen. Esa decisión ya remota está en la base de este libro de hoy, una meditación personal profunda, y una meta-explicación de por qué este libro sólo ha podido ser escrito en griego, resultando así un libro que, circular y emocionante, acaba explicándose a sí mismo.

Es tremendo ver cómo una narración aparentemente errática va centrándose en algunos conflictos importantes y casi resolviéndolos con sensatez y pura bondad. El autor tiene una perspectiva privilegiada al contemplar cómo Suecia cerró la frontera a los refugiados griegos, o al ver cómo la Unión Europea exigía a Grecia la devolución del dinero de los rescates, sumergidos en su peor crisis económica. Las apostillas que Kallifatides hace a lo que significa ser griego y, por ende, a lo que significa ser europeo son irrebatibles. Todo ello le lleva también a detenerse en la libertad de expresión y, de nuevo, el veterano escritor vuelve a lucirse con tanta sencillez como razón. En unos tiempos en que “libertad” parece definirse, ante todo, como el derecho a ofender a los demás, y en años en que es “tendencia” defender apasionadamente la libertad de expresión pero sólo a condición de que expreses lo que ellos expresan o expresarían… Kallifatides media como los viejos clásicos de su país: “Si queremos entendernos unos a otros, ante todo debemos aceptar que el otro existe y que es probable que crea en cosas distintas de las que creemos nosotros. En una relación de igualdad no hay sino derechos recíprocos y obligaciones recíprocas. Respétame para que te respete, escúchame para que te escuche. […] Una cultura no puede ser juzgada sólo por las libertades que se toma, también se juzga por las que no se toma. Hay cosas que no se prohíben, pero eso no significa que se permitan”. Como un oráculo.

Kallifatides ya estaba en Suecia en los años de la guerra de Vietnam, y explica cómo ese conflicto marcó a aquella generación de suecos, les despertó, les organizó… Es verdad: es algo que, gracias a las traducciones (y las propias memorias) de Francisco J. Uriz, hemos podido comprobar, y los mejores poetas suecos de aquella extraordinaria hornada comenzaron a escribir una poesía consciente y comprometida, sin dejar por ello de ser poesía de calidad. Kallifatides recuerda con cierto escepticismo aquellas “vacaciones revolucionarias” pero las concibe también como un impulso genuino que dio paso a lo de hoy, una uniformización ideológica (“de ciudadanos pasamos a ser individuos”) que ha acabado dando malos resultados en forma de nuevas radicalizaciones, en fanatismos que creíamos superados. La escritura ha tenido también muchas cosas que decir al respecto, y meditando sobre la tarea del escritor Kallifatides vuelve a ser exacto. ¿O no hay algo realmente definitivo en definir la escritura como “un vértigo controlado”?

No diremos más. Dejarse llevar y mecer por esta Otra vida por vivir ha sido una delicia y una clase magistral sobre la existencia, la pertenencia, el desarraigo, el desamparo metafísico y la libertad. Sin inflar el texto, sin piruetas retóricas, sin trampas argumentativas, con limpieza admirable, Theodor Kallifatides (con la intermediación de la traductora Selma Ancira) nos ha dado una de las mayores y mejores sorpresas editoriales de lo que llevamos de 2019.

Juan Marqués, ‘Las Librerías Recomiendan

“El bosque” de Nell Leyshon

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El bosque

El bosque

Leyshon, Nell

ISBN

978-84-17517-28-1

Editorial

Editorial Sexto Piso

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Precedida por los más de veinticinco mil ejemplares vendidos de Del color de la leche, y tras la publicación de El show de Gary, acaba de llegar a nuestras librerías El bosque, la nueva novela de Nell Leyshon, la historia de una madre y un hijo cuya relación crece marcada por el azote de la guerra. Pawel es sólo un niño cuando su madre, Zofia, huyendo de la amenaza bélica que acaba con parte de su familia, se lo lleva a vivir en medio de la naturaleza, casi con lo básico, sin ningún tipo de privilegio.

