Un autor para todas las edades.
"Estoy atento a las voces, no a las ideas, que bullen en mi cabeza" MARK HADDON
La historia de un hombre que bordea la locura por los secretos y problemas familiares es el nuevo tema de Mark Haddon en Un pequeño inconveniente. Después de triunfar en la literatura infantil y de su gran estreno adulto con El curioso incidente del perro a medianoche, este poeta, ilustrador y narrador reivindica la literatura sencilla y describe las situaciones más humanas y corrientes.
Mark Haddon (Northampton, Inglaterra, 1962) dio voz con éxito a un adolescente autista en El curioso incidente del perro a medianoche
(2003). Fue la primera novela dirigida a un lector adulto de un autor
hasta entonces reconocido por sus cuentos infantiles, entre ellos, la
popular…
"Estoy atento a las voces, no a las ideas, que bullen en mi cabeza" MARK HADDON
La historia de un hombre que bordea la locura por los secretos y problemas familiares es el nuevo tema de Mark Haddon en Un pequeño inconveniente. Después de triunfar en la literatura infantil y de su gran estreno adulto con El curioso incidente del perro a medianoche, este poeta, ilustrador y narrador reivindica la literatura sencilla y describe las situaciones más humanas y corrientes.
Mark Haddon (Northampton, Inglaterra, 1962) dio voz con éxito a un adolescente autista en El curioso incidente del perro a medianoche
(2003). Fue la primera novela dirigida a un lector adulto de un autor
hasta entonces reconocido por sus cuentos infantiles, entre ellos, la
popular serie Agent 2. Poeta e ilustrador, además de escritor de libros
y guiones de radio y televisión, Haddon recreó el hermético mundo de
normas y obsesiones de su protagonista en esa ópera prima, un
sorprendente best seller con más de cinco millones de ejemplares en
todo el mundo.
Regresó a la narrativa adulta, en 2006, con Un
pequeño inconveniente (Alfaguara) volcando el protagonismo en un
pensionista al borde del suicidio cuya familia guarda un sinfín de
secretos. El autor se mantiene en una posición neutral, deshilachando
los nudos de la madeja desde las distintas perspectivas de sus cuatro
personajes, los dos padres y los dos hijos. Desde un despacho en
Londres, Haddon traza un paralelismo entre ambas novelas y habla de sus
frustraciones como artista polifacético.
PREGUNTA. ¿Cuál es el punto de origen de Un pequeño inconveniente?
RESPUESTA.
Siempre estoy atento a las voces, no a las ideas, que bullen en mi
cabeza, y la de George me pareció tan interesante que quise ver adónde
me llevaba. Pronto me di cuenta de que necesitaba centrar a este
personaje, protagonista de Un pequeño inconveniente, en una familia
puesto que nadie enloquece en una situación aislada y, bueno, volverse
loco es algo muy de familias.
P. ¿Qué le interesó en George?
R.
Pensé que era divertido y, a la vez, conmovedor este personaje tan
inglés, tan reservado, que comienza a perder la cabeza y que cree que
puede sanar su enfermedad mental aplicando un poco de sentido común. En
sus dificultades, vamos descubriendo su carácter genuino.
P. ¿Dificultades de comunicación, entre otras?
R. La falta de comunicación es la razón por la que no puede resolver sus problemas con facilidad.
P. ¿Quiso explorar el estereotipo del inglés como un tipo reservado?
R.
Los ingleses se han enamorado de la caricatura de cómo se supone que
deben ser. También a los de fuera les gusta la idea de la reserva como
algo idiosincrásico al carácter inglés. Pero hay gente reservada en
todo el mundo y hay más típicos ingleses fuera que dentro de
Inglaterra. Viví un año en Boston (Estados Unidos) y descubrí allí más
ingleses que en mi país. Boston se parece a la Inglaterra de los
cincuenta: retraída, puritana y de un comportamiento perfecto.
