Lecturas de primavera
Si uno se asoma un segundo al calendario o, simplemente, a la ventana, comprueba que ya mismo está aquí la primavera, con toda su explosión, su renovación, su deflagración…, sus ferias del libro. A las puertas del nuevo estallido de la luz y de todas las gamas del verde (y en vísperas del Día Mundial de la Poesía), en las librerías independientes españolas nos hemos parado a recordar algunos libros que, de un modo u otro, celebraban o al menos retrataban esta porción del año, esa que la sangre altera, esa que ha venido y “nadie sabe cómo ha sido”…
EL INICIO DE LA PRIMAVERA de Penelope Fitzgerald (Impedimenta)
El mismo título de esta novela parece imponerse sobre cualquier otro para comenzar nuestro recorrido literario primaveral. Ha sido Sagrario Santamaría, de las Librerías Taiga (Toledo) quien nos lo ha propuesto, encantada todavía con la “inteligencia y brillantez de la construcción de unos personajes que parecen respirar a tu lado”. “Encuentro en el libro -añade Sagrario- la nostalgia de los paisajes y ambientes de la mejor literatura rusa”, y es verdad que en esta novela sorprende cómo la escritora consiguió “disfrazarse” de rusa y emular aquel estilo, el más adecuado para esa reconstrucción, casi una investigación, de ambientes, tramas y paisajes moscovitas que aquí leemos. “Reconozco en Fitzgerald -termina la librera- la sutileza con la que sus personajes y sus historias impactan e impregnan a quienes leen sus libros”, y esos libros van conquistando corazones. El éxito de La librería llevó a muchos lectores a buscar La flor azul, su retrato de Novalis, A la deriva, Inocencia o La puerta de los ángeles.
PRIMAVERA CON UNA ESQUINA ROTA. Mario Benedetti (Debolsillo)
El calendario sólo impone una manera, cíclica, indiscutible, de llegar a la primavera, pero la literatura es el territorio de la libertad, y desde ella se pueden tantear otros caminos. Ester Vallejo, de Lex Nova (Madrid), nos propone llegar a través de la no ficción, del ensayo naturalista, leyendo Darwin viene a la ciudad (Turner), de Menno Schiltuizen, o bien entregándose a Doppler (Nórdica), del noruego Erlend Loe, una curiosa escapada de la civilización para entregarse sin demasiada vocación ni desde luego preparación a la naturaleza (un poco como en Los asquerosos de Santiago Lorenzo, pero menos a lo Robinson Crusoe y más a lo Walden…). Y hablando de clásicos Augusto Pérez, de las Librerías Proteo y Prometeo (Málaga), vuelve los ojos a nuestros clásicos hispánicos contemporáneos, y en concreto al uruguayo Mario Benedetti, siempre agridulce, que con esta Primavera con una esquina rota entregó, nos dice Augusto, “una novela sobre la represión, el exilio y la esperanza. A ratos desoladora, otras rebelde, siempre muy humana”.
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LA TIERRA BALDÍA. T.S. Eliot (Lumen)
Ante las puertas de abril, era imposible que nadie se acordase del verso más famoso (y sentencioso, y misterioso…) de la Historia sobre ese mes. Federico Ocaña, de Pasajes (Madrid) ha sido el más rápido: “Thomas Stearns Eliot ha conseguido que de vez en cuando repitamos “Abril es el mes más cruel” como un lugar común, casi una muletilla, pero conviene leer los versos que siguen a este impactante comienzo de La tierra baldía: “El invierno nos mantuvo cálidos”, dice el poeta inglés, y nos invita a continuación a recorrer un ciclo que es el ciclo del hombre -infancia, madurez, vejez y muerte-, el de la tierra y el de la historia: “Nunca hubiera creído que la muerte se llevara a tantos”, clavada como parece estar la mirada en un momento en que ya ni la tierra, ni el hombre ni la historia dan más frutos”… La de Lumen es la traducción de Andreu Jaume, pero puedes encontrar también la de José Luis Palomares en Cátedra, o la de José Luis Rey en Visor…
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ANTIGUA LUZ de John Banville (Alfaguara)
“Aunque era abril, tenía que ser abril […] Y por mucho que lo intento, sin embargo, no veo ninguna primavera, sino el otoño”...
