“Timandra” de Theodor Kallifatides
Se llama Timandra, que significa “la que honra al hombre”, y a ello se ha dedicado toda su vida: hetera, prostituta, vendedora de placer… ésa es Timandra, la protagonista y narradora de esta bellísima novela del maravilloso escritor griego Theodor Kallifatides.
Nos encontramos en plena guerra del Peloponeso. Atenas y Esparta comienzan una contienda que se alargará durante casi treinta años y cuya evolución seguirá el lector de la mano de Timandra, al tiempo que su propia vida. La bella Timandra, hija de Teodoti, también hetera, comienza su narración desde una pequeña cabaña de Frigia, observando el cuerpo desnudo de su amado Alcibíades mientras éste duerme tras todas las batallas de su vida como comandante y estratega militar.
El sueño inquieto de Alcibíades perturba el ánimo de Timandra, quien percibe el fatal peligro que acecha en la oscuridad del exterior. Ante la incertidumbre del futuro próximo que le espera, que espera a ambos, y la imposibilidad de dormir igual que su amado, nos hace viajar hasta su niñez, cuando su madre aún no ha comenzado a aleccionarla en los misterios del placer; cuando aún no ha conocido a Alcibíades, el más querido de sus amantes y el hombre al que seguirá hasta el final.
Y así, recordando, cuenta cómo, pronto, aprende de su madre el más sublime erotismo; cómo, pronto, conoce al bello Alcibíades, de quien llega a enamorarse aunque siga complaciendo a otros hombres y alguna mujer y disfrutando de su compañía y de sus cuerpos. Con Timandra seguimos el curso de la guerra interminable; asistimos a sus primeros sobresaltos como mujer: el descubrimiento de su cuerpo y del goce sexual; de las artes de seducción y de “la entrega absoluta como forma particular de libertad”; la revelación del amor, al fin, de un amor cómplice y generoso, sensual y luminoso. Las palabras de Timandra se convierten en un dulce e hipnótico discurso en el que su condición de hetera hace resaltar, de forma inevitable, el erotismo y el sexo como fundamentos de su vida en relación no sólo con los hombres y mujeres que conoce, sino con el mundo que la rodea. Y, a través de ellos, serpentea el eje, la razón, la esencia que vertebra la novela por encima de todo: el amor.
Se puede decir, sin ninguna duda, que esta novela es uno de los más hermosos y originales tratados filosóficos sobre el amor. No en vano, Timandra frecuenta, además de a artistas y guerreros, a algunos de los grandes filósofos griegos que acostumbran debatir constantemente, a filosofar, es decir, a hacer filosofía de la vida diaria. Se nos revela aquí la antigua Grecia en una parte de su historia más conocida (la guerra), en sus nombres más sobresalientes (reyes, guerreros, filósofos), pero todo ello es una excusa, una formidable y sorprendente excusa, para hablar del amor.
Y son las palabras de Timandra, una mujer de la época, las que ejercen un auténtico y arrollador poder de seducción en el lector; las que hablan sin pudor de lo que podría resultar más pudoroso, de lo más íntimo (lo más intrínsecamente femenino), haciéndolo hermoso y vital, valioso y feliz. Lo más sorprendente, sin embargo, es reconocer la increíble sensibilidad femenina, y no sólo sensibilidad, también pensamiento y hasta sabiduría, en la voz tan limpia, lúcida y sutil de Timandra, guiada (como digo, sorprendentemente) por un hombre, por un griego, por un escritor absolutamente maravilloso y único, en una novela realmente esplendorosa.
Olivia Lahoya Cuente, Librería Estudio (Miranda de Ebro, Burgos)