Con esta etapa de la vida de los protagonistas como núcleo de la narración, Leyshon profundiza tanto en el antes como en el después de ambas vidas y reflexiona sobre la maternidad, la capacidad de cambio y la importancia de devolverle a nuestro entorno el valor que le hemos arrebatado.

En definitiva, quien se acerque a El bosque, quien se adentre en él, se sorprenderá gratamente al descubrir una trama que combina a la perfección la reflexión sobre la idea más atemporal de la relación materno-filial con los estragos de una época de nuestra historia que, sin duda, sigue proyectándose sobre nuestro futuro.

Marina Sanmartín, Cervantes y Compañía (Madrid)

“Fruitlands” de Louisa May Alcott

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Fruitlands

Fruitlands

Alcott, Louisa May

ISBN

978-84-17553-09-8

Editorial

Impedimenta

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En la literatura, sí, suceden a menudo cosas harto predecibles, pero también, dejando acaso a un lado la política española, es el territorio en el que más sorpresas y curiosidades se producen. Nos llega ahora una pequeña parodia de las comunidades eco-naturistas por el sitio por el que menos podríamos esperar, que es por su mismo origen remoto, por sus primeras tentativas: esa pequeña distorsión fue escrita por Louisa May Alcott, la celebérrima autora de Mujercitas, que de niña pasó unos meses en el experimento pedagógico-social que dirigía su propio padre, el bienintencionado pero excesivo Amos Bronson Alcott, quien, más emersoniano que su amigo Emerson, era uno de esos hombres a los que su obsesión por encontrar la mejor forma de vivir les conduce a hacer la vida imposible a todos los que le rodean, y muy especialmente a su resignada familia (una familia formada, por cierto, por un matrimonio y sus cuatro hijas…).

Más que un libro, Fruitlands es una recopilación de materiales diversos, mucho mejor organizada que la comunidad sobre la que habla, y con la que comparte el nombre. El breve texto de Alcott, en el que recrea décadas después, y con nombres alterados, la fugaz experiencia trascendentalista (en ninguno de los textos reunidos se utiliza la palabra “secta”, pero básicamente se trataba de eso, tanto por el mismo planteamiento del asunto como por su discurso y su puesta en escena, o por supuesto por sus férreas e inflexibles normas), se ve enmarcado por dos paratextos: uno en el que Julia García Felipe esboza rápidamente la biografía de la autora, y un epílogo de veinte páginas en el que Pilar Adón se centra en contextualizar la experiencia de Fruitlands, sumergiéndose en esos años, en la filosofía que los impulsaba, en el entorno intelectual, político, económico y educativo en el que todo aquello se forjó. El texto de Alcott, muy sarcástico pero sin excesivo rencor, tratando de ser benévola y comprensiva (esto es, bastante sabia, heredera al final de lo mejor de la moral de sus mayores), se complementa además con los diarios que se han rescatado de aquellos meses, niña ella, y con dos cartas de su padre a la directora de The Dial, la revista que se erigió como el órgano del trascendentalismo. Todo ello reconstruye rápidamente un mundo estimulante y fracasado, donde se preguntaba (y hasta se escuchaba) a los niños, se prohibían los productos de origen animal, se abominaba del comercio, se rechazaba el dinero, se tendía al celibato, se trabajaba en la tierra sin la ayuda de las bestias y se hablaba de filosofía todas las mañanas, por obligación. Los paseos por la naturaleza, las abluciones y la lectura completaban un plan de vida en el que, como se temió el mismo Emerson, escéptico padre final de aquella deriva un tanto corrupta de su propio pensamiento, había mucho más corazón que cabeza, precisamente, tal vez, por sobrevalorar los frutos de la inteligencia, y, sobre todo, por exagerar la actitud de “Dios proveerá”, muy por encima de la de “A Dios rogando y con el mazo dando”, por así decirlo.

