Siete libros contra la marginación
El tema de la marginación social, en cualquiera de sus variantes, ha sido a su vez un asunto relativamente marginal en la literatura hasta hace no demasiado tiempo. En el contexto español clásico, por ejemplo, pocas veces los hortelanos, los pobres, los mutilados, los bandoleros o los gitanos eran algo más que personajes secundarios, transversales, gentes que complementaban la trama principal aportando un poco de color o de emoción. Pero poco a poco “los olvidados”, fueron articulando su voz, y en la literatura moderna ya han pasado a la primera línea, y a convertirse en la prioridad de autores, colecciones o, más recientemente, sellos editoriales. Hoy nos fijamos en ellos y ellas: indigentes, enfermas, locos, presas, inmigrantes, refugiadas, desahuciados, explotadas… En una actualidad en la que esas gentes, al parecer, vuelven a estar cada más amenazadas, y por lo tanto aún más vulnerables, traemos hoy aquí libros sobre los débiles, los desprotegidos, los más amenazados y excluidos.
LECTURA FÁCIL de Cristina Morales (Anagrama)
Interrogado sobre por qué recomienda tanto esta novela, sobre la que ya hay cierto clamor entre críticos, libreros y lectores, Jesús Trueba, de La Buena Vida, se explica: “Todo el mundo tiene un cuñado que en las sobremesas familiares acaba por decir una burrada que resume perfectamente la realidad de lo dicho. Las carcajadas son espontáneas y, al mismo tiempo, deja el regusto de que todo lo anterior era andarse con remilgos. Algo así me pasó con este libro, en el que se nos expone que el nivel del discurso habitual está a un 60% de lo que debería ser y que, por tanto, es imposible avanzar, una de las rémoras que puede tener la novela, pero que encaja con el perfil dependiente de sus personajes, y con el de nuestra sociedad”. Por su parte, Olivia Lahoya, de Estudio (Miranda de Ebro, Burgos), dice reconocer “una gran audacia narrativa de la autora, y un torrente discursivo que deja sin respiración al lector. Pone de vuelta y media a todo lo establecido reflejando la hipocresía y el absurdo de una sociedad excesivamente “normalizada” y lo hace de forma original, inteligente e ingeniosa. Una forma de narrar que puede incomodar, divertir y sorprender”.
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TIERRA ADENTRO, de Karlos Zurutuza (Libros del KO)
Puestos a ponerse aún más serios, Federico Ocaña, director de la Librería Pasajes (Madrid) nos envía buenas pistas sobre formas un tanto extremas de marginación, como las que retrata Angela Davis en Democracia de la abolición (donde “revisa la vinculación entre raza, género y clase social para denunciar el aparato carcelario como una pieza clave en el entramado de poder en que vivimos, que queda así retratado como un sistema racial, capitalista y machista heredero del esclavismo”) o Memorias de abajo, de Leonora Carrington, “un recorrido alucinado por la vida en el sanatorio psiquiátrico en España donde fue a caer Leonora Carrington en su huida del nazismo desde Francia”. Lo de la huida de lugares conflictivos o miserables nos abre el tema de la emigración forzada, acaso “el tema de nuestro tiempo”, y el más dramático: sobre ello los libreros de Traficantes de Sueños (Madrid) y Katakrak (Pamplona) recomiendan Tierra adentro. Vida y muerte en la ruta libia hacia Europa, una crónica terrible en la que Karlos Zurutuza explica cómo a menudio el tramo en patera sobre el agua no es el segmento más peligroso de la huida de los emigrantes.
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CÁRDENO ADORNO, de Katharina Winkler (Periférica)
Sobre la violencia contra las mujeres por el hecho de ser mujeres, en cualquiera de las múltiples formas que puede adoptar, hay una bibliografía inmensa en todos los géneros (narrativa, ensayo, poesía, teatro…), y novedades editoriales muy recomendadas como los cuentos de El encaje roto, de Emilia Pardo Bazán, o la nouvelle La memoria del aire, de Caroline Lamarche. Pero Daniel Rosino, de Walden (Pamplona), destaca otro libro muy reciente en el que a la violencia se suma el aislamiento geográfico, la lejanía, la soledad más literal en un medio siempre hostil: “La autora es la voz de Filiz, una mujer que nace en una aldea turca y más tarde vive en Austria, maltratada por su padre, por su marido, en nombre del honor y de la autoafirmación masculina, con una rutina doméstica asfixiante. Está todo contado con un lenguaje poético depurado, con fuerza en el estilo, y sacando la luz interior de Filiz, que la ayuda a escapar del mundo la violencia”.