P. En Un pequeño inconveniente, al igual que en El curioso incidente… , centra la narrativa en una pequeña ciudad inglesa. ¿Es una coincidencia?
R.
No, el provincianismo es una de las ideas que sustentan el libro. La
mayoría de las novelas inglesas se ubican en una gran urbe o en el
campo, pero rara vez en capitales de provincia o en ciudades comarcales
donde realmente vive la inmensa mayoría de la población. Se tiende a
creer que sus vidas no son interesantes, como si la gente de provincias
no sufriera las mismas vicisitudes que los demás. De hecho, un crítico
esnob cuestionó por qué desearía alguien leer sobre la aburrida vida de
provincias. Es tentador escribir de lugares exóticos y personajes
fascinantes, pero a mí me atraen más las novelas que abordan la
situación universal humana.
P. ¿Relaciona este tipo de críticas con la profunda brecha abierta en la narrativa inglesa entre novela popular y literaria?
R.
Estoy harto de las novelas literarias donde todos los personajes son
muy articulados y leen cientos de novelas. Mi objetivo era escribir un
libro muy sencillo. Al revisarlo, eliminé todos los detalles exóticos y
recursos literarios que no correspondían a las cuatro voces que cuentan
la historia de Un pequeño inconveniente. Mi anterior novela es
complicada, llena de ideas, trucos, diagramas… Aparentemente es
sencilla, con una simple voz protagonista, pero bajo la superficie es
bastante inteligente. En cambio esta vez quise demostrar que podía
hacer un libro básico que abordara, desde una perspectiva no literaria,
todos los temas tradicionales en una novela: amor, sexo, matrimonio,
hijos, vejez, muerte.
P. Alienación e incomunicación son aspectos que comparten los protagonistas de ambas novelas.
R.
Sí, hay puntos comunes en George y Christopher. En cierta forma, ambos
personajes no se distancian mucho de la figura del escritor. Un autor
observa el mundo desde los aledaños de la sociedad y trata de descifrar
lo que ocurre a su alrededor y cuáles son las normas por las que se
rigen otras personas. Alienación suena un poco filosófico y pomposo.
Los escritores están alienados en el sentido aburrido de la palabra, en
tanto que se aíslan en casa mientras los demás se divierten fuera. Mis
dos protagonistas también son así. Otro aspecto común es la ausencia de
un narrador externo, de la voz del autor, en ambas novelas.
P. ¿De dónde viene su timidez a expresarse directamente?
R.
No tengo ni idea. Un libro no puede realmente planificarse. Uno arranca
con una vaga dirección de adónde quiere dirigirse. En la tercera novela
volcaré probablemente mi voz. Me gustaría conseguirlo. Pero en las
anteriores son los personajes quienes avanzan la narrativa de forma que
yo no ofrezco un juicio de valor ni indico al lector cómo debe sentirse
a cada momento. Por eso, la gente ha reaccionado de una forma dispar
con cada libro. Algunos consideran muy triste la historia de El curioso
incidente… a otros, en cambio, les anima el espíritu y dicen que
tiene un final feliz. Un pequeño inconveniente también admite lecturas
encontradas. Unos la ven como una leve comedia familiar; y muchos
otros, particularmente los que han vivido las experiencias que se
narran en la novela, la consideran deprimente y oscura.
P. Pese a mantenerse en la distancia, algo suyo habrá en los personajes.
R.
George me permitió colar algunas fobias personales, como el salir de
vacaciones y el miedo a volar. Me identifico en mayor medida con él que
con el resto de los personajes, aunque, por supuesto, trabajé duro en
cada uno de ellos hasta sentirme como en casa dentro de sus respectivas
mentes. Ian McEwan es el culpable de la pesadilla que George tiene
sobre un accidente aéreo. Mientras yo escribía la novela, mi mujer
estaba leyendo su penúltima, Saturday, en la que un personaje ve un
avión en llamas. Asumí que se trataba de un accidente y se me presentó
un dilema: o elimino el incidente del avión de mi libro o intento
describirlo de la forma más horrible posible. Opté por la segunda
opción aunque, claro, luego comprobé que el avión no se estrella en el
libro de McEwan.