Este libro responde, pues, al ideal clásico del ‘multus in parvo’, mucho en poco: narrativa de ficción, diario íntimo (infantil pero íntimo), reproducción de poemas y canciones, esbozo biográfico, ensayo, epistolario y hasta mapas en apenas cien páginas. Y, siendo tan fugaz cada bloque, ninguno pueda cansar al lector, más bien dejan todos ganas de más.

“El hombre simiente”, de Violette Ailhaud

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El hombre simiente

El hombre simiente

Ailhaud, Violette

ISBN

978-84-17118-53-2

Editorial

Editorial La Huerta Grande

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La vida cotidiana del librero está inundada de frases o fórmulas publicitarias del tipo “el mejor libro”, “el más interesante del año”, “obra maestra”, “irrepetible”…  y rara vez cae en tus manos una obra que te reconcilia con el mundo editorial.

El hombre simiente es un relato breve, pero intenso, de apenas noventa páginas, traducido por la propia editora, la también librera Phil Camino, y delicadamente ilustrado por Patricia Romero, integrante también de este proyecto editorial, que nació en 2015 “con el propósito firme de cuidar con mimo y esmero cada libro que se publique, manteniendo un alto listón tanto en la calidad de los textos como en el diseño de las obras”. Y a fe que lo han conseguido con éste.

Estas credenciales son las que hicieron que me fijara, de entre la ingente cantidad de novedades que tienen entrada cada mes en la librería, en este libro en concreto y lo cogiera, apreciativo, para calibrar la calidad de la edición, el papel, la encuadernación y, por fin, decidiera abrirlo y asomarme a su contenido.

Violette Ailhaud no publicó nada en vida, y lo primero que me llamó la atención es que lo escribió a los ochenta y cuatro años, en 1919, justo hace cien años, los mismos que hace que Rogelio Luque fundó la Librería Luque en Córdoba. Metió el manuscrito en un sobre y dejó dicho en su testamento que no se abriera hasta 1952, y que entonces fuera entregado a su descendiente mayor de sexo femenino cuando tuviera entre quince y treinta años.

Es un libro en femenino, pues aparte de las mujeres mencionadas, autora, editora, traductora, ilustradora…, su contenido cuenta una historia de mujeres ambientada en el siglo XIX en una “república por la que nuestros hombres dieron su vida de golpe y nosotras la nuestra durante toda nuestra vida de mujer”. En 1852, ”por segunda vez en menos de setenta años, nuestro pueblo acaba de perder a todos sus hombres sin excepción”.

Es una narración épica de un grupo de mujeres solas peleando por sobrevivir, que rezuma poesía y sensualidad. Un canto a la vida y al amor de la protagonista, entregada y resignada a su destino. Una joya que nos habla de los anhelos de la mujer de hace un siglo pero que sigue plenamente vigente en este tiempo en que sigue peleando por colocar su feminidad a la misma altura que la masculinidad imperante.

Javier Luque, Librería Luque (Córdoba)

“Días como aquellos” de Alfonso Alegre Heitzmann

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Días como aquellos. Granada, 1924

Días como aquellos. Granada, 1924

Alegre, Alfonso

ISBN

978-84-17453-28-2

Editorial

Fundación José Manuel Lara

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Se cumplen mañana exactamente noventa y cinco años desde aquel otro 21 de junio en que, a las diez de la mañana y desde la estación de Atocha, salieron juntos, hacia Granada, Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca, para pasar algunos días que serían muy importantes para ambos. Y a esa pequeña excursión acaba de dedicar Alfonso Alegre una premiada monografía que nos ha atrapado y convencido, y que necesitamos recomendar.