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EL PAÍS ESCONDIDO, de Martín Abrisketa (Planeta)
Tanto Augusto Beltrá, de la Librería La Farándula (Novelda, Alicante), como Igor Muñiz, de la librería vallecana Muga (Madrid), apuestan por esta novela de límites y superaciones, pero es el segundo quien, entusiasmado y convincente, se explaya comentándonosla: “En el Bilbao de los años 80 conocemos a una niña que cuida de su abuelo. Ambos viven solos: él padece una demencia senil avanzada y ella es una niña especial, con una fantasía febril que le hace creer que puede intervenir en el mundo a través de los dibujos que realiza. Tratan de sobrevivir en una ciudad donde sólo pueden caminar entre yonquis, esquivar gases lacrimógenos y piedras en los enfrentamientos entre policías y obreros de los astilleros o intentar entender la amenaza implícita de esos susurros y esas pintadas que hablan de ETA y del Estado y de la violencia. Pero a ella sólo le preocupa la pareja de funcionarias que quieren separarla de su abuelo y todo lo que hará será para evitar que llegue ese momento… Martín Abrisketa, autor de la celebrada La lengua de los secretos, construye una breve y emotiva novela donde explora cómo las heridas simbólicas pueden curar a través del cuidado y el respeto a las diferencias que nos constituyen como personas, y a través de la elaboración de una historia propia (y colectiva) que pueda acoger tanto el dolor como la esperanza”.
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SABÍA LEER EL CIELO, de Timothy O’Grady (Pepitas de Calabaza)
Todo lo viejo nos estorba un poco, cuando no nos molesta o perturba, y eso sucede también, o incluso especialmente, con las personas. Los ancianos pueden llegar a incomodar por su propia existencia, por su lentitud, por sus lagunas, por la ausencia de futuro que encarnan, porque nos recuerdan que la materia que somos se corrompe y se acaba. Como testimonio emotivo de vejez aislada, solitaria, nostálgica, la escritora Marina Sanmartín, librera en la renovada librería Cervantes y Compañía (Madrid), propone Sabía leer el cielo, de Timothy O’Grady, con fotografías de Steve Pyke y prólogo de John Berger: “Este inclasificable y hermoso libro narra con inusitado lirismo la experiencia de los emigrantes irlandeses de la segunda mitad del siglo XX en Inglaterra. Evocadora tanto por sus palabras como por sus imágenes, cuenta la historia del viaje de un hombre del oeste de Irlanda a los campos, a las barracas de boxeo, a las obras en Inglaterra. Hasta que a finales de siglo se encuentra solo, con sus recuerdos, y se esfuerza por encontrar sentido a una vida de lejanía, pérdida y soledad.”
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MI PLANTA DE NARANJA LIMA, de José Mauro de Vasconcelos (Libros del Asteroide)
Tras mencionar Antes que anochezca, de Reinaldo Arenas (sobre la represión de los homosexuales en la primera Cuba de Fidel Castro), ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?, de Jeanette Winterson (sobre el lesbianismo en medio del fanatismo religioso) y Cuando yo tenía cinco años, me maté, de Howard Buten (sobre la infancia en los centros de internamiento), Aida Peral Joris, embajadora en Madrid de la librería almeriense-granadina Picasso, se queda con este otro testimonio de primera mano, que ha cautivado a lo largo del tiempo a millones de personas: “Me gusta que esté escrito en primera persona, con la particularidad de que la mirada es la de un niño de tan sólo cinco años. Leer esta historia es mirar a través de los ojos de Zezé, el menor de cinco hermanos y con padres totalmente ausentes. Contemplar la dureza de un país devastado por la marginalidad y la pobreza, y la rudeza de lo que queda en casa, en el hogar. La necesidad y las ganas de Zezé de salir al mundo a buscar, a conocer, a experimentar,… y a través de esto y sin darse cuenta, a hacerse así mismo. Una historia para todos, y de fondo” que tendría su continuación en Vamos a calentar el sol.
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NO ESPERES QUE EL TIGRE SE VUELVA VEGETARIANO, de Mario Alonso (Almuzara)
Es verdaderamente llamativa la escasez de libros sobre la indigencia, y se diría que ese vacío se corresponde con la invisibilidad que parecen adquirir los “sin-techo”: están por todas partes en nuestras ciudades, nos cruzamos con ellos continuamente, compartimos espacio público… pero no convivimos, no interactuamos, no existen. Una figura social que en principio debería llamar la atención de los narradores, por sus posibilidades, por su difícil forma de habitar las ciudades, por lo que saben o piensan de nosotros…, se ve sin embargo silenciada. Pero la librera Rosa Pastor, de Libros 28 (San Vicente del Raspeig, Alicante), nos invita a fijarnos en esta breve y curiosa novela recién publicada, y destaca el hecho de que esté escrita por un narrador (conocido ya por los microcuentos de Bandera blanca) que, en realidad, se dedica a presidir una auditoría que cuenta con más de tres mil empleados en todo el mundo. Con desparpajo, bondad de fondo y buena prosa, Mario Alonso ofrece una primera novela en la que se explica muy bien que no es tan difícil terminar durmiendo en la calle, pero que es casi imposible regresar a la normalidad una vez que alguien ha necesitado tumbarse en el banco de un parque o en un cajero automático. Ternura, camaradería y, sobre todo, recuerdos dolorosos de cuando las cosas iban bien vertebran una trama dura pero esperanzada, realista pero con magia.