Reseñas de literatura infantil, por Gustavo Puerta. La Mar de Letras
Críticas de literatura infantil aparecidas en el Cultural de El mundo el 1 y el 8 de marzo Por Gustavo Puerta. La Mar de Letras ¿Has visto? IstvanschEdiciones del Eclipse. Barcelona, 2006. 15 páginas, 10 euros. (A partir de 4 años) Blanco, rojo, naranja, amarillo, verde, azul, violeta y negro son los colores de cada una de las doble páginas que componen este libro. No es la primera vez que la ilustración de una obra destinada al público infantil se restringe a la sucesión de planos de color. En esta dirección, Munari experimentó con sus libros ilegibles y en la última de…
Críticas de literatura infantil aparecidas en el Cultural de El mundo el 1 y el 8 de marzo
Por Gustavo Puerta. La Mar de Letras
¿Has visto?
Istvansch
Ediciones del Eclipse. Barcelona, 2006. 15 páginas, 10 euros.
(A partir de 4 años)
Blanco, rojo, naranja, amarillo, verde, azul, violeta y negro son los colores de cada una de las doble páginas que componen este libro. No es la primera vez que la ilustración de una obra destinada al público infantil se restringe a la sucesión de planos de color. En esta dirección, Munari experimentó con sus libros ilegibles y en la última de las caperucitas de Caperucita roja, verde, amarilla, azul y blanca (Anaya); Ziraldo en Flicts (This side up) e incluso el propio Istvansch en El hombre más peludo del mundo (Tàndem). Sin embargo, ¿Has visto? es el resultado de un planteamiento distinto a los anteriores.
En sus talleres para niños, Istvansch realiza una actividad tan sencilla como sugerente: lo que en un principio es un rectángulo de cartulina puede convertirse en lo que él o su público deseen por arte de magia, para ello sólo son necesarias las tijeras. Los espectadores ven admirados cómo en un movimiento único y continuo surge del papel una delicada figura. En ¿Has visto? el ilustrador argentino parte de una experiencia similar, pero desde una perspectiva contraria: nos invita a adentrarnos en la página monocromática y reparar en las imágenes que permanecían "camufladas" hasta que el texto las nombró y nosotros nos vimos movidos a recrearlas ("la rana verde con su perejil verde sobre la lechuga verde en medio de la selva verde").
El peso conceptual de este álbum nos revela rasgos característicos del trabajo artístico de Istvansch. En primer lugar, las páginas de color sólo tienen sentido junto al texto y viceversa. Segundo, el sentido de su obra se encuentra en la capacidad de sorprender y hacer partícipe al lector-espectador. Por último, gracias a su espíritu lúdico, empleo del humor y carácter desafiante, cautiva al lector infantil. Sin embargo, quienes tienen el poder de llevar el libro al niño, los adultos, a menudo no ven más que "hojas de colores planos" o le reprochan que, al contrario de lo que afirma, las berenjenas no son azules, rechazando así una propuesta que invita a descubrir propias estéticas.
Emma
Saori Kumi
Genko Books. Barcelona, 2006. 256 páginas, 10'95 euros.
(A partir de 12 años)
Todo nos hace pensar que estamos frente a un producto de consumo. Su aspecto es propio de un libro fungible que no merece ser conservado tras su lectura y desde la misma tipografía del título sospechamos que nos encontramos ante una novela rosa. Al leer inmediatamente debajo de Emma la palabra-explicación "Novela" se acrecientan nuestros prejuicios y la coletilla "Basada en el manga de Kaoru Mori" nos lleva a pensar que estamos ante una versión parasitaria de una obra de éxito. Sin embargo, al leer el primer párrafo encontramos lo inesperado: está bien escrita.
Ciertamente la novela se ajusta a la perfección a las directrices del género romántico: trata de una relación amorosa que lucha en contra de un medio social que se opone a su existencia; construye una trama que siembra expectativas en el lector para que se involucre emocionalmente y anhele un desenlace en el que los buenos sean recompensados, los malos castigados y el final feliz se prolongue hacia la eternidad y, por último, pospone la resolución de la historia a una segunda y definitiva entrega donde el azar y lo inesperado tienen lugar.