Francisco Garfias, Ricardo Gullón, Graciela Palau de Nemes, Antonio Campoamor González o Ángel Crespo, entre otros y otras, formaron una primera vanguardia de amigos, exégetas y primeros biógrafos juanramonianos a la que después han relevado profesores o estudiosos como Francisco Javier Blasco, Soledad González Ródenas, José Antonio Expósito, Teresa Gómez Trueba o Almudena de la Cueva, al tiempo que la obra de Jiménez ha sido también, en diferentes tiempos, analizada y celebrada por los propios poetas, como Ángel González o, con especial insistencia y devoción, Andrés Trapiello, y sin olvidar que el primer y casi el principal “juanramonista”, el más entregado, fue Juan Guerrero Ruiz, a quien debemos tantas y tan precisas informaciones. Y en ese árbol genealógico es decisivo un investigador que también es poeta, Alfonso Alegre Heitzmann, que al editar en 1999 los libros de poemas del exilio de Jiménez consiguió un hito que supuso el comienzo de algo, o al menos la reactivación de un interés por el de Moguer que se había disuelto o dispersado mucho. Aquel libro maravilloso se tituló Lírica de una Atlántida y este 2019, veinte años después de su primera ordenación, va a ser reeditado, lo cual es una noticia estupenda. Pero a Alegre le debemos además la minuciosa edición (todavía en marcha) del epistolario de Juan Ramón, y también una exhaustiva crónica de todo lo que tuvo que ver con su Premio Nobel de 1956, libro en el que por fin quedó claro hasta qué punto se conspiró desde las autoridades españolas del interior para que un ilustre exiliado republicano no fuese distinguido en Estocolmo. 

Quien haya leído cualquiera de esos trabajos de Alegre (o quien esté familiarizado con su labor de editor en La Rosa Cúbica) sabe hasta qué extremos se complace con los detalles, con la exactitud, con la persecución de cualquier hilo mínimo. Y en ese camino ha encontrado muchas veces verdaderos hallazgos, descubrimientos que a los profanos pueden parecer diminutos o triviales y que sin embargo arrojan a veces una luz definitiva, datos impagables para entender textos importantes. Alguien podría pensar, sin ir más lejos, que al dedicar toda una monografía de 170 páginas a reconstruir el viaje de once o doce días que Jiménez hizo a la Granada de Lorca (que era también la de Manuel de Falla, y la de Fernando de los Ríos…) se está aplicando una lupa de tamaño exagerado sobre un suceso más bien irrelevante, de valor en todo caso privado… Basta entregarse al libro para entender que no es así, y que el estudio pormenorizado de aquellas jornadas no sólo ayuda a entender, como parecería natural, los Olvidos de Granada de Juan Ramón, sino que resuelven viejas dudas sobre libros tan cruciales como el Romancero gitano (publicado, no lo olvidemos, en 1928, y obviamente influido por Juan Ramón, aunque nunca se haya querido incidir demasiado en esa ascendencia evidente). Todo el mundo conoce, por ejemplo, el maravilloso poema “Preciosa y el aire”, en el que una niña gitana, en una “noche llena de peces”, sufre un intento de violación por parte de un hombre que la persigue “con una espada caliente”. En ese poema inolvidable Preciosa se refugia en la casa de “el cónsul de los ingleses”, detalle que podría parecer arbitrario, con su punto exótico o distinguido, y en todo caso algo anotado poco menos que para aportar una rima sorprendente, una salida inesperada y estimulante… Pues bien, sucede que el cónsul inglés había desfilado ya por el texto juanramoniano titulado “El ladrón de agua”, y en el intento exitoso y casi obsesivo de Alegre por desentrañar esa hermética prosa, consigue no sólo identificar a ese diplomático tan querido y citado por los poetas, y así contribuir a completar la comprensión del romance lorquiano, sino, de paso, insinuar un detalle estimulante sobre… Bajo el volcán de Malcolm Lowry. Y, comprobando las fechas, no es ningún disparate aventurar que la elección del romance como estrofa única del primer gran libro de Lorca pudo ser despertada por el magistral romance, “Generalife”, que Jiménez envió a la niña Isabel García Lorca para agradecerle su alegría y su gracia en aquellos días de reunión y paseos. Y en ese “laberinto de pena” que Jiménez adivina en la Alhambra encuentra Alegre la semilla de alguna actitud lorquiana trágica posterior (y a nosotros, de hecho, nos ha recordado también el sublime “prado de pena” en el que se sentiría Yerma en el mejor monólogo de aquella pieza). Y es así, simplemente, como se hace la filología.

