Más crisis, más libros
¿Significa esto que leemos más? Tienta decir que sí, sin embargo todo parece indicar que el libro, como objeto, ha sido una solución elegante para unas navidades blancas sin blanca. Hay que tener en cuenta que un incremento en la venta de libros puede tener una serie de consecuencias positivas: más presencia del libro dentro de la sociedad –aunque sea una sociedad de consumo–, más respaldo institucional al ser un mercado cada vez más importante, más dinero y por lo tanto más independencia para los autores –en teoría–, más editoriales y por lo tanto más pluralidad editorial –también en teoría–. Pero no es oro todo lo que reluce: que el libro sea una salida ‘fácil’ en tiempos de crisis –siempre…
¿Significa esto que leemos más? Tienta decir que sí, sin embargo todo parece indicar que el libro, como objeto, ha sido una solución elegante para unas navidades blancas sin blanca. Hay que tener en cuenta que un incremento en la venta de libros puede tener una serie de consecuencias positivas: más presencia del libro dentro de la sociedad –aunque sea una sociedad de consumo–, más respaldo institucional al ser un mercado cada vez más importante, más dinero y por lo tanto más independencia para los autores –en teoría–, más editoriales y por lo tanto más pluralidad editorial –también en teoría–.
Pero no es oro todo lo que reluce: que el libro sea una salida ‘fácil’ en tiempos de crisis –siempre suponiendo que esa ha sido la verdadera razón por la cual se han vendido más libros– no deja de darle al libro ciertas connotaciones negativas, de infravalorarlo.
Está claro que el libro no debe ser considerado un objeto prohibitivo, un producto de lujo, pero tampoco es necesariamente positivo que se disparen las ventas porque la gente regala menos nintendos. ¿O sí? O es, con todo, la crisis el momento idóneo para que resurja la cultura –que por otro lado siempre ha estado en crisis–.
Así que reflexionemos sobre el papel del libro como producto dentro de nuestra sociedad, si nos interesa que sea consumido en masa –sin atender en absoluto a si de hecho alguien lee los libros o no– y si realmente una crisis económica es, después de todo, positiva para el libro y el librero. Seguro que los libreros tienen mucho que decir sobre este último punto.
FUENTE: El periódico de Catalunya