“El recuerdo del primer amor inevitablemente es así: luz de abril en otoño”, escribe Rita Sánchez, de la Librería Europa (de Nerja, Málaga), que se explaya, entusiasmada: “Tras Eclipse e Imposturas llegó Antigua luz, cierre de la “Trilogía Cleave“, de John Banville, dueño de una de las prosas más exquisitas que puedan leerse. Alexander Clave, viejo actor de teatro, rememora su primera historia de amor en un relato en primera persona en que intentará reconstruir de manera obsesiva cada detalle, matiz, fragmento de ese “yo” que con quince años estuvo en los brazos de la madre de su mejor amigo con el (imposible) objetivo de que ese recuerdo de juventud le proporcione consuelo a un narrador incapaz de comprender su devastada realidad. Pero el pasado, como el presente, está siempre distorsionado. La propia luz que intentes proyectar proporcionará sombras. Imposible saber qué pasó. Imposible conocer al otro. Imposible conocerse a uno mismo. La memoria es la gran mentira. Pero cuánto la necesitamos. A la mentira. Clave sueña con enamorarse otra vez. Una vez más. Imposible hacerlo si el invierno está a la vuelta”…
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UNA PRIMAVERA DE PERROS de Antonio Manzini (Salamandra)
Los hermanos Cohen, hablando de su magistral Fargo, explicaban que durante el invierno todo el mundo sigue saludándose, siendo amable, la gente se ayuda a llevar las bolsas o a apartar la nieve de delante de tu puerta… pero llega el deshielo, esto es, la primavera, y entonces aparecen por todos lados cadáveres sepultados por el hielo. Lo recordamos porque, por supuesto, la novela negra también tiene cosas que decir cuando llega la estación de la renovación. Estrella García, de las Librerías Oletvm, por ejemplo, nos recomienda esta del romano Antonio Manzini, porque “Entretiene y atrapa desde la primera página. Rocco es un atípico policía con mucha personalidad, cínico, con un peculiar sentido del humor y entrañable. En este libro, el tercero de la serie, Rocco ha estado tratando de acostumbrarse al frío de la ciudad, cuando finalmente llega la primavera. Con la llegada del clima cálido, aquí hay dos casos para el asistente del jefe: la muerte sospechosa de dos hombres en fatídico accidente con una furgoneta robada y un secuestro ..
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FLORES SOBRE EL INFIERNO de Ilaria Tuti (Alfaguara)
Víctor Castillón, de la Librería Castillón (Barbastro, Huesca) es también muy exigente con la novela negra, pero de vez en cuando alguna consigue hacerle recordar los hitos que le hicieron engancharse al género: El sorprendente debut de la italiana Ilaria Tuta ha sido de ésas, porque es, según nos cuenta, “una novela policiaca ambientada en los Alpes con todos los condimentos para convertirse en adictiva y magnética para el lector. Una sociedad rural que se protege ante cualquier agente externo (turistas, visitantes, trabajadores, empresas). Una serie de crímenes que necesitan de los mejores policías para su resolución. Una comisaria veterana que lucha contra los “malos” y contra su enfermedad. Una novela donde hasta los asesinos pueden ser víctimas… Magistral la conjunción de trama policial e histórica con la descripción de la naturaleza de los valles alpinos. La novela transcurre durante el invierno y acaba al inicio de la primavera. Los días se alargan y la naturaleza alpina abre los ojos a la vida”.
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LA HIJA DE LA ESPAÑOLA, de Karina Sainz Borgo (Lumen)
Hay otras versiones de la primavera, otras perspectivas, otras formas de percibirla o anhelarla. En la política o en la Historia (y a menudo en la poesía) la primavera se entiende siempre como un tiempo mejor, algo que nos consuela en tiempos atribulados o difíciles. En esa clave nos habla la librera Nelly Gonçalves, de la librería Santos Ochoa de Barcelona, de la primera novela de la periodista venezolana Karina Sainz Borgo: “La hija de la española es una novela que de ficción solo tiene el género, la etiqueta: muestra la realidad de un país que se desangra y muere poco a poco a manos de parte de su población. La vida de su protagonista, Adelaida Falcón, transcurre entre su adolescencia y su desgraciada vida de adulta, cuyo punto de inflexión es la “Revolución”. La luz de las tradiciones, los valores y las formas de vida de una “familia” venezolana común contrasta con la vida gris bajo el régimen de represión implantado en muy pocos años. Hasta qué punto podemos cambiar cuando el hambre y el miedo toca nuestra puerta es imposible de saber. Pocas líneas y palabras muestran una realidad de la que nadie puede escapar. Adelaida busca sobrevivir a toda costa: en medio de su soledad encuentra una salida sin destino cierto, pero cualquier atisbo de esperanza bien vale la pena, pues era la culpa del superviviente, algo parecido a lo que padecieron los que se marchaban del país, una sensación de oprobio y vergüenza: darse de baja del sufrimiento era otra forma de traición“…