Es decir que, lejos de suponer un ensayo prescindible sobre un acontecimiento menor, dan ganas ya de hacer una edición crítica de este libro, o de escribir otro ensayo paralelo para comentar, discutir o celebrar todos los hallazgos de Alegre (que incluyen también material gráfico, expuesto en el cuadernillo central del libro). Es éste, en fin, un libro ejemplar, modélico, de cómo contar algo y escarbar en sus motivaciones y en sus consecuencias. Y tratándose del momento de mayor cercanía entre los dos principales poetas españoles del siglo XX, cualquier ‘justificatio’ saldría, en todo caso, claramente sobrando. Hablamos, en fin, de una modesta joya, un eslabón muy sólido para entender mejor momentos fundacionales de nuestra historia cultural.

 

“Delta de Venus” de Anaïs Nin

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Delta de Venus

Delta de Venus

Nin, Anaïs

ISBN

978-84-9181-487-0

Editorial

Alianza Editorial

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El pasado mes de marzo la editorial Alianza reeditó uno de los libros más destacados de la literatura erótica occidental, Delta de Venus de Anaïs Nin. Una edición cuidada de tapa dura y vivos colores en la cubierta, con una sobriedad exquisita.

Escritos en 1940 y publicados por primera vez en 1970, Delta de Venus recoge una serie de relatos eróticos, de mayor o menor longitud, de la célebre escritora. Asimismo, dentro del género erótico podemos apreciar como la magistral pluma de la autora cultiva estilos que van del thriller a la comedia, siempre con el erotismo como telón de fondo.

La propia Anaïs nos comenta en el prólogo cómo le llegó el encargo y se decidió a escribirlos, quejándose de la exigencia del cliente de eliminar toda poesía de ellos. Craso error porque siempre aflorará a la superficie la voz de la autora, así como su universo particular donde las referencias al orientalismo, al arte y los paisajes conocidos son inevitables.

El gran valor que esconden estos relatos estriba en la verbalización del deseo sexual femenino sin ambages ni tapujos; un deseo sexual que no tiene por qué ir de la mano de la relación amorosa o romántica y donde las protagonistas se ven arrebatadas por el puro placer físico (en ocasiones casi arrastradas por el deseo): ésos son los relatos que más atraen la atención de la persona que se deja llevar por la pluma de la autora.

En 1940 en España sufríamos la represión de la dictadura bajo la férrea moral de la iglesia católica, que nos arrebataba el placer y el deseo a las mujeres. El resto de Europa soportaba los rigores de la Segunda Guerra Mundial y Anaïs Nin se permitía soñar con mujeres libres.

Alodia Clemente, La Rossa. Llibres en Femení (Valencia)

 

 