Lo que sorprende en Emma es que la formula no resulta evidente, la elaboración psicológica de los personajes influye vida al estereotipo, la contextualización en la Inglaterra victoriana le aporta una tensión añadida y las destrezas narrativas de la autora, junto al dominio que tiene de la tradición literaria anglosajona, dejan su rastro en multitud de detalles, referencias y homenajes que no incordian la fluidez de la lectura. Obra paradójica que destaca en la homogénea oferta editorial juvenil tanto por su nivel literario como por la osada apuesta por recuperar y dignificar la novela rosa.
La suerte cambia la vida
Javier España, ilustraciones de Cynthia Martínez
México: FCE, 2006.
(A partir de 8 años)
Es difícil encontrar nuevas voces en el panorama de la poesía para niños. Con independencia de las selecciones que rastrean en la obra de escritores consagrados una realidad poética de la cual el niño puede ser interlocutor, alguna afortunada edición que a partir de un poema construye un libro-álbum y las escasas pero alentadoras incursiones de poetas de oficio en este ámbito, resulta extraño hallar una voz interior que se exprese por medio de un cuidado y trabajado leguaje. La suerte cambia la vida es un poemario excepcional que requiere una aproximación desprejuiciada, una disposición pausada y ávida de relecturas y, en definitiva, una sensibilidad dispuesta a ser cautivada.
Leer poesía no es tarea fácil pero puede ser una experiencia altamente gratificante. Gratificante aunque no necesariamente placentera, el lector de poesía lo sabe. Y si así ocurre con las obras adultas por qué no ha de suceder lo mismo con las destinadas a los niños. No son tan distintas las unas de otras. Este poemario lo evidencia. Ser p
artícipe del miedo que otro siente, compartir la sensibilidad con la que plasma un acontecimiento cotidiano en el lenguaje y lo despoja de su nimiedad para reflejar cuán único y efímero fue o reparar en una mirada subjetiva cargada de afectos, anhelos y referencias que, sin quererlo, va tejiendo un mundo paralelo y ajeno al de tantas otras personas, son sensaciones y experiencias de las cuales nos apropiamos gracias a los poemas de Javier España y que se convierten en un nexo invisible y un legado simbólico común entre los lectores de obras como ésta, ávidos de obras divergentes.
La promesa del renacuajo
Jeanne Willis, ilustraciones de Tony Ross.
Barcelona: Serres, 2007. 32 págs. 13€
(A partir de 5 años)
En ningún ámbito como en la literatura infantil, lo políticamente correcto tiene mayor presencia y poder. No estamos frente a un modelo burdo ni explícito, ni siquiera resulta evidente la actuación de un aparato censor. Al contrario, el mismo hecho de que la corrección política haya sido asumida casi por decreto y no como una reivindicación de grupos minoritarios explica su escasa visibilidad y su imperante dominio. La autocensura, consciente o no, impera entre los escritores e ilustradores españoles y en las pocas ocasiones en las que optan por la transgresión, están los editores para impedirla, un nutrido grupo de maestros y bibliotecarios para denunciarla y muchos padres que frenan el acceso de los niños a este tipo de obras. Hay un resquicio que media entre la corrección y la incorrección política. Ese espacio de tensión y subversión ha sido explorado una y otra vez por Jeanne Willis y por Tony Ross. Su aproximación parte del humor, apuesta por lo inesperado y en un movimiento final desarma y cuestiona el estereotipo, el prejuicio o la moralina. A libros de extraordinario éxito como Nica (Anaya), Gorilón (Ekaré) o Hipersuper Jezabel (SM), hoy añadimos La promesa del renacuajo. En él encontramos el habitual final inesperado, la construcción de divertidas historias paralelas, la experimentación en el formato y la meditada búsqueda de la simplicidad en el trazo y la composición que caracterizan el trabajo de Ross. Pero además hallamos una impresionante capacidad de sintonizar con la sensibilidad del niño que hace de sus obras libros que son leídos una y otra vez y, lo más sorprendente de todo, que siempre consiguen una sonrisa.
