Un día más
Un día más, en la incertidumbre, en el agobio de información, ya no la oficial, sino la que recibimos en redes sociales múltiples. Y no te cuento con la cantidad de vídeos y propuestas culturales de toda índole. Si tuviésemos tiempo de ver todas las películas, series, de escuchar todas las óperas, musicales, conciertos, de […]
Un día más, en la incertidumbre, en el agobio de información, ya no la oficial, sino la que recibimos en redes sociales múltiples. Y no te cuento con la cantidad de vídeos y propuestas culturales de toda índole. Si tuviésemos tiempo de ver todas las películas, series, de escuchar todas las óperas, musicales, conciertos, de leer todos los libros que nos ofrecen de forma altruista por estos medios, estaríamos viviendo dos vidas en una, literal.
Yo prefiero recomendar paciencia, sosiego. Intentar una vida ordenada, en lo posible. Tener unos horarios y unas pautas que en esta situación debemos mantener y así estar ocupados, en lo físico y en lo intelectual. Yo no estoy subiendo vídeos, ni mensajes continuos de leer esto o lo otro, porque la mayoría de las librerías están cerradas físicamente y virtualmente, y nos va a resultar imposible servir el libro que os vamos a recomendar. Mejor, al menos así lo veo, que echemos mano de nuestra biblioteca y si es necesario releer, por qué no.
Hoy cualquier librería, y más las que nos gustan tanto los libros infantiles, tendríamos los escaparates con muchas novedades de álbum ilustrado o colecciones infantiles que los niños nos demandan. Tendríamos la mesa de novedades con recomendaciones nuestras y con libros de los autores que más disfrutamos. Hoy estaríamos celebrando el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil. Esta mañana, día 2 de Abril de 2020, yo debería haber estado en un colegio, rodeado de niños y maestros/as compartiendo libros, muchos de ellos álbumes ilustrados, y explicando que es “el hambre de letras”, como bien nos dice en su mensaje de la IBBY, la OEPLI en España, el escritor Peter Svetina.
Hoy habría contado a los niños cómo nació mi hambre de libros, cómo todavía siento como mariposas en el estómago cuando “meriendo” un buen libro, como mi boca ensaliva más de lo habitual cuando un bello poema se pega a mi paladar y da brincos en mis oídos, como la lectura llena todos, absolutamente todos, mis espacios vacíos. Y cómo me gusta compartir este amor, porque las cosas bellas de nuestra vida, debemos participarlas, aunque a mí me guste más en directo, en persona y en grupos reducidos, aunque no utilice powerpoint o vídeos, aunque sólo sea mi voz la que acompañe el texto y las imágenes que un escritor y un ilustrador tuvieron la creatividad de convertirlo en un bello libro.
Hoy habría comenzado mi cuentacuentos con La gallina Clo-Clo Clotilde (agotado), enseguida les contaría, buscando el ritmo, Un bicho extraño de José Ramón Daporta, luego nos echaríamos unas risas con Los miedos del capitán Cacurcias de José Carlos Andrés y continuaríamos hablando del medio ambiente con Una isla de Ingrid Chabbert y Guridi, maravilloso y necesario mensaje, para saltar hacia La casa durmiente de Audrey Wood y sus retahílas fantásticas, seguiríamos con algo más serio El iglú de Jesús López Moya y acabaría con Habría que… de Thierry Lenain, por desgracia también agotado. Pero también podrían ser otros muchos títulos.
En estos días os ánimo a tener un hueco para la lectura y compartirla en voz alta con vuestra familia y hasta con los vecinos, aunque haya de ser de balcón en balcón porque es lo que deseo para la LIJ: bellos libros, grandes lectores y hambre de letras.
Nos vemos muy pronto (y nos abrazamos).
Vicente Pina López, Librería Códex