P. En picado , de Nick Hornby, también arranca desde el punto de vista del suicidio. ¿Le preocupa entrar en terrenos ya labrados?
R.
No he leído esa novela. Realmente es más importante cómo se cuenta una
historia que la idea en sí. Una gran idea es necesaria en una película
de Hollywood y también funciona en una novela de género, pero una gran
idea mata la narrativa literaria.
P. ¿Cómo le afectó el éxito de El curioso incidente… ?
R.
Fue un alivio. Menos mal que tuvo éxito pues comenzaba a sentirme
desquiciado. Para entonces, había escrito cinco novelas de adultos,
malísimas, que no se publicaron. Pero lo que nadie me había explicado
es que el éxito acarrea un segundo trabajo, la promoción, y eso sí que
es duro. Hay que aprender a decir no, o de lo contrario no vuelves a
escribir.
P. Denota mucho aguante.
P. Soy muy
obstinado. Estaba empeñado en escribir una novela buena. Y desesperado
de que tuviera éxito entre el lector adulto. Escribir es difícil y
aprender a hacerlo me llevó mucho tiempo. Pero me alegro de haber
escrito mis malas novelas en secreto. Cometí todos mis errores y
aprendí en privado.
P. ¿Esa dificultad le empujó inicialmente a la literatura infantil?
R.
Siempre he querido ser un autor de narrativa adulta. También quería
pintar y dibujar, algo que hago desde niño. Caí en la estupidez de
creer que los libros infantiles ilustrados serían el eslabón que me
conduciría a la literatura adulta. ¡Qué equivocado estaba! A un
escritor de niños no le dejan saltar de categoría. La situación ha
cambiado ahora, pero hace diez o quince años te trataban de loco si
proponías una idea para adultos.
P. ¿A qué se debió el cambio, al éxito de la serie Harry Potter?
R. J. K. Rowling contribuyó parcialmente, pero, principalmente, debemos el cambio a Philip Pullman y, en menor medida, a El curioso incidente
…
La trilogía de Pullman está redactada en la tradición de la literatura
infantil pero tiene un sólido fundamento filosófico que engancha a una
mente adulta. Los adultos también leen la saga Harry Potter, pero se lo
toman como un ejercicio de vacaciones, como un descanso de las novelas
tradicionales. Cuando terminé El curioso incidente… asumí que era una
novela de adultos y me deprimí cuando me sugirieron ofrecerla a
editores infantiles. Terminó siendo el primer libro publicado
simultáneamente para ambos públicos. Y desde entonces todos los autores
cruzan libremente de un género al otro.
Creador multidisciplinar
MARK
HADDON tiene una idea muy precisa del infierno. Se lo imagina como un
claustrofóbico pozo, donde estaría condenado a vivir de dedicarse a una
sola actividad creativa. Desde niño dibuja ilustraciones, y escribió su
primer cuento en la Universidad de Oxford. Desde entonces ha publicado
decenas de libros ilustrados, un tomo de poesías, guiones radiofónicos
y dos novelas de adultos, incluida Un pequeño inconveniente, que acaba
de editarse en castellano.
"No estoy hambriento por retornar a la
narrativa infantil. Me muevo con igual soltura en distintos géneros, lo
cual me permite concentrarme en la idea sin preocuparme de si luego la
desarrollaré en un poema, guión o novela. Sería un infierno viviente
limitarme a una profesión única", explica en Londres, en el despacho de
sus agentes literarios.
En su último proyecto vuelve a cruzar
géneros. Entra en televisión con un guión para la BBC, Coming down the
mountain, sobre un adolescente que quiere matar a su hermano, un chaval
con síndrome de Down. "Es una obra muy gráfica y bastante oscura",
adelanta su autor.