Tokio
Taro Miura
Valencia: Media Vaca, 2006. 104 págs. 18 €
(A partir de 6 años)
"Esto es…" fue una inolvidable colección en la que el ilustrador checo Miroslav Sasek presentaba al público infantil los atractivos turísticos de distintas ciudades del mundo. Adoptaba la óptica del viajero que visita por primera vez un destino y se siente deslumbrado por la arquitectura y las costumbres de sus moradores. Su genial sentido del humor, la atención al detalle, el empleo de heterodoxos recursos gráficos y el innovador tratamiento visual hicieron que estos viajes (publicados en los '70 por Molino) sembraran en generaciones de niños la necesidad de conocer qué está más allá de nuestras fronteras.
"Mi hermosa ciudad" es una nueva colección que comparte el espíritu y las virtudes de aquélla. Sin embargo, su propuesta se centra en mostrar la perspectiva del habitante de la ciudad y no una imagen complaciente de consumo turístico. Los monumentos y otros lugares de interés desaparecen o quedan rezagados al fondo. En cambio, cobran un puesto protagónico detalles que habitualmente se escapan a la mirada acostumbrada y a los ávidos de souvenirs. En este primer título resulta admirable cómo Taro Miura logra transmitir una atractiva imagen de Tokio prescindiendo justamente de las imágenes de Tokio. Esto lo consigue dividiendo la obra en dos partes. En la primera, se centra en las expectativas e indagaciones de Mito, la niña protagonista, acerca del destino de su viaje. En la segunda, relata sus impresiones por medio de postales que dirige a sus amigos. Gracias a un despliegue gráfico prolífico en referencias, metáforas y guiños el libro alimenta la imaginación y consigue sembrar en el lector ese anhelo por ver aquello que, por ahora, sólo conoce de oídas.
Smara
Paula Carballeira, ilustraciones de Carole Hénaff
Sevilla: Kalandraka, 2006. 61 págs. 11 €
(A partir de 7 años)
No es lo mismo contar un cuento que escribirlo. Las necesidades y destrezas de la narración oral son distintas a las de la literatura. También aquí cabe eso de que "el medio es el mensaje". Son excepcionales los narradores que se manejan con soltura en ambos registros y tienen la capacidad de diferenciar uno de otro. Muchos cuentacuentos que incursionan en la escritura incurren en fallos comunes: falta de construcción de personajes, tramas esquemáticas y poco elaboradas, abuso de la redundancia, escaso desarrollo de los nudos dramáticos y empleo torpe de fórmulas narrativas.
Smara se vale de la estructura del libro de historias dentro de una historia. Individualmente los cuentos funcionan pero en su conjunto el libro presenta los fallos antes apuntados: personajes planos, acciones carentes de cimientos y una concatenación narrativa que resulta forzada. La magnífica interpretación gráfica de Hénaff profundiza en el empleo del color y en la armonización de elementos estéticos autóctonos con una elaboración plástica contemporánea. Sin embargo, aún cuando consigue auxiliar al texto y hace de este libro un producto nove
doso, no logra suplir sus grandes carencias.
Un arca de Noé en el parque
Wendy Orr, ilustraciones de Kelly Millard
Madrid: Edelvives, 2006. 94 págs. 6,8 €
(A partir de 8 años)
Es posible que la madurez de un género se aprecie mejor en aquellas obras sin mayores pretensiones, sinceras, bien planteadas, que en los libros que destacan por su extraordinario nivel. En la oferta editorial actual no es tarea fácil encontrar una obra bien escrita e ilustrada, que se aproxime al niño sin intenciones didácticas predeterminadas y, en cambio, se concentre en el simple y complejo acto de contar bien una historia.
Un arca de Noé en el parque no es una novela excepcional pero sí es honesta, divertida, cercana y bien construida. El argumento no es novedoso pero consigue atrapar, resulta fluido, no menosprecia al niño y propicia una lectura placentera. Las ilustraciones apuestan por un trazo dinámico y aportan al texto elementos descriptivos, de énfasis o de humor que enriquecen el libro. En definitiva, nos encontramos con una novela elaborada con cuidado que tiene méritos suficientes (a excepción de su incoherente portada) y puede ganarse al lector infantil.
Gustavo Puerta Leisse