“Manual de escapología” de Antonio Pau

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Manual de Escapología

Manual de Escapología

Pau, Antonio

ISBN

978-84-9879-789-3

Editorial

Editorial Trotta

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Sentimos hacia la personalidad y la obra literaria de Antonio Pau una curiosidad semejante a la que Antonio Pau ha demostrado sentir hacia todos los rincones de la realidad y de la Historia. Y convengamos en que hay algo reconfortante en el hecho de que haya acabado en el Consejo de Estado alguien que, siendo todavía un niño, y sin haberse anunciado, llamó al timbre de Azorín para conversar un rato con él (y Victoria Camps ha contado que, cuando Pau interviene envuelto en su toga, los demás consejeros no sólo atienden con arrobo sino que toman notas). En 2011 le hicieron merecedor de la Medalla Lichtenberg, por su aportación a la difusión de la cultura alemana en España, que se ha encauzado a través de decenas de libros (entre ellos las biografías de referencia de Hölderlin, Novalis, Rilke o Thibaut) y de traducciones. Y siendo también uno de los mejores conocedores de la historia de Madrid, o un experto en el tango (escribió una celebrada monografía, que le prologó Ernesto Sabato), aparte de poeta medio secreto y albacea de Julián Ayesta…, pasó su infancia en Tánger (la ha contado en su precioso Tánger entonces, que incluimos en nuestro recorrido por libros sobre aquella ciudad) y convive en su casa con libros, arte, fantasmas románticos… y con una serpiente pitón. Pero dejémoslo aquí, sobre todo porque las personas extraordinarias se caracterizan principalmente por no considerar en absoluto extraordinarias sus peculiaridades, por ser incapaces de entender (ellos, que entienden todo al vuelo…) el estupor que causan.

Pero en lo que no podemos dejar de pensar es en la clasificación de posibles formas de fuga que acaba de organizar en este Manual de escapología. Teoría y práctica de la huida del mundo, fundando una disciplina muy estimulante, justificada por la cantidad de casos conocidos y, francamente, por el impulso psicológico que seguramente todos sentimos con preocupante fuerza en algún momento de nuestras sedentarias y rutinarias vidas. En alguno de sus libros, Enrique Vila-Matas reflexionó con razón sobre esa extraña envidia que sentimos cuando oímos que se dice de alguien aquello tan clásico de “lo dejó todo y desapareció”, y a eso, a ese instinto, se acoge ahora Pau para proponer una taxonomía curiosa y divertida, pero también sabia y llena de erudición. Y este Manual de escapología es, en sí mismo, una forma de huir, pues la lectura de un buen libro siempre tiene algo de reclusión buscada, de apartamiento gozoso, de crecimiento privado y silencioso y solitario. Sus treinta variantes de la fuga ofrecen consuelo, curiosidad, envidia o rechazo… pero ante todo ofrecen la felicidad consumada de su lectura.

Es tremendo que hasta para escapar haya que documentarse, pero, en fin, en este caso es un placer. Desde los estoicos o los gimnosofistas hasta los minimalistas o los neoruralistas de hoy, el recorrido de Pau es minucioso, creativo, convincente, y anda lleno de detalles y citas interesantes, aparte de contar con sus páginas de ilustraciones y su bibliografía (ah, ¡cuánto nos gustan las bibliografías!…). Por ofrecer sólo algún detalle, diremos que Pau descarta el suicidio no sólo filosófica o moralmente, sino que lo rechaza con razones como forma de escapismo: es otra cosa (y ésa sí que tendría una bibliografía apabullante). Y es apasionante la distinción que la lengua alemana hace de “sinceridad” y “verdad” (se explica en la introducción), o el juego del 30-Day Minimalism Game (“que consiste en tirar tres cosas cada día durante un mes. Y cuando ya se ha practicado ese juego varias veces, los minimalistas suelen jugar a otro; cada cosa nueva que entra obliga a salir a una antigua”), o su orteguiano modo de refutar a las “neotribus” nudistas (que “sostienen que el nudismo es natural, y el vestido es cultural; pero ¿no es precisamente la cultura lo específicamente humano, lo que caracteriza la singular naturaleza del hombre frente a la de los animales?”) o la síntesis a la que somete a esos solitarios de Port-Royal sobre los que tanto ha escrito José Jiménez Lozano.

Y, recogida en el capítulo sobre la alabanza de aldea, una gran cita de Antonio de Guevara (1539): “No sería mal consejo que el hombre retraído procurase de leer en algunos libros buenos, así historiales como doctrinales; porque el bien de los libros es que se hace en ellos el hombre sabio y se ocupa con ellos muy bien el tiempo”… Algunos libros buenos: de eso, justamente, se trataba.